Como fichas de dominó, las diferentes disciplinas deportivas van cayendo sucumbidas ante la tentación de los millones de Arabia Saudí. La agresiva apuesta para abrirse al mundo mediante el deporte, lo que en la comunidad anglosajona llaman sportswashing llega ahora a la ATP. El tenis es el siguiente territorio a conquistar y el proceso ya ha comenzado.
Andrea Gaudenzi, presidente de la ATP recién reelegido, reconoció en una entrevista con el Financial Times haber mantenido con PIF (el fondo de inversión saudí) "conversaciones positivas" para desarrollar infraestructuras, eventos y nuevas tecnologías relacionadas con el tenis.
Carlos Alcaraz, preguntado al respecto tras su victoria en el torneo de Queen's, añadía sobre Arabia: "Tienen el poder para albergar muchos torneos, nunca he jugado un torneo oficial allí, pero vamos a ver cómo es en el futuro. No tengo dudas de que jugaré en Arabia Saudí en el futuro". Palabra de la actual referencia mundial del tenis.
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Arabia Saudí ha ido metiendo la cabeza en la mayoría de disciplinas: alberga grandes veladas de boxeo, un Gran Premio de Fórmula 1 y el Rally Dakar y ha financiado el LIV Golf que ahora se fusiona con el PGA, el circuito tradicional de este deporte. El fútbol, a base de llevar a su tierra competiciones (Supercopa de España y el Mundial de Clubes 2023) y grandes fichajes para su liga (Cristiano Ronaldo y Karim Benzema), también ha caído en sus redes.
Lo del tenis es una vieja pretensión que parece empezar a tomar forma. Hasta ahora, la influencia de Arabia Saudí se limitaba a un torneo de exhibición que desde 2019 organiza en diciembre. Se llama Diriyah Tennis Cup y el año pasado estaba en el calendario de Alcaraz, pero la lesión que sufrió tras el US Open se lo impidió.
Arabia Saudí pagó para su exhibición en 2022 más de un millón de libras a jugadores como Nick Kyrgios, que en consecuencia rechazó jugar la Copa Davis. Sin embargo, como ha ocurrido en otros deportes, genera polémica la apuesta de este país. Andy Murray, por ejemplo, se ha posicionado en más de una ocasión en contra de jugar en el país de Oriente Medio.
Ahora llega el momento de ir a por más... con millones de por medio, claro está. El objetivo no es otro que en un futuro no muy lejano albergar los mejores partidos, pero primero podría 'conformarse' con hacerlo con los que deberían serlo en unos años. Es decir, la NextGen ATP Finals.
Desde hace algunos meses está abierto el proceso de licitación para las Next Gen ATP Finals desde 2023 a 2027. El torneo, que nació en 2017 para potenciar a las jóvenes promesas y poner en práctica posibles cambios para el circuito se ha celebrado desde su primera edición en Milán, mira irremediablemente a Arabia Saudí.
Es un paso que podría ir de la mano con albergar las auténticas ATP Finals. No sería hasta a partir de 2025, que es cuando vence el actual contrato con Turín. Albergar ya las finales de la NextGen no sería un impedimento, puesto que ya está demostrado que un mismo país (Italia en este caso) puede organizar ambas competiciones.
El deseo de un Masters 1.000
Pero la verdadera aspiración de Arabia Saudí está en albergar uno de los grandes torneos del circuito. Esos han sido históricamente y son en la actualidad los cuatro Grand Slams: Open de Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open. Sin embargo, la ATP lleva un tiempo trazando una línea para que sus torneos -puesto que los major los organiza la ITF- suban su categoría hasta equipararse al cuarteto de clásicos.
Actualmente hay nueve Masters 1.000 en el calendario. Hay cinco con una duración mayor, de 12 días: Indian Wells y Miami y, desde este año, Madrid, Roma y Shanghái. Para 2025 se espera que dos más amplíen su duración. Medidas como esta han permitido a la ATP aumentar los premios en el circuito (incluido el Challenger) hasta los 217,9 millones de dólares (37,5 millones más respecto a 2022).
Desde hace tiempo está la pretensión de crear un nuevo Masters 1.000 de hierba. Ahora hay tres sobre tierra batida y seis en pista dura, por lo que destaca esa ausencia de un torneo de esa categoría sobre la superficie en la que se juegan competiciones como Queen's o Halle, ambos ATP 500.
En el horizonte podría aparecer la ambición de que Arabia Saudí albergara un Masters 1.000, aunque no es sencillo. Desde que existen, han sido nueve al año y la última reorganización se produjo en 2009, cuando Hamburgo fue degradado a 500, Madrid pasó a ser en tierra batida en su lugar y Shanghái entró con un torneo de pista dura para octubre. Entonces se estudió reducir el número a ocho, pero solo se decidió que la participación en Montecarlo para los mejores clasificados en el ranking no era obligatoria a diferencia del resto.
El de Arabia Saudí es un plan a largo plazo, como el de algún día organizar un Mundial de fútbol o unos Juegos Olímpicos. En el tenis, hay mucho con lo que cumplir. Gaudenzi lo avisó: "Es importante seguir respetando la historia del deporte y el producto, trabajando con las partes interesadas actuales en lugar de en contra. Tienes que preservar algo que es casi sagrado, las reglas del juego. Esto no es un videojuego, esto no es una película". El primer paso, sin embargo, ya está dado. Las puertas del tenis también se abren al dinero saudita.