Daniil Medvedev no cambia. Sigue siendo tan bueno como polémico. Lo cierto es que su política gestual y su actitud dentro de la pista no le han dado malos resultados. Ha terminado la temporada como uno de los mejores jugadores del circuito y ha podido levantar su primera ensaladera de la Copa Davis en Madrid.
Rusia se proclamó este domingo campeona del espectacular torneo de selecciones que ya no regresará a la capital de España el próximo año. Con formato renovado, pero con la misma emoción, el potente equipo soviético demostró a lo que había venido. Siempre fueron los máximos favoritos y a pesar de que pasaron algún apuro, sobre todo contra España con esa heroica victoria de Feliciano López sobre Rublev, han cumplido los pronósticos.
El tenista número 2 del mundo y que el próximo año se ha propuesto acechar el reinado de Novak Djokovic puso fin a once días de competición venciendo a Marin Cilic por la vía rápida y sin dar opción alguna a una Croacia cuyas mayores opciones estaban en el partido de dobles, el cual quedó carente de valor tras la victoria de un Daniil implacable.
El jugador ruso sufrió algo más en el primer set, el cual cerró en el tie break por 7-6. En el segundo, ya con un Cilic entregado, se dedicó a disfrutar del ambiente hostil que se había encargado de generar durante las casi dos semanas que ha pasado en Madrid. Una relación de cierta animadversión, pero también de reconocimiento, que le ha servido para motivarse más si cabe en la pelea por un título histórico. Se trata de la cuarta ensaladera para un país que inició hace años un proyecto para relanzar su tenis y que lo está consiguiendo con creces.
Medvedev y Rublev son los grandes exponentes de esa resurrección deportiva y en la Davis han terminado demostrando su poderío. Con esta victoria, cierran un curso para enmarcar ya que a principios de año consiguieron imponerse también en la otra gran competición por selecciones, la ATP Cup. Por si fuera poco, hace escasas semanas se adjudicaron también la Billy Jean Cup.
El 'serio' Daniil Medvedev
La nota extraña dentro de la felicidad general la puso un Medvedev que sigue fiel a su política de no celebrar sus victorias ni sus títulos. Ni siquiera el orgullo de haber ganado un gran trofeo para su país le hizo cambiar su gesto. Así decidió que sería desde 2019 y de momento ha variado en su política, algo que ha sido muy criticado en infinidad de ocasiones.
Tras ganar, se dirigió hacia la red para salur a su rival, se abrazó con el capitán Shamil Tarpischev y después regresó al centro de la pista para recoger una merecida ovación después de once días de muchas polémicas, pero de gran tenis. Después en la entrega del trofeo, tampoco se le vio especialmente efusivo a pesar los intentos de sus compañeros por hacerle exteriorizar sus emociones.
Así explicaba hace no mucho Daniil su decisión: "En el tenis creo que probablemente sea el primero, en el fútbol he visto jugadores que no celebran. Lo decidí durante el Abierto de los Estados Unidos, cuando tuve dificultades con el público. No celebro mis victorias. Es mi manera de entenderlo y me gusta". Aquel altercado en 2019 le hizo extremar el sentimiento de sentirlo solo en la pista y ahora lo utiliza como parte de su puesta en escena. No es el primero ni será el último jugador que también lleva un personaje dentro.
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