Es fácil perderse con nuestra historia, lo reconozco.
Mi hijo Álex de Miñaur Román tiene doble nacionalidad, australiana y española. Yo soy de Alicante y su padre de Uruguay, aunque nuestro hijo nació en Las Antípodas.
Nosotros teníamos un restaurante italiano en Sídney llamado Giovanni’s y se acababa el contrato de alquiler. Por eso decidimos mudarnos a España. Mi marido es un fanático de los coches y pensó que el concepto del lavadero de vehículos a mano que había en Australia no lo teníamos en España, y que podría encajar bien. Empezamos con aquel negocio y de repente nos renovaron el contrato de alquiler del restaurante, así que no le quedó más remedio que dejar a su hijo al cargo para volvernos a mudar.
Eso fue en julio de 2004 y Àlex ya había empezado a jugar a tenis. Jugó en varios clubes, hasta que nos fuimos con Adolfo Gutiérrez al 40-15, que inauguramos nosotros con su actual entrenador. Estuvo ahí hasta que a los 12 años, con la crisis, el lavadero empezó a ir muy mal. Adolfo no nos cobraba nada por los entrenamientos, pero sabía cómo estaba la situación. Pero la realidad es que el niño era número uno de España y tenía que empezar a despegar. Pedimos ayuda a la federación española y a la valenciana, pero nos dijeron que era imposible.
No sé cómo ocurrió, pero ocurrió.
En 2011, Todd Woodbridge se enteró de alguna manera de que Álex tenía la doble nacionalidad e invitó a mi hijo y a Adolfo a Roland Garros para pelotear con él. A los dos minutos me escribió un correo electrónico diciéndome que lo mandase a Sídney, que la federación australiana se lo cubría todo. Entrenamientos, entrenadores, viajes… Por aquel entonces, mi marido estaba en Sídney para ver si el restaurante era viable, así que nos acabamos mudando a Australia. Yo no quería, pero nos mudamos.
El tenis es un deporte muy caro y fue muy frustrante lo que sucedió. Álex era el número uno de su categoría y además jugaba diferente, era el único que hacía cosas distintas. Hablando claro, era carne de patrocinadores. ¿Que ha tenido que ser en Australia? Pues no pasa nada, iré con la banderita australiana a la Copa Davis. Y sus abuelos también, por mucho que les duela.
Miguel Díaz, el actual presidente de la federación española, ha hablado conmigo dos veces para ver si había alguna forma de hacerle cambiar de opinión. Me parece una persona encantadora, pero ya es imposible. Álex estaba jugando por España hasta que volvimos a Australia. Sus primeros torneos, en categorías inferiores, los jugó por España. Toda mi familia es española. Por ejemplo, mis padres estaban desesperados porque el niño jugase por España. Sé que ahora es una directiva diferente, pero la federación española ha llegado tarde, muy tarde.
El cariño que ha recibido en Australia no se puede pagar con nada. Lleyton Hewitt le ha dado un apoyo increíble y cuenta con él para la Copa Davis. Lleyton se ha volcado con Álex. Le ha tenido en su casa, le apoya, le responde al segundo si mi hijo le escribe para preguntarle algo… Al margen de todo eso, es un motivador nato, como lo era en la pista.
Me alegro mucho de lo que está viviendo Álex. Es muy buen chaval, solo hay que ver cómo se ha ganado al público en Brisbane y Sídney estas semanas anteriores. Ellos están locos por tener a alguien que sea bueno dentro y fuera de la pista.
Precisamente, en Brisbane fue la primera vez que vi a mi hijo jugar en directo un partido del circuito profesional, supongo que por cosas del destino.
Pasamos la nochebuena en Sídney. Yo no contaba con venir a Australia porque nuestra situación económica no es nada del otro mundo. Álex nos invitó al viaje, aunque no quiero seguir tirando de él todo el rato porque tiene su carrera, pero… ¡un seguidor suyo nos pagó el billete de Sídney a Brisbane! ¡Nos invitó! El agente de mi hijo consiguió que la organización del torneo nos diese una habitación de hotel y pudimos ver su victoria ante Michael Mmoh y la derrota contra Ryan Harrison en las semifinales.
Fue un sueño y se lo he agradecido muchas veces al hombre que nos pagó los billetes de avión. Ojalá pudiera seguirle todo el rato, pero este es el primer año que vengo desde que nos fuimos. Me encantaría viajar con él todo el año, pero tengo tres hijos más y necesitan un cuidado y una atención, al margen de la parte económica.
Es un orgullo impresionante lo que está consiguiendo Álex. Ha sufrido mucho y ha peleado. Ha tenido muchos altibajos, distintos problemas. Ha pasado momentos duros, pero posiblemente eso le ha hecho ser más fuerte. Va a perseguir su sueño cueste lo que cueste. Siempre ha sido muy maduro, tiene la cabeza muy asentada y todo claro. La fuerza que tiene es impresionante. Se deja la pie en la pista, es un luchador de garra. Hay que pegarle con un martillo en la cabeza para ganarle un punto. Es una satisfacción ver cómo lucha cada punto.
Y se ha enfrentado de frente a las dudas.
La nochevieja de 2014, terminó el contrato de alquiler del restaurante y no nos lo quisieron renovar más. En este país es imposible estar sin medios, por eso nos volvimos a España. Convencimos a la federación australiana para que nos prestara un apoyo diferente, una ayuda económica de cara a entrenamientos y viajes. Una cantidad al año y así podía entrenar Alex con quien quisiera.
Desde que salió de Australia, le habían hecho cambiar de entrenador muchas veces. Él necesitaba la seguridad de tener un técnico fijo. La inseguridad de que le volviesen a hacer cambiar de entrenador otra vez era superior a sus fuerzas. Por eso, tomó la decisión y dijo que quería entrenar con Adolfo Gutiérrez en el club 40-15 de Alicante.
Su segunda mitad de 2017 fue difícil porque no defendió los puntos que debía y bajo de ranking por primera vez. Algunas personas han cuestionado la elección de su entrenador. ¿Por qué Adolfo? ¿Quién es Adolfo? ¿Qué es el club 40-15? Como ha sido decisión suya, siente la presión de justificar que no se ha equivocado.
Hay mucha presión porque él quiere demostrar que no se ha equivocado, pero ninguna por nuestra parte. Su entorno no le pone presión, aunque sin lugar a dudas hay expectativas. Personalmente, llevo los nervios por dentro. He hecho todo lo posible por darle ánimos en todo momento para que cumpla su sueño, del que cada vez está más cerca.
Álex se lo merece más que nadie.
*** Esther Román es la madre de Álex de Miñaur, número 127 del mundo.