Bernard Tomic es uno de esos casos tan repetidos en el mundo del tenis de jugadores con un inmenso talento que podrían haber llegado a lo más alto y que simplemente se han quedado en proyectos rotos por su indisciplina y su poca cabeza. Quizás el caso más ilustre de esta triste lista sea el del Nick Kyrgios. Y otro que podría aparecer en este apartado sería Benoit Paire.
Jugadores con un potencial tremendo, con técnica, con calidad y con habilidad, capaces de hacer diabluras con una raqueta, pero incapaces de mantener la concentración durante cinco minutos seguidos. Carreras profesionales que demuestran ser de todo menos eso. Deportistas por definición, pero no por condición, que se dedican a ganar el dinero suficiente para no volver a tomarse en serio lo que debería ser su pasión.
La última de Tomic
El caso de Tomic, que bien podría alterar el orden de las letras y quedarse en un caos, es uno de los más particulares. Al menos, aunque haya engrosado esta lista de dudosa reputación de jugadores protagonistas por sus líos deportivos y extradeportivos y no por sus victorias, ha tenido la consideración de hacerlo dándole un toque propio.
De nacionalidad australiana, pero nacido en Alemania y con ascendencia croata, Tomic ha vuelto al calor de los focos tras dejar una confesión que ha provocado que más de uno se quede con la boca abierta y sin entender muy bien lo que pretende este jugador en su vida y en su trayectoria como jugador de tenis.
En una entrevista con The Courier Mail, Bernard ha confesado que a principios de año, mientras se disputaba el Abierto de Australia, salió bajo los efectos de alguna droga a jugar uno de sus partidos. Lógicamente, lo perdió, aunque muchos le consideran el ganador moral de la batalla solo por conseguir tenerse en pie en esas condiciones tan lamentables.
De hecho, el propio Bernard ha definido su estado aquel día en el que se medía a Shapovalov como "fumado". Le cayó una paliza importante al ceder por la vía rápida por 6-1, 6-3 y 6-2. Ese día no hubo punto de partido porque para punto el que llevaba el tenista australiano encima de su cuerpo. Una situación que puede parecer cómica, pero que define claramente la poca profesionalidad de un tipo que llegó a codearse con la élite del tenis mundial durante un tiempo.
La historia de Bernard
Esta quizás haya sido la más sonora de sus anécdotas a lo largo de su carrera, pero ha tenido más. La que podría ir en segundo lugar fue la guerra que abrió contra su propio país cuando le denegaron su participación en un Abierto de Australia. Bernard esperaba recibir una wildcard, las famosas invitaciones que se entregan en el circuito tenístico para poder disputar un torneo aunque no corresponda por el ránking que ocupa.
Tomic, muy acostumbrado a recibir este tipo de ayudas porque su ránking casi siempre ha sido bajo, montó en cólera cuando se enteró que se quedaba fuera del torneo de Melbourne. Tras la negativa de Tennis Australia, tuvo que pasar por la ronda previa, perdiendo en el último partido antes de llegar al cuadro final, lo que le hizo estallar.
"Nunca he necesitado su ayuda para lograr cosas. Tampoco la necesitaré ahora". Tampoco es que Tomic haya logrado éxitos muy notables en el mundo del tenis, pero él aún así se consideraba en potestad de hacer esa crítica, y otras más, que provocaron que terminara aquella fase previa con derrota y entre abucheos.
Otro de sus lamentables espectáculos del nacido en Stuttgart se produjo precisamente después de aquella lamentable actuación en el Abierto de Australia. Tomic, que causó el interés de los medios de comunicación por su preocupante situación, fue cuestionado acerca de los pasos que iba a dar en su carrera próximamente para intentar recuperar el rumbo y seguir consiguiendo esas cosas que él decía haber conseguido.
Sin embargo, como viene siendo habitual, no se tomó nada bien esa pregunta y dejó una frase que le ha perseguido y le perseguirá durante toda su carrera profesional: "Contar mi dinero. Vayan y generen 13 o 14 millones. Buena suerte, chicos". Estas palabras provocaron la indignación del circuito profesional y muchos grandes personajes del universo de la raqueta, tanto jugadores como entrenadores y miembros de la ATP, le criticaron duramente por su desacertada actitud.
A Tomic le importó poco haber generado esa animadversión hacia su carrera porque ha seguido protagonizando situaciones tan bochornosas como esta. No obstante, a pesar de sus devaneos, sabe de su gran calidad y todavía no ha perdido la esperanza de volver a dar que hablar por su talento y no por sus salidas de tono.
Sus planes de futuro
En la misma entrevista en la que confesaba haber jugado "fumado" ante Denis Shapovalov, quien fuera número 17 del mundo asegura que se siente en disposición de llegar de nuevo a los puestos cabeceros del ránking ATP. "Me arrepiento de muchas tonterías del pasado. Para ser honesto, el último par de años no sabía ni donde estaba".
Este jugador, profesional desde el 2008 y con cuatro torneos en su palmarés, ocupa ahora el puesto 254 del mundo y lleva sin jugar desde septiembre por una lesión en los dedos de su mano, pero espera poder llegar a Australia en condiciones de jugar para recuperar su mejor versión: "No estoy ni cerca de mi mejor momento. Eso lleva meses y meses volver a esa forma. Hay chicos que tienen 40, 38 y están en el Top100, Top50, Top30. No quiero jugar tenis profesional hasta que tenga 38. No es algo por lo que luche. Soy bueno en eso. Pero no me veo jugando entonces".
"Fui 17º del mundo, y podría haber estado entre los cinco primeros. Soy un poco mayor. Un poco más sabio. Ya no soy ese niño estúpido. Creo que en dos o tres años puedo llegar al Top10". A sus 29 años, todavía se ve con opciones de volver a disfrutar del tenis y a colarse entre jugadores como Novak Djokovic, Rafa Nadal o Daniil Medvedev.
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