Carlos Alcaraz: “Juego para mí, no para cumplir las expectativas”
Antes de debutar por primera vez en un Grand Slam, el murciano atiende a EL ESPAÑOL y repasa su meteórico ascenso.
7 febrero, 2021 21:17El futuro ya está aquí. Con solo 17 años, Carlos Alcaraz (Murcia, España; 2003) debutará en el cuadro final de un Grand Slam cuando salte a la pista el próximo martes para jugar la primera ronda del Abierto de Australia ante Botic Van de Zandschulp. La gran joya del tenis español atiende a este periódico por Skype desde su habitación en el hotel Grand Hyatt, donde estuvo 14 días encerrado después de que un pasajero de su vuelo a Melbourne diese positivo en covid-19. Su despegue (146 mundial ahora mismo después de terminar 2020 ganando dos Challengers en Barcelona y Alicante) arrastra una consecuencia lógica: pese a seguir siendo muy joven, Alcaraz empieza a mostrar síntomas del proceso de madurez acelerado que sufren todos los que se han visto obligados a volar en solitario desde muy pequeños.
Estuvo dos semanas encerrado en una habitación 25 metros cuadrados, sin tocar la raqueta ni prepararse en condiciones.
Ni en vacaciones había estado tanto tiempo parado. Cuando supe que me tocaba hacer la cuarentena, le mandé un vídeo de la habitación a mis preparadores físicos para ver cómo podíamos adaptar el trabajo. La federación australiana me trajo una bicicleta para hacer cardio. Y yo me apañé con lo que fui encontrando. Además, me puse al día con mis estudios [Segundo de Bachillerato] y con el carné de conducir. También aproveché para llamar a algún amigo americano y mejorar mi inglés. Algunos días se me hicieron más pesados que otros, pero en general lo llevé bien.
¿Qué siente antes de jugar su primer grande?
Una gran motivación. En octubre, en la fase previa de Roland Garros, perdí un encuentro que me dolió mucho porque lo tenía ganado, dejé escapar dos puntos de partido. Haber pasado la previa en Australia se lo debo a esa derrota en Roland Garros. Aprendí mucho. Esta previa ha sido parecida aquella, pero esta vez tenía la experiencia de mi lado. Y además venía de hacer una gran pretemporada. Cada vez me siento más cómodo en pista rápida, incluso más identificado con esta superficie.
¿Por qué?
Porque he hecho de todo. He trabajado fuerza y cardio. También el tema mental, mejorando mis rutinas. He aprendido a aguantar todo el rato igual, de principio a fin. El saque es otra cosa que he mejorado muchísimo. Cada partido voy teniendo más confianza. Y el resto, para intentar no fallar tanto, buscando solo ponerla dentro. Ha sido duro, muchos días sin descanso, pero me gusta verme mejorar. Empecé la pretemporada de una manera muy distinta a la que la he terminado.
¿Con quién trabaja la cabeza? A los 17 años, y con su meteórico ascenso, parece fundamental.
Con mi psicóloga, Isabel Balaguer. Llevo dos años con ella y la verdad es que me ayuda muchísimo. Mi mejora mental ha sido gracias a ella, sin ninguna duda. Le pongo un ejemplo. Un tenista no está al 100% todos los días. Yo quiero seguir dando lo mejor de mí los días que no tengo ganas porque estoy más cansado.
¿También le ayuda a gestionar la comparación con Rafael Nadal? Porque es un fenómeno que va a más…
No. Que me comparen con Nadal no me ha hecho darle demasiadas vueltas a la cabeza. No quiero hacer resultados para la gente. Juego para mí, no para cumplir las expectativas. Lo de fuera es otra historia.
¿Cómo hace para no despegar los pies del suelo con todo lo que le está pasando?
Soy mucho de hacer bromas con los míos. Alguna vez he bromeado con cosas de ese tipo, pero nada más, no lo digo en serio. Soy una persona humilde. Nunca he mirado a nadie por encima del hombro por haber ganado algunos torneos de categoría Challenger a una edad temprana ni he usado eso para trabajar menos o no esforzarme al máximo en un entrenamiento.
¿Qué le dice su familia?
Se alegran mucho y me animan a seguir mejorando, pero intentan no darle demasiada importancia a todo esto, o al menos no me lo transmiten. Mi padre ha jugado al tenis toda la vida, es un deporte que le apasiona. Es director de la escuela de tenis en mi club, en Murcia. Así empecé yo. Si no estaba en mi casa, estaba en el club. Allí estaban todos mis amigos. Poco a poco, me fue gustando cada vez más el tenis. Jugaba más. Empecé a mejorar. Y hasta hoy.
¿Y sus amigos?
Lo bueno de mis amigos es que nunca me atosigan cuando estoy con ellos. No me hacen preguntas ni me piden que les cuente cosas del circuito. Voy a casa y soy el Carlos de siempre, el de toda la vida. Hablamos de nuestras cosas.
¿Es difícil ser un jugador profesional en la era de Instagram y Twitch?
Es complicado. A mí me cuesta, sobre todo Instagram. Lo uso bastante. Es algo que a la larga te perjudica porque no le das tanta importancia a las cosas que la tienen. Tengo que cambiar, usar menos el teléfono.
Hace un par de años dijo que le costaba estar totalmente concentrado en el tenis. ¿Sigue igual?
No, ya no. Es que se ha convertido en mi vida. Ya no me cuesta, antes sí. Me despistaba mucho, le prestaba atención a otras cosas. Ahora no me cuesta estar concentrado al 100% en el tenis, aunque lógicamente haya momentos para desconectar.
¿Qué tal se ha adaptado a la vida en el circuito?
Soy nuevo, con todo lo que eso conlleva. Juan Carlos [Ferrero, su entrenador] me guía en casi todo. Estoy aprendiendo de cada lugar, de cada torneo. Me voy sintiendo acogido. Me relaciono mucho con Pablo Carreño, Pablo Andújar, Guillermo García-López y el resto de los españoles. También con Álex de Miñaur, me llevo muy bien con él.
¿Cuál es el valor de contar con la ayuda de un ex número uno mundial como Ferrero?
Incalculable. Toda esta situación ya la ha vivido. Él sabe que me pongo muy nervioso, le doy demasiada importancia al torneo en el que estoy. Juan Carlos me da algunos consejos que me vienen muy bien.
¿Cómo le salen los nervios durante la competición?
Me ahogo más de la cuenta. Juego un punto largo y no respiro bien. Tengo miedo a fallar.
Sin embargo, y pese a ser muy joven, usted es valiente en los momentos clave de los partidos.
Eso es algo innato. En los momentos complicados de un partido, como un tie-break, me sale solo tirar para adelante y ser agresivo.
¿Es autocrítico?
Sí, sobre todo cuando pierdo. Salgo muy negativo, lo veo todo negro. Cuando gano… no suelo ser muy autocrítico, si le soy sincero.
¿Qué metas se han puesto para este año?
Tengo dos objetivos. A mitad de año, intentar estar en el top-100 para poder entrar al cuadro de Roland Garros; a final de temporada, acabar entre los 50 mejores
¿Y un deseo que no sea un objetivo?
Quiero ganar un torneo ATP. Y luego… Muchas veces he soñado que me toca jugar contra Nadal o Djokovic y consigo hacerles partido. Eso no se lo puedo negar.