Cada partido del Abierto de Australia está siendo un infierno para Novak Djokovic (Belgrado, Serbia; 1987), pero ya van tres superados y no renuncia a nada. El serbio está teniendo una durísima batalla contra su muslo izquierdo, renqueante desde el torneo de Adelaida.
Tras la sufrida victoria de este sábado contra Grigor Dimitrov, Djokovic ya está en octavos de final y ve cada vez más cerca la pelea por el título de su Grand Slam predilecto -9 veces lo ha ganado-. Pero él mismo es consciente de sus limitaciones, que pueden dejarle fuera en el momento más inesperado.
Y es que a Djokovic le espera una odisea. Cada ronda la dificultad se multiplica por el calibre de sus rivales y el propio desgaste de la lesión. Todo en contra para el serbio, que en su regreso a Australia tenía la oportunidad de igualar a Rafa Nadal en majors ganados. El 22, si llega en Melbourne, será dudando la gota gorda.
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Nos hemos acostumbrado a ver a Djokovic con su vendaje en el muslo y pidiendo asistencia médica en sus partidos. Ante Dimitrov fueron un par de veces. Su sufrimiento durante el juego lo explica así: "Siempre comienzo bien, pero luego ocurre algún movimiento y empeora. Las pastillas hacen efecto y las cremas y esas cosas también, funcionan un poco, luego dejan de funcionar y vuelve a funcionar. Es realmente una montaña rusa".
El desgaste es obvio: "Requiere mucha energía que se gasta de mi parte mental y física para lidiar con el partido con mi oponente y también con un estado físico que no es ideal. Pero es lo que hay, es una algo que tienes que aceptar. Estoy muy agradecido de poder jugar. Por la forma en la que se veía justo antes de que comenzara el torneo, pensé que no sería posible jugar. Todavía estoy aquí y sigo aguantando", añadía este sábado.
Djokovic también analizaba tras ganar a Dimitrov su torneo hasta el momento: "No quería retirarme del torneo porque quería ver cómo me iba a sentir en la cancha. El primer partido fue bueno, el segundo partido luché mucho, aunque uve un par de momentos en los que fue realmente malo. Hoy también, pero logré sobrevivir y salir adelante. Voy partido a partido, no sé lo que me espera, pero tengo fe en lo mejor".
Su torneo se ha convertido casi en una prueba día a día. Tras el partido contra Couacaud confesaba que no estaba entrenando en los días sin partido para no cargar más su cuerpo. En la pista, lo que se le ha visto son momentos de tensión en los que hasta se tenía que ir al suelo y ser atendido varias veces. Esa es la batalla que tiene Djokovic en. Australia.
De Miñaur le desafía en casa
En su lado del cuadro, ya de por sí vacío de estrellas consolidadas, se frotan las manos lógicamente con las dudas de Djokovic. Por el camino se han caído Casper Ruud, Alexander Zverev o Matteo Berrettini y ahora se abre la puerta a alguna que otra sorpresa. Por lo pronto, el siguiente rival para Nole es un top 25 del mundo al que nunca se ha medido y que es local en Australia: Álex de Miñaur.
Es un gran desafío enfrentar a un chico australiano aquí frente a su público. Estoy seguro de que la atmósfera será eléctrica y él tendrá mucho apoyo y será animado para intentar ganar el partido. No obstante, he tenido experiencias antes: jugué ante Lleyton Hewitt aquí y jugué ante grandes jugadores australianos, así que sé cómo se siente eso. El hecho de que nunca me haya enfrentado a De Miñaur también es un desafío tanto para mí como para él", analizaba Djokovic sobre su siguiente rival.
De superar a De Miñaur, la verdadera prueba le llegaría en cuartos contra el vencedor del partido entre Andrey Rublev y Holger Rune. Al ruso le conoce de hace más años, habiéndose enfrentado tres veces a él. Djokovic vence el global 2-1 y, además, le ganó en su último duelo en las últimas ATP Finals (6-4, 6-1). Sin embargo, para Nole aún queda ese aire de revancha por la final en su casa, Belgrado, que perdió ante Rublev.
Rune, una amenaza del S.XXI
Pero Rune representa mejor que nadie -de los que se presentaron a Australia- ese espíritu de cambio de ciclo que traen los tenistas nacidos a partir del 2000. Su máximo exponente, Carlos Alcaraz, no está y sin él la figura principal de esa generación es el danés.
Cinco tenistas que solo conocen el siglo XXI han llegado a octavos (Aliassime, Sinner, Korda y Shelton son los otros). En caso de Rune, cuenta con el plus de ser ya un top 10 mundial y saber lo que es ganar a Djokovic una final de Masters 1000: la última de París-Bercy por 3-6, 6-3 y 7-5. La tormenta está lejos de amainar para el gran aspirante al trono de Nadal.