Resultado igualado, primera parte de la misión cumplida. Carlos Alcaraz se clasificó este sábado para los octavos de final de Wimbledon y consiguió llegar así a la misma ronda que el año pasado, hasta ahora su techo en el tercer Grand Slam de la temporada. Con la victoria ante Nicolás Jarry (6-3, 6-7, 6-3, 7-5), el número uno mundial dejó atrás dos días intensos, con encuentros consecutivos como consecuencia del desajuste que la lluvia provocó en el torneo, y se metió en la segunda semana de competición con una racha de ocho victorias en hierba. Cuidado.  

“Sabía que sería un partido duro porque él está jugando bien y es un rival duro”, reconoció Alcaraz. “Es un tenista que merece estar entre los mejores. Sueño con jugar la final de Wimbledon, y si es con Djokovic, mejor. Lo que pasa es que todavía faltan tres partidos para que pueda darse”.

Bajo el techo de la central, cubierta para permitir que el juego continuase a pesar de otro mal día en Londres, Alcaraz elevó su nivel tras una segunda ronda coronada sin las mejores sensaciones frente al francés Muller. Si el viernes ganó sin jugar bien, como luego reconoció, el sábado lo hizo abrazado a una versión muy reconocible que le ayudó a despachar el peligro que le planteó Jarry en el cruce. 

Después de hacerse con la primera manga, el español vio cómo Jarry arrancaba con 3-0 el segundo parcial, disfrutando de una pelota al resto para poner el 4-0. Eso, lógicamente, fue una señal de lo que ocurriría luego: aunque Alcaraz neutralizó la ventaja, nivelando el set (4-4) y borrando la distancia que el chileno había abierto con un tenis muy agresivo, combinando con mala baba saque y drive. Jarry, sin embargo, siguió insistiendo, insistiendo e insistiendo, hasta que encontró lo que buscaba: llevarse el segundo set en el tie-break para empatar el partido. 

Alcaraz sonríe después de un punto. REUTERS

Para salir adelante, Alcaraz dio un paso al frente que construyó desde su cabeza. 

Una vez tras otra, y de manera inteligente, el español usó el cortado para obligar al gigantón a golpear agachado, doblándose y sufriendo en esa jugada que exprimió durante todo el partido. Con casi dos metros y 90 kilos de peso, Jarry también lo pasó mal cuando su contrario le puso a correr de lado a lado, perdiendo la fiabilidad que encontró cuando le pegó a la pelota con los pies en el suelo, un espectáculo de agresividad y potencia, ganador tras ganador tras ganador.

Jarry celebra un punto ante Alcaraz. REUTERS

Así se llevó Alcaraz el tercer set, cuando más apretada parecía la tarde, y así pareció poner rumbo a una victoria trabajada, sufrida y cocinada a fuego lento. 

Lejos de eso, Jarry volvió a reaccionar con todo: empezó la cuarta manga apretando los dientes, celebró un break y en un parpadeo puso el 3-0 en el marcador, que pudo ser 4-0 porque se fabricó otras dos bolas de rotura que no aprovechó. El chileno, claro, estaba viéndose en el quinto set, jugándose la victoria a cara de perro con el número uno, buscando la sorpresa ante el campeón de un grande.

Alcaraz, por supuesto, le quitó esas ilusiones: palmo a palmo, el murciano recuperó el terreno perdido y levantó los brazos con una victoria increíble.