No se puede decir que esta ha sido una temporada sencilla para Novak Djokovic (Belgrado, Serbia; 1987). Ha sido muy buena, eso por descontado, pero también de las más exigentes a sus 34 años rozando ya los 60 partidos en 2021. Por eso tiene un valor doble ver al tenista serbio en la pista de Madrid peleando por llevar a su país a la final de la Copa Davis.
"Hola, Madrid. ¿Qué tal? ¿Todo bien?". Con esas palabras, en perfecto español, Djokovic es capaz de levantar al público madrileño. Se le da bien conquistar a la gente, aunque su mayor virtud siempre será hacerlo con su tenis. Ese tenis que este miércoles guió a Serbia hacia la victoria Kazajistán.
Nole hizo su trabajo. Tomó parte de la eliminatoria de cuartos de final con un 0-1 en contra tras la derrota de Kecmanovic contra Kukushkin y le dio la vuelta: primero ganando a Alexander Bublik en su mano mano y, tras darse el lujo de hablar con los aficionados del Madrid Arena, luego conquistando el dobles junto a Nikola Cacic contra Golubev y Nedovyesov. Serbia está en semifinales y sueña con repetir victoria en la Davis tras la lograda en 2010.
En semis espera Croacia, que viene de pasar por encima de Australia y ganar a Hungría en grupos y de imponerse a Italia en los cuartos. Será el penúltimo reto, si todo sale bien, para un Djokovic que no quiere cerrar el año sin luchar por la Davis en la final. Presumiblemente, la que se cuele desde el otro lado del cuadro será la Rusia de Daniil Medvedev, número 2 del mundo.
La Davis ha notado la ausencia de grandes estrellas, empezando por Rafa Nadal y Roger Federer que se recuperaban de sus lesiones en este tramo final de la temporada. Pero de las Finales también se 'bajaron' otras potencias del circuito como Alexander Zverev o Matteo Berrettini, de otra generación diferente a la de Nole, pero que, no como el serbio, antepusieron su tiempo de descanso al torneo de selecciones.
Porque el hambre de Djokovic es insaciable y quiere repetir once años después el título de la Davis, ahora bajo un nuevo formato, que conquistó en 2010 con tan solo 23 años. Eran otros tiempos y el serbio, que por entonces todavía no se había alzado al número uno de la ATP, es indiscutiblemente el mejor del mundo y, quizás, de la historia.
Djokovic ha aprendido a sobreponerse de los palos, como lo fue este año quedarse sin medalla en Tokio 2020 pese a ser el favorito al oro. También perdió en la final del US Open contra Medvedev (en tres sets) cuando una victoria le habría aupado como el tenista con más Grand Slams de toda la historia. La carrera con Federer y Nadal todavía está empatada a 20.
45 días para el Open de Australia
Es esa disputa entre los tres la que motiva al Big Three a seguir, pero es Djokovic el que más lo tiene de cara por su evidente superioridad física en este punto de sus carreras. Es lo que le permite estar doblando esfuerzos en la Copa Davis para llevar a su país hacia la final cuando no queda ni mes y medio para que arranque lo bueno de la temporada 2022 con la celebración del Open de Australia.
Debates aparte sobre si Nole podrá jugar en Victoria por la vacuna o no, Djokovic tiene planeado estar y elevar a diez títulos su hegemonía en este torneo. Su triunfo pasaría a la historia por lo que significaría ese número 21 en la cuenta de Grand Slams ganados, pero también lo sería por su forma de seguir peleando por todo a los 34 años. No hay quien le pare.
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