Garbiñe Muguruza cerró este viernes su pase a los octavos de final del Abierto de Australia (6-4 y 6-2 a la letona Sevastova) acompañado de una buenísima noticia para su candidatura al título. La española, históricamente con dificultades a la hora de superar las primeras rondas de las citas importantes (con rivales menores), llegó a la segunda semana del primer Grand Slam de la temporada sin ceder un solo set y con la sensación de haber dado un paso adelante en madurez, uno de sus puntos más blandos. El domingo, y por una plaza en cuartos, Muguruza se enfrentará a Sorana Cirstea (6-2 y 7-6 a Alison Riske) atisbando la parte final del torneo, donde la motivación ya no será un problema que gestionar.
“Es cierto que normalmente los primeros partidos suelen ser lo más difíciles”, reconoció luego Garbiñe, vestida completamente de negro. “Lo complicado son esas primeras rondas donde estás mas nerviosa y suele haber algunas sorpresas”, insistió la española. “Últimamente suelo fijarme mucho en esos tres primeros encuentros, estar más concentrada todavía. No voy a llegar nunca a una ronda final si siempre me resbalo al principio”, siguió. “El torneo es más bonito ahora para mí, pero también para el resto de mis rivales”, cerró la campeona de un grande.
“Yo no miraría más allá porque puede desconcentrarse”, avisó Conchita Martínez, la capitana española de los equipos de Copa Davis y Copa Federación. “Las grandes ocasiones le gustan, eso está claro”, prosiguió la ex número dos mundial. “Es una de las que puede ganar. Ha ganado un Grand Slam ya, ha llegado a otra final y por supuesto sabe lo que es”, añadió. “Tiene juego de sobra para hacerlo. Y la veo muy fuerte, pero lo principal es ir poco a poco”.
Garbiñe arrancó con el paso cambiado. La número siete falló mucho y cometió dos dobles faltas inexplicables que le costaron el saque (0-2) con el partido recién nacido. Casi sin tiempo para entrar en calor, Muguruza reaccionó a lo grande y le propinó un 5-0 de parcial a su rival (de 0-2 a 5-2). El cambio nació en la cabeza de la española, que dejó de intentar abrirse paso a manotazos, de una línea a la otra, para volver loca a su rival con cambios de altura que le provocaron una indigestión a Sevastova, con habilidad para aprovechar un despiste de su rival y enseñar la cabeza (de 2-5 a 4-5), algo que no le sirvió de nada.
La letona, una jugadora que hace todo bien y nada especialmente brillante, no tuvo argumentos para contrarrestar el poderoso juego de Muguruza, pese a su evidente talento para devolver los ataques frontales de la número siete. Desde que se recompuso tras un comienzo errático, la campeona de un grande hizo lo que le vino en gana con su rival y el mejor ejemplo fue el segundo set de un encuentro escrito casi en línea recta, sin más oposición que la de Muguruza contra ella misma, Garbiñe versus Garbiñe.
En la segunda manga, la española se colocó 4-0 en un parpadeo. Bien metida dentro de la pista, Muguruza siguió mezclando diferentes tipos de pelotas y repartió una lluvia de estacazos (acabó con 20 ganadores, por los 10 de su oponente) que la letona recibió echándose a reír, tal fue la impotencia de verse superada de arriba a abajo. Sevastova peleó lo que pudo. Ganó dos juegos y se despidió dejando atrás un partido plano, lejos del cruce lleno de aristas con el que consiguió el triunfo en el Abierto de los Estados Unidos de 2016, donde Garbiñe también colaboró bastante.
Así, Muguruza se clasificó para los octavos de final del Abierto de Australia dejando atrás la peor parte de un torneo grande, la que siempre se le atraganta porque se juntan rivales inferiores, la obligación de ganar y una motivación que podría ser mayor. Ahora, a Garbiñe le viene lo bueno: pelear por los cuartos de final y soñar con un duelo a muerte con Angelique Kerber (se mide a CoCo Vandeweghe) en semifinales. Para una jugadora que se mueve entre los retos y las sensaciones es una oportunidad inmejorable de soñar con la copa de campeona.