"Espero estar listo, necesito estar muy concentrado con mi saque y jugar agresivo. Si no lo soy, estoy muerto", dijo Nadal, que recordó como recientemente en Brisbane se fue mentalmente del partido durante 15 minutos para acabar perdiéndolo en el último enfrentamiento contra Milos Raonic.
Tras ganar los dos primeros encuentros en Melbourne Park sin ceder un set, Nadal ha demostrado en los dos últimos, de desgaste total contra el alemán Alexander Zverev y el francés Gael Monfils, que todo es posible. Su físico parece estar al nivel que la próxima cita requiere, pero el recuerdo de Brisbane le mantiene alerta, aunque la esperanza de alcanzar de nuevo unas semifinales del Grand Slam, después de tres años (final de Melbourne ante Djokovic en 2014), le alienta.
Raonic no se siente presionado por la responsabilidad que conlleva ser el "general de mayor graduación" para ganar ahora en Melbourne Park, tras la salida Andy Murray y Novak Djokovic. "Pasa por mi mente, pero es insignificante. Tengo mucho que superar para llegar adonde debería haber jugado contra ellos. Tareas muy difíciles delante de mí. Hoy tuve una muy complicada, y la que viene también", señaló.
Para el canadiense puede ser extraño ver en el banquillo de Nadal a su antiguo entrenador, Carlos Moyá, solo unos meses después de que este le llevase a la final de Wimbledon y que le hiciera encaramarse al tercer puesto de la lista mundial. Sobre el duelo contra Nadal en Brisbane, Raonic dijo que encontró una oportunidad en un momento dado. "una especie de punto de inflexión, que estaba buscando en todo el partido".
Eliminado ya el croata Ivo Karlovic, que se fue de Melbourne con 119 saques directos, Raonic es el cañonero que más 'aces' ha logrado hasta el momento, con 93 en cuatro partidos disputados. Su victoria ante Bautista, donde anotó 33, le situó por sexta vez en los cuartos de final de un Grand Slam.
Nadal se ha impuesto a Raonic en seis de sus ocho duelos. El último cayó del lado del canadiense en los cuartos de Brisbane, donde venció por 4-6, 6-3 y 6-4. En pista dura, como la del Abierto de Australia, Nadal domina por 5-2