Se jugó a cubierto, pero como si nada. Para llegar a los octavos de final de Roland Garros, Rafael Nadal tuvo que enfrentarse a Stefano Travaglia bajo el techo de la Philippe Chatrier, su primer partido en esas condiciones en el torneo. El español, históricamente en desventaja cuando compite sin ver el cielo, se enfrentó a ese desafío en la pista de sus amores y respondió con un mensaje claro: apabullando al italiano (6-2, 6-4, 6-0) para citarse con Sebastian Korda (6-4, 6-3, 6-1 a Pedro Martínez Portero) por una plaza en cuartos de final. [Narración y estadísticas]
“Es una pista muy grande, el techo está muy arriba, no es comparable a jugar en una indoor real como París-Bercy”, reconoció después de Nadal. “Sí, no hay viento y el sonido de la pelota es diferente, pero entra aire por los lados. He tenido buenas sensaciones”, añadió el balear. “Hoy hacía frío dentro, pero no era dramático como los primeros días que llegamos aquí. Estoy contento por la victoria”.
Nadal encaró un día frío (12 grados) y desagradable (mucha lluvia) con buena cara y las ideas clarísimas. Con las piernas en alerta para combatir la pesadez de la pista, el mallorquín arrancó con un break (2-0) que desmoralizó a Travaglia derrotado a los cinco minutos de comenzar el partido. Sabía el italiano que necesitaba dos cosas para tener opciones de victoria: jugar el mejor tenis de su vida y cruzar los dedos para que su contrario no diese una. Y ni la una ni la otra, no ocurrió ninguna.
En constante mejora para alcanzar una versión que le permita aspirar al título, Nadal siguió haciendo los ajustes que necesitará cuando las cosas se pongan fea, algo que pasará más pronto que tarde. Así, por ejemplo, siguió cuidando cada saque (78% de puntos ganados con el primero servicio) y dio un salto en agresividad intentando abrir más la pista con su revés cruzado, un golpe que había echado en falta en sus dos partidos anteriores y con el que se reencontró el viernes en una tercera ronda que deja una conclusión clara.
Ante Travaglia, al igual que en sus primeros encuentros en el torneo, a Nadal le habría bastado con mucho menos. El campeón de 19 grandes, sin embargo, sabe que Dominic Thiem (potencial rival de semifinales) y Novak Djokovic (final) le van a exigir la vida, y posiblemente un poquito más, en la pelea por la Copa de los Mosqueteros. Esa es la meta: tener el argumentario afilado cuando sus rivales le llevan al límite.
“Ha sido mi mejor partido sin ninguna duda, era el rival más exigente de los tres que he tenido”, dijo Nadal. "He conseguido sacar un resultado muy positivo. Ganar así a Travaglia quiere decir que he hecho muchas cosas bien”, insistió “Era un partido importante, tenía que dar un paso adelante y he pasado de ronda con contundencia”.
Cuidado, Nadal está cada vez más cerca de estar preparado.