El deporte lleva pegado a su ADN valores como el de la perseverancia o la insistencia, algo que llevan a la práctica muchos atletas en sus respectivas disciplinas. El último ejemplo de ello lo ha puesto la tenista rusa Anna Chakvetadze, que después de un parón de 11 años en las pistas ha decidido retomar su carrera deportiva a sus 36 años, cuando ya parecía que nunca más iba a volver a competir.
La que fuera número 5 del mundo volvió a coger una raqueta de manera profesional en un torneo menor de la categoría W15 en Luxemburgo, y lo hizo además en la modalidad de dobles después de no haber obtenido la invitación para la modalidad individual. Perdió formando pareja con la luxemburguesa Laura Palumbo (6-4, 6-4), pero el resultado en este caso es lo de menos tratándose de la primera vez que volvía a pisar una pista más de una década después, desde su retirada en 2012.
Chakvetadze llegó a ser la número 5 del mundo en el ránking WTA en el año 2007. Aquella temporada llegó a plantarse en las semifinales del Abierto de Estados Unidos y también venció en la Copa Federación con Rusia, algo que hizo igualmente en 2008. Se trataba de una de las jugadoras más prometedoras de aquella generación con tan sólo 20 años, pero su carrera se vio truncada de la manera más inesperada.
Un atraco que lo cambió todo
La tenista rusa era en 2007 una de las jugadoras más reconocidas del circuito. Alcanzó el top 5 y parecía encaminada a ganar importantes torneos, pero entonces todo se fue al traste. La noche del 17 de diciembre sufrió en su casa de Rusia un atraco por parte de unos desconocidos que le dejó secuelas tanto físicas como psicológicas de las que jamás se repuso.
Ella misma describió en algunas entrevistas el pánico que sufrió aquella noche, un momento en el que llegó a temer por su vida: "Pensé que aquellos eran mis últimos momentos de vida, parecía el final para mí", llegó a decir en unas estremecedoras declaraciones.
Los ladrones entraron en busca de un reloj Rolex que le habían regalado en una exhibición el día anterior. Entraron por el garaje, golpearon a su padre en la cabeza con una pistola y a ella la maniataron con unas cuerdas tan fuerte que estuvo varios días sin tener apenas sensibilidad en estas extremidades.
Todo se desmoronó en aquel momento: "Lo que ocurrió tuvo un impacto muy fuerte en mi carrera. A raíz de aquello, todo empezó a caerse. Fue el día más duro de toda mi vida. 2007 estaba siendo un año increíble hasta aquella noche, donde todo se torció. Mi carrera se fue al traste, pude seguir compitiendo pero la calidad de mi tenis no volvió", confesó con resignación.
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Chakvetadze trató de regresar a la competición, pero lo hizo con muchas dificultades. De hecho, en varios partidos llegó a desplomarse, seguramente fruto de la tensión y del estrés acumulado. Con 25 años, en 2012, tuvo que decir adiós al tenis profesional con una lesión crónica en la espalda, y en su nueva vida lo pasó realmente mal.
En 2018 tuvo una hija, fruto de su relación con un abogado y empresario suizo-ucraniano, tras lo que emigró a Kiev. Ahora, a sus 36 años, sin ránking pero con mucha ilusión, está dispuesta a retomar el tenis hasta que su cuerpo y su cabeza se lo permitan.