Todavía no ha llegado la hora, el momento del reemplazo debe esperar, al mejor de los mejores le quedan muchas cosas que decir. Carlos Alcaraz intentó dar un paso más hacia el relevo generacional, pero Rafael Nadal se opuso frontalmente. En la primera semifinal española de la historia de Indian Wells, el campeón de 21 grandes venció 6-4, 4-6, 6-3 en 3h12m al murciano, 17 años más joven, alargó su imbatibilidad de 2022 (20-0) y se clasificó para la final en el desierto californiano. El domingo, ante Taylor Fritz (7-5, 6-4 a Andrey Rublev), el mallorquín intentará redondear un trimestre mágico ganando su cuarto título de la temporada, que además le permitiría empatar a Novak Djokovic en número de Masters 1000 (37) y llegar a la gira europea de tierra batida mejor que nunca en toda su carrera. [Narración y estadísticas]
Con todo igualado en el tercer set, los dos tenistas enredados en una eléctrica batalla de voluntades, de la raqueta de Alcaraz escupió un misil tras otro que Nadal repelió como pudo. Al límite, atosigado durante muchos momentos, el mallorquín resistió ante la potencia de fuego de su rival y avanzó tras una tarde que tuvo de todo, y que terminó con el ganador dolorido en la zona del pecho.
A diferencia de lo que sucedió en la Caja Mágica el pasado mes de mayo, cuando Alcaraz arrancó el partido con un ataque de nervios que condicionó todo el cruce, llevándole hasta la derrota, el murciano firmó un inicio vibrante en Indian Wells. Convertido en el semifinalista más joven de la historia del torneo desde Andre Agassi en 1988, Alcaraz firmó un break de entrada (1-0) que respaldó ganando su saque en un juego de casi 15 minutos (2-0) y se presentó ante Nadal martilleando cada pelota para descoser al balear, impresionado por la salida en tromba de su oponente, incapaz de sostener el empuje inicial del número 19 mundial.
¿Qué hizo Nadal para no dejarse arrollar por el ímpetu del joven murciano? Utilizar la experiencia que ha acumulado durante toda una vida en la élite. Primero, el mallorquín le pegó un zarpazo al encuentro sumando cuatro juegos seguidos (de 0-2 a 4-2); luego, se recompuso cuando Alcaraz volvió a empatar la primera manga (de 4-2 a 4-4) para abrir una brecha insalvable en la primera manga (5-4); finalmente, Nadal abrochó el primer set exhibiendo la evolución que ha sostenido sus éxitos de los últimos tiempos.
Durante la última década, y como lógica consecuencia de la edad, Nadal ha perdido chispa en sus piernas. Eso quedó subrayado en las semfiinales: con 35 años, la movilidad del balear contrastó fuertemente con la de Alcaraz. A los 18 años, el murciano se desplaza a la velocidad del rayo y compite con la intensidad que solo se encuentra en la adolescencia. Le sobran potencia y fuerza. Es el claro ejemplo de alguien dispuesto a comerse el mundo. Que Nadal haya conseguido continuar luchando por los títulos más importantes del circuito a pesar de dejar atrás esa vivacidad solo se explica desde la capacidad transformarse de la mano de las arrugas.
Con el primer parcial conquistado, y entre unas tremendas ráfagas de viento, descontrolado después de la primera hora de partido hasta convertirse en casi una tormenta de arena, Nadal y Alcaraz se repartieron los quiebres (dos para cada uno, con el murciano tomando la delantera con 3-2 y 4-3, y el mallorquín empatando inmediatamante para 3-3 y 4-4) mientras intentaban descifrar los vaivenes de la bola y se abrían paso en mitad del temporal. Con papeles y toallas invandiendo la pista e interrumpiendo constantemente el juego, que también se detuvo después de que se cayese uno de los postes de la red, los españoles mantuvieron el tipo jugando puntos increíbles dadas las desgradables condiciones.
Después de encajar un break decisivo (4-5) que le costó perder el segundo parcial, Nadal habló con Gerry Armstrong, el supervisor del torneo, para hacerle ver que jugar así era imposible, un milagro. Un rato después, el número cuatro estaba peleando a cara de perro en la tercera manga contra Alcaraz después de que el murciano ofreciera una lección de perserverancia: más de 20 minutos tardó el aspirante en romperle el servicio al mallorquín, que salvó seis pelotas de rotura y claudicó a la séptima.
Eso fue un trampolín para la confianza del murciano.
Con 2-2, calmado el viento, Alcaraz se fabricó tres pelotas de break que no pudo convertir. Fue una señal. Estoy aquí para ganarte, no para irme derrotado. Nadal, sin embargo, le respondió de manera contundente. No te lo voy a permitir, todo esto aún me pertenece, quiero seguir alimentándome de títulos. Dicho y hecho: Con 4-3, el balear consiguió un quiebre (5-3) que le disparó hacia un triunfo fantástico en un encuentro de los que no se olvidan.