Roma

Rafael Nadal acabó el partido con el pie pidiéndole a gritos que se retirase. Aunque no lo hizo, Denis Shapovalov se llevó la victoria remontando al español (1-6, 7-5, 6-2) para meterse en los cuartos de final del Masters 1000 de Roma y subrayó la realidad actual: a una semana de Roland Garros, el español está metido en un buen problema. [Narración y estadísticas]

“Es difícil de entender mi día a día”, se arrancó Nadal tras caer derrotado, encadenado otra vez por la enfermedad de Müller-Weiss, una displasia del escafoides tarsiano que sufre desde 2005 en su pie izquierdo, pero que se volvió intolerable en la mitad de 2021, obligándole a cerrar su temporada en agosto. “No pretendo hacerme la víctima ni dar una visión más negativa de mi situación. Mañana me voy a levantar fatal porque no me voy a tomar antiinflamatorios. Vivo con montones de antiinflamatorios diarios para poder entrenar muchos días y aún así llega un momento que no se puede, como hoy. Si no tomo antiinflamatorios, voy cojo”.

Una hora más tarde de lo inicialmente previsto, consecuencia del retraso acumulado de la jornada y del cambio de sesión en la pista central, Nadal apareció para jugar contra Shapovalov prevenido después del susto que se llevó la temporada pasada. Redoblando las precauciones, el número cuatro firmó un arranque lleno de vitalidad para apagar la adrenalina de su rival, de largo lo más peligroso del canadiense. 

Durante más de media hora, solo existió Nadal, abrazado a su mejor versión de los últimos tiempos. Ayudado por los desatinos del canadiense, que acumuló un error forzado tras otro, el balear tuvo vía libre para desplegar una versión arrolladora que se llevó por delante a Shapovalov, incapaz de encontrar nada en su argumentario que le sirviese para entrar a pelear el partido. En consecuencia, el mallorquín devoró la primera manga cediendo un solo juego, y retratando todas las carencias de su contrario. 

De la nada, Shapovalov se encendió y se enganchó a la noche. Luchando y sufriendo para salvar el primer juego del segundo parcial, el canadiense encontró energía y vivió unos momentos arrolladores que le valieron para colocarse 4-1 en el marcador, que luego se transformó en la segunda manga y en un buen puñado de apuros para Nadal, que terminó el encuentro dolorido en el pie, completamente cojo, tieso como un palo, y con cara de cirscuntancias antes de Roland Garros

“Llegará un momento dado en el que mi cabecita me dirá basta”, aseguró el número cuatro. “Hasta que aguante y hasta que mi cabeza me permita asumir el reto de aceptar que los días son así. No se puede vivir continuamente de esta manera, y no por el tenis, por mi vida. Tanto dolor diario… se me hace complicado. Lo digo con la mano en el corazón: juego porque me hace feliz, pero el dolor me quita esa felicidad”, continuó. “Muchos días vivo con demasiado dolor. Me gusta mucho lo que hago, disfruto de la competición y me da momentos inolvidables, como los de este inicio de año, pero también es duro de aceptar vivir cojo. Mi cabeza sigue preparada para asumir el reto que supondrá lo que debo hacer en la siguiente semana y media. Sigo creyendo que voy a tener mis opciones”, subrayó. “No voy a dejar ni de creer ni de luchar para generarme oportunidades en Roland Garros. Si hay una remota posibilidad de éxito, voy a estar preparado mentalmente”.

Hasta en cuando las cosas están muy feas, puro Nadal.