Emmanuel Ahgassian fue un afamaso boxeador de la década de los 40 y los 50 que representó a Irán hasta en dos Juegos Olímpicos. Sin embargo, ha pasado a la historia por convertirse en el mentor de uno de los mejores tenistas de la historia, uno de los grandes proyectos del deporte americano en las últimas décadas. Él fue quien se encargó de impulsar el talento de su hijo, André Agassi.
Sin embargo, lo hizo con unos métodos en ocasiones excesivamente duros y que terminaron suponiendo un tormento para el propio André, que consiguió convertirse en tenista profesional y tocar el cielo, pero odiar el deporte que le había dado una vida en la élite. Ahora, Emmanuel, que cambió su apellido de origen armenio para evitar una persecución en Irán, ha fallecido a los 90 años.
Su muerte se produjo el pasado viernes, pero la familia ha tardado en comunicar el triste desenlace que llegó en el Hospital Nathan Edison de Las Vegas. De esta forma se ha producido el adiós del que todos consideran como mentor de André, pero también causante de la mayoría de sus tormentos.
Emmanuel reprensentó a Irán en el Juegos Olímpicos de Londres 1948 y en los de Helsinki 1952 para más tarde llevar la fiereza y dureza del boxeo a los métodos de entrenamiento con un André que solo era un niño y del que quería hacer un gran producto deportivo. Sus métodos traspasaron con frecuencia los límites psicológicos y atormentaron al propio Agassi, que lo reconocía en su propia autobiografía.
"Papá dice que si golpeo 2.500 pelotas al día, lo haré con 17.500 a la semana y casi un millón al año. Cree en las matemáticas. Los números, dice, no mienten. Un niño que golpea un millón de pelotas al año será imbatible". Así recordaba el niño que después se convertiría en uno de los mejores del mundo una infancia vivida entre gritos, extenuantes ejercicios y miles de pelotas que salína del cañón lanzabolas al que Andre bautizó como 'el Dragón'.
La pesadilla de Agassi
Estos entrenamientos que vienen detallados en la obra Open comenzaron a los 4 años. Emmanuel tenía el deseo enfermizo de comprarse casas cada vez más grandes para montar pistas en las que pulir el diamante que había descubierto en su hijo, mostrando un carácter ampliamente cruel, psicótico, con una ambición desmedida y calculador.
La presión que tenía sobre sus hombros era tal que su propio padre apostaba dinero por él en los torneos que jugaba, obligándole aún más si cabe no perder ni un solo punto. Cuando ya no pudo exprimirle más, le envió a la escuela de Nick Bolletieri, una de las más importantes del mundo donde coincidió con futuras estrellas como Jim Courier.
En su libro, Agassi recuerda que la exigencia de su padre no cesó ni cuando ya era un tenista reputado con grandes victorias: "Tras ganar a Ivanisevic en Wimbledon la final a cinco sets hablé con él y lo primero que me dijo fue que no tenía que haber perdido el cuarto set". Además, recuerda que una vez habló con su padre de lo que había escrito en el libro para intentar suavizar la polémica y este le dio una respuesta que le dejó sin palabras.
"Le llamé para puntualizarle algunos matices que se habían malinterpretado por el libro en la crítica y su respuesta fue: 'Sólo cambiaría una cosa. No te hubiera dejado jugar al tenis, te habría entrenado para ser jugador de béisbol o golf, que se gana más dinero'".
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