Paolo Lorenzi se quedó sin argumentos casi antes de empezar a jugar. En la segunda ronda del torneo de Acapulco, Rafael Nadal apabulló 6-1 y 6-1 al italiano en algo más de una hora para llegar a cuartos de final, donde se enfrentará con Yoshihito Nishioka (6-4, 3-6 y 6-0 al australiano Thompson). El mallorquín, que se marchó a dormir sabiendo que Novak Djokovic había resistido a Juan Martín Del Potro (4-6, 6-4 y 6-4) en un cruce fantástico, dio un paso más para confirmar que estar un mes parado desde la gira australiana no le ha afectado lo más mínimo y que puede seguir aspirando a pelear por cada torneo que dispute en 2017.
"Ha sido un partido más completo que el de ayer", reconoció a este periódico Francis Roig, uno de los entrenadores del español. “Ha tenido más intensidad y pocos fallos, algo complicado”, prosiguió el técnico catalán. “Ayer notó una molestia antes de salir en la rodilla, pero hoy ya estaba mejor. La cinta fue simplemente por precaución, nada destacable”, añadió Roig, que tras el triunfo se puso a pensar inmediatamente en el encuentro de cuartos contra el japonés. “Nunca hemos jugado contra Nishioka, así que vamos a ver algunos vídeos suyos. Esperemos que pueda mantener el nivel del encuentro frente a Lorenzi e incluso subirlo un poco más”, cerró.
“Sí, he jugado muy bien”, coincidió Nadal ante los periodistas. “He tenido un nivel muy alto y cometiendo pocos errores”, recordó. “Ayer sentí algo en el calentamiento [en la rodilla] y hoy estoy mejor. Solo fue un pequeño mal gesto y evoluciona positivamente. He sufrido mucho con las rodillas en mi carrera, pero he jugado el partido en plenitud de condiciones, también a nivel de movilidad. Espero que las rodillas me respondan bien”.
Como el día anterior ante Zverev, Nadal jugó con un vendaje en la rodilla derecha a la altura del tendón rotuliano. El mallorquín, que sintió ese “algo” durante el calentamiento en su primer encuentro y decidió usar la venda por seguridad, mantuvo la cinta blanca protegiéndole la articulación. Como en su primera victoria en México, la venda no fue un yugo para el campeón de 14 grandes, que se movió libre por la pista, incluso mejor que en su debut, prácticamente volando de lado a lado.
Lorenzi, que a los 35 años presume de sus mejores momentos en el circuito (38 del mundo), se encontró con un Nadal imponente e inabordable, sin fisuras. A lomos de una derecha mercurial, la base de su juego que vuelve a funcionar sin picos, el número seis convirtió cada intercambio en un martirio para el italiano, que terminó agotado por la intensidad a la que jugó su contrario el partido. Fue un Nadal rebosante de energía, de ganas y por supuesto de tenis, el mismo jugador que hace un mes llegó a la final del Abierto de Australia gritándole al mundo que ni mucho menos había dicho su última palabra.
“Soy lo que soy a día de hoy”, reflexionó el balear antes de medirse a Nishioka, que con 21 años ya es todo un peligro en el circuito. “En el deporte no se vive del pasado, se vive del presente. Trabajo diariamente para mejorar y estoy con ilusión de volver a competir”, avisó el español, todavía invicto en Acapulco (12 victorias y títulos en 2005 y 2013, cuando el torneo aún se jugaba sobre tierra batida). “He entrenando muy bien en los meses previos al inicio de la temporada. El premio a trabajar fuerte es que las cosas están saliendo muy bien por ahora. Y estoy decidido a seguir peleando por ese camino”.