París

El majestuoso salón Opera del hotel Intercontinental Paris Le Grand se llena de periodistas el lunes por la mañana. Desde primera hora, los medios de comunicación van pasando por los pasillos de la fortaleza de Rafael Nadal durante el último Roland Garros porque tienen cita con el tenista, que va danzando con Benito Pérez-Barbadillo, su jefe de prensa, de un lado a otro: de televisión en televisión, de radio en radio, y de periódico en periódico, hasta que se sienta a hablar con EL ESPAÑOL y otros diarios españoles que han estado siguiendo sus pasos en el segundo Grand Slam de la temporada.

Hace menos de 24 horas que el español ha ganado la decimocuarta Copa de los Mosqueteros, venciendo a Casper Ruud en la final, pero Nadal no tiene prisa y atiende a todos con una sonrisa, reflexionando y sin mirar el reloj. 

El número cuatro mundial, sin embargo, no puede ocultar el fuerte dolor que sufre en su pie izquierdo tras estar dos semanas infiltrándose para darse la oportunidad de aspirar al trofeo: cojeando cada vez se pone en pie, el mallorquín acaba quitándose la zapatilla para dejar que esa extremidad respire un poco, aunque no sirve de mucho. 

¿Cómo se ha despertado esta mañana?

Estoy muy bien físicamente, como durante las dos semanas. He jugado partidos de más de cuatro horas contra Felix [Auger-Aliassime], Novak [Djokovic], y con Zverev que llevábamos tres horas cuando se lesionó. A nivel corporal, las mañanas siguientes, me he levantado bien. Sin agujetas. Me he sentido bien.

¿Ha dormido bien?

No porque me dolía el pie. Tras dos semanas y media tomando antiinflamatorios y analgésicos prácticamente cada seis horas, porque no quedaba otra opción, se me ha despertado. Y hoy tengo un día complicado.

Nadal, durante la entrevista con EL ESPAÑOL Benoit Tessier REUTERS

Tras ganar al francés Moutet en segunda ronda vivió un momento muy difícil. ¿Puede explicarlo?

Me quedé totalmente cojo. No me había infiltrado el nervio aún. A partir de ahí, llegamos a la conclusión de que no podía seguir infiltrándome donde lo estaba haciendo porque era una cuesta abajo continuada. Tomamos la decisión de infíltrame el nervio a distancia, y ese ha sido el mayor acierto. De no hacerlo, no habríamos llegado hasta aquí de ninguna manera.

¿Cuánto dura el efecto de la infiltración?

Depende. No es matemático, pero suele durar unas siete u ocho horas.

¿Duele el pinchazo?

Duele, sí. Es soportable, pero hacer esto 20 minutos antes de salir a la pista cada día… no es agradable, la verdad. 

¿Cómo se gana Roland Garros con el pie dormido?

Me han hecho un bloqueo a distancia de los nervios sensitivos. Si te duermen el motor, no puedes mover el pie. No es matemático tampoco porque hay días que se te duerme un poco más abajo. Por ejemplo, ayer en la final se me durmieron los dedos y mi sensación era peor, pero tienes el control del tobillo. Lo he seguido controlando lo necesario para poder competir.

¿Y los riesgos?

Tienes el control del pie, pero sin sensibilidad. Podría haber un poco más de riesgo a la hora de doblarse un tobillo. Así como estoy jugando, con el pie dormido, da igual si hay menos sensibilidad porque paso de ir cojo a estar sin dolor. No se puede alargar en el tiempo, pero he sido capaz de ganar el torneo porque podía moverme y correr. Eso no ocurrió en Madrid o Roma.

El año pasado terminé Roland Garros y estuve cojo dos semanas y media

Entonces, ¿pesa más el dolor físico o el psicológico?

Si no tengo dolor físico, dolor psicológico tampoco.

Pero ahora mismo está con muchísimo dolor en el pie.

Pero ya sabría que lo tendría. Tenía claro que estaría así al terminar el torneo, lo tenía asumido. Todo lo que he hecho me lleva a estar mal ahora, pero es fácil de entender. Lo que se hace difícil es no poder entrenar en mi día a día. Por ejemplo, el año pasado terminé Roland Garros y estuve cojo dos semanas y media. No podía ni bajar las escaleras. Al final, cuando dejo de jugar un tiempo, un mes y medio, no es un problema en mi vida diaria. Me deja de doler. No es parecido a lo que siento cuando estoy entrenando o compitiendo.

¿Se acuerda del último partido que jugó sin tomar antiinflamatorios?

No lo sé y no quiero entrar en eso. Todos los deportistas de élite tomamos lo que necesitamos a nivel de analgésicos para poder competir. Es evidente que la mayoría de atletas viven con antiinflamatorios. Es lo natural. 

Esta semana se realizará un tratamiento con radiofrecuencia pulsátil. ¿Cuáles son las expectativas de éxito?

El objetivo es claro: hacer una radiofrecuencia pulsátil en el nervio para intentar conseguir la sensación que tengo cuando juego con el pie dormido. Buscamos mantenerla de una manera permanente. Si funciona, quitaremos la sensibilidad de la parte sensitiva del pie. Y hay otra cosa importante: con los bloqueos a distancia se ha demostrado que puedo jugar. Si conseguimos que el tratamiento funcione, dejando el nervio tocado, podré seguir jugando. Yo acostumbro ir a paso a paso. Confío en que las cosas vayan bien.

¿No está cansado de hablar constantemente de dolor en lugar de tenis?

Después de lo que pasó en Roma, era lógico que aquí se hablara. He intentado no hacerlo durante el torneo. Lo que queda es que se ha ganado otro Roland Garros más, quizás uno de los más difíciles de mi carrera.

Rafa Nadal con su 14ª Copa de los Mosqueteros tras ganar Roland Garros en París. Gonzalo Fuentes REUTERS

Teniendo en cuenta todos los sacrificios que hace actualmente para jugar, ¿no le llama su vida futura después del tenis?

Me la imagino como la he vivido muchas veces en mi carrera cuando he estado fuera de la competición como consecuencia de las lesiones. Ni es algo que me quite el sueño ni tengo ningún miedo a mi vida tras el tenis. Tengo muchas cosas que me hacen feliz. Si quiero, voy a poder quitarme el dolor del pie de una manera casi definitiva. Para eso debo hacer una operación que me fije el pie, y eso significaría no poder seguir jugando. 

Antes del Abierto de Australia, reconoció abiertamente que se había planteado retirarse. Después de todo lo que ha sucedido estas semanas, ¿cuántas veces ha tenido el pensamiento real de dejarlo porque no le compensa?

Lo que no compensa es no sentirte competitivo. Si no puedo entrenar, no puedo jugar. Estos últimos meses no ha podido ser. Los que viven mi día a día lo entienden, se hace difícil desde fuera. Vamos a buscar la solución con este tratamiento. Soy muy realista, ni dramático ni impulsivo: sé mi realidad y a partir de ahí tomo las decisiones acorde a eso. No puedo seguir como estos últimos meses. Si el tratamiento funciona, el primero que quiere seguir soy yo. Si no funciona, y hay que pensar en una operación que no me garantiza al 100% que me recupere, será una decisión totalmente personal.

Todo lo que se ha hablado estos días sobre su retirada y el relevo… ¿considera que se le está tratando con respeto?

No entro en ese charco nunca. Al final, igual que también se me ha alabado muchísimo, entiendo que aparezcan dudas sobre muchas cosas. Las acepto porque yo también las tengo. Tampoco he leído todo, y menos en mitad de un torneo. Trato de aislarme. Tengo que hacer mi camino, pero es lógico. Vivimos en el mundo de la inmediatez. Todo pasa rápido. Estos últimos meses, que he estado fuera por el problema de la costilla, ha coincidido que Carlos [Alcaraz] ha ganado en Miami, Barcelona y Madrid. Es una cara nueva que aporta mucho positivismo. Entiendo que había que hacer esta promoción, pero yo hago mi camino. Como espectador no puedo estar más contento de tener a alguien tan bueno como Carlos en nuestro país.

Ha ganado 14 veces Roland Garros. No lo va a superar nadie. Es imposible.

Parece, pero imposible no es. ¿Es muy difícil? Sí. Soy realista de la dificultad que tiene esto, de las circunstancias que deben darse para que ocurra. Si lo he hecho yo, supongo que puede hacerlo otra persona. Será difícil, esto es evidente.

He conseguido, contra pronóstico, tener una carrera larga

¿Qué valor tiene esta copa?

Ha sido un Roland Garros que a nivel tenístico tiene un valor importante porque he conseguido ganar a gente muy buena. A nivel mental también. Después de todo lo que pasó tras Indian Wells, con la costilla rota y el partido cojo de Roma… Sabía que podría jugar los partidos, pero tener la capacidad de poner todo esto a un lado para centrarme en el tenis y jugar al nivel que lo he hecho quiere decir que mentalmente estaba preparado.

¿Qué ha pasado entre su primer título aquí en 2005 y el último en este 2022?

Han pasado muchos años. He conseguido, contra pronóstico, y yo el primero, tener una carrera larga. Dentro de todas las cosas que han ido pasando, he mantenido la ilusión por seguir. Las personas que tengo al lado me han ayudado decisivamente a poder seguir.

Ese equipo del que habla es amplio, con la reciente incorporación de Marc López.

Tengo el mismo equipo de toda la vida, prácticamente. Toni [Nadal] se fue, pero sigo hablando con él a diario. Aunque no este en mi día a día, tengo una relación personal y hablamos mucho de tenis. Mi base siempre es la misma: gente muy cercana a mí. Marc [López] no estaba en mi equipo diario, pero pasábamos mucho tiempo juntos y convivíamos en los torneos.

¿También sigue ganando en el parchís?

Depende del día. Hay días que es una terapia contraria porque tengo que aguantar a Marc [López], que no tiene ni idea. El parchís tiene una cosa muy buena: te pasas dos horas sin darte cuenta, y es una manera de soltar los teléfonos móviles. Es algo positivo estar con el equipo jugando antes de los partidos, o en un aeropuerto entre horas. Es una distracción y una competición que tenemos entre nosotros, con un ranking anual. Iba primero, pero creo que mi padre me ha pasado esta semana, y sin jugar. 

Nadal, tras ganar el título en Roland Garros. Gonzalo Fuentes REUTERS

Desde su primera victoria en Roland Garros hasta ahora, ¿cuánto ha cambiado el tenis?

Todo cambia en esta vida. Nos tenemos que adaptar a las cosas. Antes se jugaba un tenis más clásico sobre pista de tierra, como el de Casper [Ruud]. A día de hoy, quedan menos tenistas haciendo esto, incluso yo. En general, las cosas evolucionan. Yo he seguido adaptando cosas, mi raqueta por ejemplo. A principios de año cambié el peso y el cordaje. Estaba jugando con 1,35 kg y ahora con 1,30. Puse más plomo en la cabeza para conseguir más potencia. Y hay otra cosa fuera de lo común: volví a mi raqueta antigua dos días antes de empezar a jugar este Roland Garros. Ahora recuperaré la otra, la nueva, pero sentía que no tenía el control necesario para jugar en tierra batida. Tengo que dar gracias a Babolat porque me preparó las raquetas en una tarde. Mis sensaciones de control mejoraron, pero uno debe adaptarse a todas las cosas que van pasando. 

En cuartos de esta edición ganó a Djokovic. ¿Recuerda otro partido a ese nivel?

La final de 2020 quizás fue mejor, pero este tuvo más emoción por el resultado. Estaba jugando muy bien, pero no pude mantenerlo en el segundo set. Era la primera vez que jugaba así durante los últimos cuatro meses, y me duró una hora y media. Si el partido ante Djokovic hubiese sido después de una temporada de tierra normal, y yo con ese nivel, habría sido más sencillo mantenerlo en el segundo parcial cuando estaba 3-0 con doble break. Sin este bagaje tienes más dudas. La intensidad es un hábito. Es un valor añadido que en el tercero fuese capaz de volver a jugar agresivo, con determinación. Fue un partido bonito y emocionante por el ambiente que hubo en la pista.

Más que ganar el Grand Slam, firmaría jugar los cuatro

Usted ha dicho varias veces este año que el público ha sido increíble. 

Hace muchos años que el público se porta de una manera inmejorable conmigo. También viene dado porque la gente no podía venir a vernos. Hemos pasado una época muy complicada con la Covid-19. Poder disfrutar de esta pista nueva, con las gradas repletas, ha sido una sensación muy bonita.

Ha ganado por primera vez el Abierto de Australia y Roland Garros de manera consecutiva. ¿Es una locura pensar en el Grand Slam?

Sí, es una locura, aún estando perfecto me lo parece. Nadie lo ha hecho desde Rod Laver, Djokovic fue el que estuvo más cerca el año pasado. Más que ganar el Grand Slam, firmaría en jugar los cuatro.

¿Cómo está ahora la carrera por terminar con más grandes?

Todo puede pasar. Es evidente que Novak es quien está en una posición más clara para poder superar eso porque no tiene problemas físicos, y está a un nivel espectacular. Federer lleva mucho tiempo fuera y hay que esperar siempre algo especial de él, pero todos sabemos lo difícil que es volver, y encima con 40 años. Veremos lo que pasa. Como siempre he dicho: no me preocupaba cuando estábamos empatados y no me preocupa ahora cuando estoy dos por arriba. Solo quiero seguir compitiendo.

¿Le tienta seguir ganando?

Sentirse competitivo es energía. Si a estas alturas de mi carrera tuviera todo lo que tengo, y no me siento competitivo para lo que me motiva, otro gallo cantaría. Me encuentro así. Sentirme competitivo me empuja a buscar soluciones.

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