Con una dolorosa doble falta, síntoma perfecto para radiografiar el bloqueo de la última hora de partido, Garbiñe Muguruza dijo adiós este sábado a la oportunidad de conquistar el Abierto de Australia, lo que le habría permitido convertirse en la primera española campeona del torneo después de que ni Arantxa Sánchez Vicario (1994 y 1995) ni Conchita Martínez (1998) lo lograsen. Una remontada de Sofia Kenin (4-6, 6-2 y 6-2) destruyó el sueño de la campeona de dos grandes, que que se marchó conteniendo las lágrimas, lamentándose por el 0-40 que tuvo en el tercer set (con 2-2) y pagando los problemas con su saque (57% de primeros servicios, 31% de puntos ganados con segundo y ocho dobles faltas). Para su rival, debutante en la final de un Grand Slam, fue una noche inolvidable: a los 21 años, la estadounidense entró en la historia para siempre. [Narración y estadísticas]
Con el cara a cara favorable después de imponerse el año pasado en su único precedente en Pekín, Kenin desplegó de nuevo su enigmático juego buscando aturdir a Muguruza bajo el techo de la Rod Laver Arena, cubierta como consecuencia de la lluvia que cayó sobre la ciudad desde primera hora del día. La estadounidense, ya se sabe, es indescifrable para sus oponentes por la capacidad que tiene para jugar cada punto de mil formas distintas, siempre manteniendo una solidez altísima con la que suelen chocar las pegadoras como la española, habitualmente desquiciadas por tener que clavar varias pelotas en la línea para hacerse con el intercambio.
Con todo en contra, la aspirante frenó en seco el buen arranque de Muguruza. La española ganaba 4-2 y tuvo un interesante 0-40 para hacer esa ventaja casi definitiva. Perderla, sin embargo, fue como abrirle la puerta a las dudas de golpe: Kenin sacó adelante ese juego sufriendo, batallando, rugiendo, y aprovechó un ataque de nervios de Garbiñe (dos errores clarísimos y dos dobles faltas) para romperle el servicio y poner el 4-4, colocando en el marcador una igualdad reinante en cada intercambio desde casi el principio.
El espíritu competitivo de Kenin devolvió la final al inicio, y la fuerza bruta de Muguruza, quiero que todo pase por mi raqueta, los aciertos y errores, los brillos y sombras, los altos y los bajos, le entregó el primer parcial después de ganar dos juegos consecutivos (de 4-4 a 6-4) para acercarse al título a toda velocidad, confiando en haberle asentado un guantazo moral a la número 15 del mundo, cruzando los dedos para haber dejado a su rival sentenciada.
Lejos de eso, Kenin, batalladora granítica, firmó un segundo set asombroso, manteniendo el tono defensivo y subiendo dos escalones en agresividad, y obtuvo lo que ninguna tenista en este torneo: poner a Garbiñe en una posición muy complicada. Después de perder ese segundo set, Muguruza se quedó completamente fuera de la final, con la cara desencajada y sin saber muy bien qué hacer por primera vez desde que debutó hace casi dos semanas en Melbourne.
Poco a poco, Muguruza se metió en un agujero del que no consiguió salir. Lo intentó en un arreón de rabia, lluvia de tiros afilados, para procurarse un 0-40 con 3-3. Entonces, la estadounidense salvó ese momento crítico con valentía (tres ganadores) y la cabeza de Garbiñe saltó por los aires, como quedó demostrado cuando entregó el título con una doble falta.
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