Brisbane

Es hola y adiós, un final desagradable a una semana impecable. En menos de media hora, Garbiñe Muguruza pierde la oportunidad de alcanzar la final del torneo de Brisbane tras retirarse de su partido contra la francesa Cornet (1-4.y abandono), que jugará por el título este sábado. La española, con una sobrecarga en el aductor de su pierna derecha, paga la paliza de los tres maratones anteriores (7h32m en total) y frena pensando en lo que se le viene encima: el Abierto de Australia comienza el próximo 16 de enero en Melbourne y Garbiñe no quiere arriesgarse a llegar lesionada a la primera gran cita de la temporada.

“Me llevaba molestando un par de días, desde el encuentro con Kuznetsova que fue bastante duro”, explica luego Muguruza a este periódico. “He intentado recuperarme, pero no estaba al 100%. Por eso, he pensado en no arriesgar y evitar que pudiese ir a peor, teniendo además un Grand Slam tan cerca”, continúa Garbiñe, que tras calentar por la mañana se colocó un leve vendaje en la pierna, a ver si eso le servía. “Me lo he pensado mejor. Tengo que ser inteligente y cuidarme. El año acaba de empezar y estar lesionada tan pronto no me sirve de nada, pero no estoy decepcionada. Ha sido un torneo muy bueno”, cierra la española, que ahora se pondrá en manos de su fisioterapeuta para poder volver a entrenar y estar lista antes del comienzo del primer grande de 2017.

De entrada, Muguruza está cansada y dolorida, porque alcanzar las semifinales le ha costado un esfuerzo físico tremendo en apenas cinco días de temporada, cuando el cuerpo todavía no está preparado para un tute como ese. A la española le cuesta jugar puntos largos, como si tuviera bolsas llenas de piedras atadas a las piernas. Tiene el rostro blanco. Se mueve mal y compite parada. Cojea. Cornet se frota las manos y disfruta de esa situación: si algo le gusta a la francesa son los partidos sufridos y con tensión, sucios, que es el término que usan las jugadoras para definir los encuentros enredados por factores que trascienden del propio juego.

Frente a la lluvia de tenis ofensivo de Garbiñe, una solución para regatear esa fatiga evidente, el enorme paraguas de la francesa. Aguantando y aguantando, esperando el fallo de la española o su oportunidad para tomar la iniciativa, Cornet salva la primera situación comprometida cuando el partido todavía está en pañales (un 15-40 en el juego inicial) y se suelta hasta que consigue el break (3-1). Para entonces, Muguruza ya está fuera, y el mejor ejemplo es el remate que envía a la luna con la pista vacía, completamente despejada para ganar el punto con comodidad. La cabeza de Garbiñe, claro, está a otras cosas.

La electricidad de Cornet llena de chispas el cruce hasta provocar un incendio. La número 41, sorprendente vencedora el día anterior de Dominika Cibulkova, arranca la semifinal planteando una carrera de fondo. Si Muguruza está agotada, si va justa de pulmones, qué mejor forma de buscar la victoria que alargando los intercambios, moviendo de lado a lado a la campeona de un grande, pidiéndole un sacrificio más. Su plan funciona: las dos contrarias emplean casi media hora en discutir los cinco primeros juegos del cruce. Entonces, Muguruza estalla. Agacha la cabeza. Para y se rinde por precaución. Su objetivo es aspirar a todo en el Abierto de Australia.

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