La crisis del Covid-19 ha provocado la detención del deporte por completo. La pandemia no ha entendido de grandes acontecimientos o disciplinas minoritarias, ha arrasado con todo lo que ha encontrado a su paso y ha dejado un panorama desolador que ha durado más de tres meses.
Sin embargo, la calma después de la tormenta no ha sido la de un mar tranquilo en el que una balsa flota esperando llegar a la orilla. Ha sido la de una ciudad sin alma arrasada por un huracán. Ese huracán que no entendió de pelotas, raquetas, balones o bicicletas.
Esa calma se empieza a divisar en algunos deportes que ya han retomado su actividad. Porque en el deporte, la calma es el continuo movimiento. Que nada pare, que todo siga. El fútbol y el baloncesto le muestran el camino a otros como el motor, que ha visto como se encendía un semáforo en rojo que parecía eterno. Quien no se ha parado ni un momento, como dice la canción, ha sido uno de los motores que ha tenido el tenis durante esta dura pandemia.
Su nombre es Daniel Vallverdú, nació en Venezuela hace 34 años y ha pasado de estar al lado de los tenistas más grandes del circuito a ponerse a arrimar el hombro en favor de todos esos entrenadores de la ATP que tanto han sufrido la interrupción de la temporada.
Mientras la incertidumbre sobre la vuelta de la competición era total, mientras algunos tenistas se dedicaban a increpar a otros por no saber qué hacer cuando todo volviera, y mientras algunos torneos han intentado volver a toda costa, Daniel se ha olvidado de todo menos de ayudar, de ayudar a sus compatriotas que sin torneos a los que acudir se habían quedado solos e indefensos.
Un grande entre los grandes
La grandeza de Daniel Vallverdú, conocido en todo el universo de la ATP, ha residido, entre otras cosas, en saber cómo tratar a los grandes. En ser capaz de estar a su lado y hacerlos crecer. La labor de un entrenador de tenis es tan complicada como diferente a la de otros entrenadores.
El hecho de tratar con un solo individuo, para lo bueno y para lo malo, reduce mucho las posibilidades, pero la unión y el vínculo son totales. Totales hasta que la pista les separa, pues ahí, donde muchos entrenadores pueden dirigir, cambiar la táctica o animar a sus pupilos, el entrenador de tenis solo puede observar y confiar en que su jugador trace el plan diseñado y llegue hasta la victoria lo antes posible.
Daniel Vallverdú se ha caracterizado por situarse siempre en banquillos de máxima exigencia. El mayor ejemplo de su carrera ha sido el de Andy Murray. Juntos, entrenador y jugador fueron capaces de crecer hasta llevar al británico al número dos del ranking mundial, a levantar trofeos tan prestigiosos como el Grand Slam de Wimbledon de 2012 o el Us Open de 2013, e incluso morder un metal dorado en los Juegos Olímpicos de Londres.
Una trayectoria soñada que no solo catapultaría a Andy hacia el olimpo, si no que lo hizo también con Daniel. Nunca más sería un simple entrenador, si no una de las personas que puso su granito de arena para construir al tenista capaz de plantar cara al ‘Big Three’. Fruto de este éxito, el más bonito de su carrera en palabras del propio Daniel, la llamada de otros grandes jugadores no se hizo esperar.
Otro enorme jugador que requirió de los servicios de Vallverdú fue Tomas Berdych. Con él, el checo consiguió alcanzar el cenit de su carrera, el puesto número cuatro del ranking mundial. Como el rey Midas, todo lo que tocaba Daniel se convertía en oro. Sin embargo, no se quedaron aquí sus éxitos.
El venezolano trabajó también junto a uno de los jugadores más complicados del circuito, Grigor Dimitrov. El búlgaro, con un carácter indomable, también obtuvo buenos resultados tras unir sus caminos a los de Daniel, levantado el título en las Nitto ATP Finals de 2017, más conocida como Copa de Maestros, un torneo que no han conseguido ganar tenistas de la talla de Rafa Nadal, entre otros.
En estos momentos se encuentra trabajando junto otro de los grandes del tenis mundial, Stan Wawrinka. Ambos llevan semanas preparando en Mónaco el regreso de otro de los pocos jugadores que ha conseguido intimidar el reinado de Federer, Nadal y Djokovic. El suizo forma parte de un grupo de elegidos, junto al propio Murray y a otros como Del Potro o Cilic, que han conseguido mirar a los ojos a los tres reyes del tenis.
El silencio del segundo plano
Todos estos éxitos sitúan sobradamente las enormes credenciales de Daniel Vallverdú. Un técnico y un personaje que respira tenis por los cuatro costados. Que sabe lo que es trabajar al límite, con la máxima presión y la máxima exigencia, y que es capaz de obtener resultados cuando a otros les tiemblan las piernas.
El trabajo del técnico venezolano es apreciado en todo el circuito, donde se ha convertido en toda una referencia. Sin embargo, su línea de actuación no ha variado ni un ápice, siempre desde el anonimato para el gran público, siempre desde el silencio.
Daniel considera que trabajar en un segundo plano, desde la concentración y casi desde la sombra, le permite guiar mejor a sus pupilos. Una línea de actuación metódica y una devoción y dedicación al tenis incansables, le permiten obtener el reconocimiento de todos los expertos. Como él mismo afirma: "Obviamente hice algo bien cuando trabajé con tan grandes jugadores".
No obstante, él se atribuye el mérito justo, casi considerando que su mayor virtud es no entorpecer la fluidez del talento de los jugadores. El tenista gana partidos con su talento y es misión del entrenador saber encaminar ese talento en la dirección adecuada para obtener los máximos resultados. Y así ejerce él desde su segundo plano.
La cara más solidaria de Vallverdú
El tenis, como todos los deportes, ha sufrido un parón muy prolongado que ha dejado la sostenibilidad de su universo contra las cuerdas. Algunos tenistas como Feliciano López han afirmado que "si no jugamos es posible que no sobreviva la ATP". Y 'Feli' sabe de lo que habla ya que no solo conoce el punto de vista del jugador, si no que también conoce la visión de los organizadores y empresarios como director del Mutua Madrid Open. Pues si alguien ha trabajo durante estos meses de penumbra e incertidumbre en pos de la ATP y de un colectivo muy importante dentro de esta, es Daniel Vallverdú.
El venezolano se podría considerar como 'el salvador de entrenadores'. Durante esta época de cuarentena, se ha encargado de recaudar fondos para ayudar a otros entrenadores que se han visto gravemente afectados por la pandemia originada por Covid-19.
Bajo el propósito de “solo estoy tratando de ayudar tanto como puedo”, Vallverdú ha organizado varias campañas que han tenido como objetivo diferentes fines solidarios, así como intentar salvaguardar el bienestar de tantos técnicos que han sufrido dificultades económicas durante una crisis que se ha prolongado más de tres meses.
La ayuda de Daniel y de tantos otros, que ha conseguido incluso la involucración de la ATP, ha tenido enormes resultados, lo que ha permitido a muchos entrenadores volver a sus trabajos gracias a que los jugadores no han sufrido pérdidas económicas y han podido solicitar sus servicios, algo que parecía impensable hace tan solo unas semanas. Esta actuación en un momento tan decisivo ha supuesto un soplo de aire fresco en el sector más humilde del tenis, reactivando en cierto modo la ilusión de aquellos que creían haberlo perdido todo o casi todo.
El Programa de entrenadores
Uno de los mayores logros de Vallverdú en estos meses ha sido impulsar el Programa de Entrenadores de la ATP, donde se ha asociado con otros miembros para involucrar de lleno a la Asociación de Tenistas Profesionales y poder concienciar así a todos del grave problema que asolaba el deporte de la raqueta.
Gracias a este programa, figuras de la importancia de Paul Annacone, Boris Becker, Goran Ivanisevic, Ivan Lendl, Ivan Ljubicic, Carlos Moya o Marian Vajda se han involucrado de la manera más solidaria posible para entre todos remar hacia un futuro más próspero.
Con el objetivo de recaudar fondos para un buen fin y apoyándose también en los aficionados, se han organizado subastas y sorteos de productos exclusivos ofrecidos por los mejores tenistas del mundo. Además, se han llevado a cabo diferentes programas para que estos entrenadores de primer nivel puedan encontrarse con aficionados en los vestuarios de los torneos, recibir consejos y pequeñas clases personalizadas y diferentes actos en las instalaciones de los campeonatos del Grand Slams y los mejores torneos del circuito ATP.
Por si esto fuera poco, dentro de estos eventos, los aficionados tendrán la oportunidad de ganar entradas para conocer a sus ídolos y presenciar partidos en directo cuando las condiciones sanitarias lo permitan. Así, el Programa de Entrenadores ATP ha conseguido crear la ecuación perfecta en la que ambas partes a un lado y otro del igual, entrenadores afectados y aficionados, salgan ganando. Y no solo esto, una parte de lo recaudado con estos proyectos será destinado a la acción de ayuda contra el Covid-19.
La labor de Daniel Vallverdú ha permitido unir, en unas condiciones nunca antes vividas, a todo el mundo en el universo del tenis. Una acción tan solidaria como la llevada a cabo solo puede ser realizada por un personaje que tanto le ha dado al tenis mundial en los últimos años, no solo por su conocimiento reflejado en los éxitos de sus jugadores, si no también en su capacidad para ayudar y mostrarse al lado de los que más lo necesitan. Este ha sido el protocolo de ayuda del entrenador de los grandes, mostrando su cara más solidaria tras la crisis del Covid-19.
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