El suizo Roger Federer se ganó a pulso su clasificación por 15º vez a las semifinales de Torneo de Maestros al derrotar al surafricano Kevin Anderson por 6-4 y 6-3 en 77 minutos, y quedó como primero del Grupo Lleyton Hewitt, y a la espera de lo que suceda este viernes en el Guga Kuerten, para saber contra quien tendrá que luchar en esa ronda.
El serbio Novak Dkojovic, ya clasificado y que se enfrenta contra el croata Marin Cilic, con 16-2 para el de Belgrado en los antecedentes, tiene todas las opciones para acabar primero de su grupo y evitar así a Federer hasta una posible final el domingo.
Pero el suizo respira ya tranquilo sabiendo que tiene el trabajo hecho. Solo ha faltado a la cita de semifinales en una sola ocasión en sus 16 apariciones, y puede seguir aspirando a ganar el título número 100 de su carrera en un lugar tan emblemático como el O2 londinense, y a separarse con dos títulos más en este torneo de Pete Sampras, Ivan Lendl y del propio Djokovic.
El duelo Federer-Anderson tenía su morbo, porque era una repetición del que ambos libraron en los cuartos de final de Wimbledon este año, donde el surafricano ganó por primera y única vez al de Basilea al derrotarle en el quinto set por 13-11, habiendo salvado antes una bola de partido.
Ambos jugadores notaron los nervios, incluso Anderson, que ya había logrado su clasificación automática antes con la victoria de Dominic Thiem sobre el japonés Kei Nishikori, por 6-1 y 6-4 en 84 minutos, que a la postre no le sirvió de nada.
Al surafricano, convertido ya en el primer jugador de este país en lograr la penúltima ronda de este torneo desde 1970, fue al primero que le tembló el pulso al ceder su saque en el séptimo juego, pero luego logró robarlo a continuación, y en una auténtica montaña rusa lo volvió a perder después en el noveno, cuando Federer cambió su raqueta.
El de Basilea necesitaba ganar este set para estar tranquilo y asegurar su plaza en la penúltima ronda, y aunque todo se le puso en contra cuando sirvió con 0-40, fue capaz de ganar luego cinco puntos seguidos que le dieron la recompensa deseada.
Con sus padres en la grada, Federer se aplicó en no fallar, y a esperar el momento adecuado para romper otra vez a Anderson, un jugador que no había cedido su servicio en los dos partidos anteriores contra Thiem y Nishikori.
Lo consiguió en el séptimo y con el público jaleando su nombre en un estallido de energía, el campeón de 20 grandes ya no cedió hasta el final, presionando siempre a su rival con rápidos desplazamientos. Anderson llegó a salvar tres puntos de partido, pero en el cuarto, una derecha fácil suya tropezó en la cinta y cayó de su lado.
Federer firmó el encuentro con registros discretos, tres saques directos, por 10 de su rival, 18 ganadores por 13 del surafricano y 14 errores no forzados por 24 de Kevin. Pero en un solo partido logró olvidarse de la derrota contra Nishikori y robar cuatro veces el servicio a uno de los mejores sacadores del circuito, vengando la afrenta de Wimbledon.
[Más información: La metamorfosis emocional de Muguruza: de finalista en 2015 a campeona en 2017]
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