Un día después de coquetear con el peligro en su estreno en París-Bercy, Rafael Nadal llegó a cuartos de final con una versión mucho más reconocible del tenista que levantó hace un mes su decimotercer Roland Garros. El jueves, el número dos mundial venció a Jordan Thompson (6-1, 7-6), con una paliza al principio y sufriendo después, y se citó con Pablo Carreño (7-5, 6-2 a Norbert Gombos) por una plaza en las semifinales del último Masters 1000 de la temporada. [Narración y estadísticas]
“He jugado un primer set bueno, haciendo muchas cosas bien, siendo agresivo y pegando buenos golpes con el drive”, se arrancó Nadal frente a los periodistas. “Luego todo ha cambiado. Él ha empezado a sacar mejor y yo no he estado tan fino al resto. En términos generales, he sabido sufrir cuando tocaba y rematarlo”.
30 minutos le bastaron a Nadal para hacerse con el primer parcial perdiendo solo un juego. A diferencia del partido del miércoles ante Feliciano López, donde llegó a las 1000 victorias, el español salió con firme idea de ser agresivo y Thompson se encontró con el desafío de parar una lluvia de pelotazos que le vinieron de todas partes. El australiano, un virtuoso, no encontró la manera de mantener apretado el marcador en ese primer set ante un contrario que jugó con intención cada golpe, siempre buscando dominar, siempre hacia delante.
Después de aplastar a Thompson en el arranque, Nadal tuvo que apretar los dientes para cerrar el cruce. Ocurrió que el australiano, una delicia verle jugar, encontró el tono el saque y el ritmo desde el fondo de la pista. Eso le valió para mantenerse a flote en el encuentro y fabricarse una pelota de set (6-5) que el mallorquín anuló después de un punto tremendo que le lanzó hacia una victoria ilusionante en el objetivo de reinar donde nunca lo ha hecho.
Históricamente, la gira europea bajo techo de final de año se la ha atragantado a Nadal por dos motivos evidentes: hasta hace unos años (2017) no tenía el juego para plantarle cara a sus grandes rivales en esta superficie sin estar por encima de su 100% y la ubicación en el calendario (noviembre) tampoco le ayudaba a llegar fresco físicamente.
Esos problemas no existen en 2020.
Este Nadal ha evolucionado hacia un tenis que funciona de maravilla en indoor y esta temporada asalta sin rasguños dos de los torneos que no ha ganado nunca (París y la Copa de Maestros de Londres), consecuencia de los seis meses de parón por la pandemia de la covid-19. Eso, claro, es una puerta abierta para que Nadal pueda añadir dos trofeos importantes a su legendario palmarés.
“La temporada pasada me estaba encontrando muy bien, de mis mejores años, pero luego me lesioné el abdominal”, recordó Nadal. “Soy consciente de que llevo tiempo sin jugar en esta superficie y el primer torneo es difícil. He ganado dos partidos y ahora es el momento de dar un paso hacia delante desde mañana. Espero estar listo”.