Naomi Osaka (Japón, 1997) se convirtió en la mejor tenista del planeta en 2019. Sin embargo, tan rápido fue su ascenso como su caída. La jugadora acabó cediendo a la presión mediática y social. La tensión en la pista y fuera de ella limitó su potencial durante los partidos. Y Osaka, que se había erigido como un atractivo para todas las marcas, se vio obligada a retirarse temporalmente. Tras varias idas y venidas, la nipona sigue viéndose sobrepasada pese a la lección de Simone Biles.
El último episodio de Osaka, ahora número 78 del ranking WTA tras sus diferentes desapariciones, se ha producido en Indian Wells. La tenista recibió los insultos de un aficionado que se encontraba en la grada estadounidense. Osaka se marchó tras perder los dos sets ante Kudermetova. Y, cuando analizó el partido en el micrófono a pie de pista, rompió a llorar. ¿La razón? La habían dicho que 'Naomi, apestas'.
Las lágrimas de la jugadora japonesa dieron la vuelta al mundo y pusieron una vez más sobre la mesa la importancia de la salud mental. Una salud mental que en el sector del deporte, que implica una gran exposición tanto mediática como entre los aficionados, es fundamental. Naomi Osaka no aguantó los insultos de ese fan y acabó pasándola factura.
El debate, más en su caso, se reabrió tras protagonizar las imágenes. Y los bandos son los de siempre: desde los que rechazan tajantemente los insultos de un aficionado hasta los que, pese a condenarlo, entienden que es uno de los riesgos que se corre por competir en la élite.
Andy Murray, un veterano del circuito masculino y que bien sabe lo que es tocar el cielo y vivir los infiernos, ha sido de los primeros en mojarse. "Obviamente, lo siento por Naomi, a la que le afectó mucho. Es algo que siempre ha sido parte del deporte. Supongo que tienes que estar preparado para eso de alguna manera y ser capaz de tolerarlo", indicó en una reciente comparecencia.
Naomi Osaka ya se enfrentó a esta situación en 2021. Primero en Cincinnati, donde reconoció ante la prensa que le daba vergüenza salir a la calle por romper a llorar. Una imagen que hizo saltar las alarmas entre las que la conocían y que era la muestra de la difícil etapa que estaba viviendo la tenista.
"Soy diferente a mucha gente y muchas veces no puedo evitar hablar de algunas cosas en Twitter o evitar que haya muchos artículos sobre mí. Sé que es porque he ganado un par de Grand Slams", justificó sobre el momento que atravesaba.
Poco después, tras perder ante la joven de 18 años Leylah Fernández en el US Open, Naomi Osaka se rompió de nuevo ante los medios de comunicación. En esta ocasión, aprovechó para anunciar una retirada temporal que se extendería varios meses y cuyo objetivo fue, más allá de recuperarse físicamente, hacerlo psicológicamente.
Biles, la referencia que nadie iguala
La forma en la que se ha desarrollado el caso de Naomi Osaka y el de Simone Biles es completamente diferente. En primer lugar, porque la tenista ya se ha tenido que enfrentar en varias ocasiones a un escenario como este mientras que Biles solo lo exteriorizó en los Juegos Olímpicos. Pero, además, Biles logró generar una oleada de apoyos a nivel mundial mientras que Osaka continúa hundiéndose en el ranking sin que su caso marque un precedente en el circuito.
Simone Biles, cabe recordar, hizo historia en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Casualmente, en este torneo regresó Naomi Osaka con la presión de ser anfitriona y de encender la antorcha olímpica. Biles, favorita para varios oros, no se vio en condiciones de participar en la final por equipos y acabó retirándose. Lo que en un primer momento parecía una lesión acabó sentando un precedente: Simone Biles había rechazado competir por la presión.
La joven gimnasta puso sobre la mesa la importancia de cuidar la salud mental. Su desarrollo profesional nunca fue fácil y las historias que han perturbado su vida son por todos conocidas. Sin embargo, ese semblante serio y de estrella que siempre lucía sobre el tapiz habían hecho olvidar contra lo que tenía que luchar. Biles renunció a varias medallas con lo que eso supone para Estados Unidos. Pero, pese a todo, se erigió como la gran referencia de unos Juegos donde la salud mental se situó en el centro de todos los focos.
Los meses han pasado y en más de una organización ha habido avances. Sin embargo, como refleja el caso de Naomi Osaka, no todas las deportistas provocan el mismo revuelo. La japonesa no es la primera vez que se rompe por sorpresa ante los medios de comunicación y, a la vista de las palabras de Murray, no parece que haya una opinión común en el circuito del tenis mundial.
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