Roger Federer empezará a pagar este viernes las consecuencias de haber pasado seis meses alejado de las pistas para recuperarse de la lesión en la rodilla izquierda. El suizo, fuera de los 16 primeros cabezas de serie del Abierto de Australia, se enfrentará en la tercera ronda a Tomas Berdych (número 10 mundial), un cruce que cualquier otro año se habría producido en rondas más avanzadas, como cuartos o semifinales. Al margen de jugarse su continuidad en el torneo, una derrota tendría un efecto devastador para Federer: caer significará salir de los 30 mejores de mundo por primera vez desde octubre del año 2.000.
“Sé que tengo que subir mi nivel de juego”, explicó Federer después de vencer al estadounidense Rubin en segunda ronda. “Fui algo más consistente que el primer día con Melzer, estuve más concentrado, pero necesitaré dar un salto”, insistió. “No he visto jugar a Berdych en este torneo, aunque pensé que tendría más dificultades contra Ryan Harrison. La pista está rápida y con esas mismas condiciones él me ha provocado muchas dificultades: Cincinnati, Nueva York, Wimbledon, los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004… Conoce cómo me puede hacer daño y yo también soy consciente de su talento”.
Para lo que podía haberse encontrado en el sorteo del cuadro, Federer disfrutó de dos rondas amables en su primer torneo oficial en medio año porque sus dos rivales iniciales (el austríaco Melzer y el estadounidense Rubin) salieron de la fase previa. Con Berdych la historia es bien distinta, y da igual que el cara a cara le sea muy favorable (16 victorias, por seis de su contrario) porque el partido le llega demasiado pronto y el rival es de los que exigen algo más que un tenis aceptable.
“Sinceramente, si pudiera haber firmado antes de llegar aquí estar en la tercera ronda, y sintiéndome de esta manera, lo habría firmado”, confesó el suizo, que los dos primeros días no dio grandes señales de estar oxidado, aunque tampoco de la brillantez de sus grandes tardes. “Espero sentirme mejor a medida que vaya avanzando. Por eso han sido muy importantes para mí estas primeras rondas: para tener una idea de cómo está mi juego, cómo es la pelota, cómo está mi cuerpo”, añadió reflexivo. “He jugado antes contra Berdych aquí y la victoria estuvo de mi lado. La clave es estar muy concentrado y no despistarme con mis saque. Así voy a tener opciones seguro”.
En Melbourne, desde la tercera ronda del primer grande de la temporada, Federer empieza su cuesta arriba: primero contra Berdych, pero es que si gana seguirá siendo así (podría medirse luego con Kei Nishikori, Andy Murray y Stan Wawrinka) hasta que alguien le detenga o acabe celebrando una copa que hoy parece imposible de levantar.