"No me he olvidado de cómo se juega al tenis". Un emocionado Rafa Nadal (Manacor, 1986) se mostraba así en la rueda de prensa posterior a su victoria ante Dominic Thiem en Brisbane. Habían pasado 351 días desde su última victoria en el circuito y, casi un año después, el 22 veces campeón de Grand Slam volvió como siempre.
Imposible no ilusionarse con el debut de Nadal en el primer torneo de 2024. Dio la cara en un apretado primer set (7-5) en el que se apoyó en su buen saque y, por sacar algo negativo, solo se le vio algo tenso en su reacción al resto. En la segunda manga, Thiem se vino abajo y Rafa le pasó por encima con un resultado de 6-1.
Hasta se vieron algunos puntazos de Nadal que recordaron a los de sus más grandes batallas de sus más de 20 años de carrera profesional. Golpes de derecha, algún passing desde el fondo de la pista y varias subidas a la red conformaron su mejor repertorio. Y físicamente, quizás lo más importante, se le vio bien. Pero para Rafa, más autocrítico que ninguno y consciente como nadie de su realidad, "es solo un comienzo positivo".
Ni Nadal ni su equipo quieren sacar conclusiones precipitadas del partido de su retorno a las pistas ni de los que puedan venir ahora. El próximo será el jueves, ante el australiano Jason Kubler. Rafa regresó con el propósito de volver a disfrutar con el tenis y los recintos repletos de gente y de ir sintiéndose competitivo poco a poco. Marzo-abril es la época del año en la que espera haber recuperado todas las sensaciones, si la cosa va bien.
"Hoy es positivo, mañana ya veremos", reflexionó Nadal. Este miércoles, Rafa tendrá descanso del torneo pero volverá a saltar a pista. El tenista balear seguirá con su plan de trabajo con su equipo (Carlos Moyà, Marc López y Rafa Maymó) y comprobará cómo le ha sentado a su cuerpo la competición. Lo más importante para Nadal es mantenerse sano y que no aparezcan problemas físicos que le hagan el proceso más duro.
Nadal valoró tras jugar contra Thiem haberse "sentido libre, más o menos, de hacer las cosas que quería hacer en pista" y no acabar el encuentro "con malas sensaciones a nivel físico". El cómo se levante este miércoles es la segunda parte de este 'partido' que juega por aproximarse todo lo posible a su mejor nivel, aunque no hay motivos para no ser optimistas.
"Después de la operación, te sientes asustado al hacer algunos movimientos y para hacer todo automático necesitas recuperar la velocidad y eso viene con los partidos. Necesito estar en la pista y no pensar en eso, sino que todo me venga automático. Para eso se necesitan horas en pista y en los entrenos", analizó Nadal.
"Hoy tenía esa duda en mi interior de que todo podría haber sido un desastre y eso me preocupaba"
Rafa reconoció una de las preocupaciones que tenía de cara al partido de su regreso: "Tenía esa duda en mi interior de que todo podría haber sido un desastre". Hasta un deportista titánico en el aspecto mental como Nadal no podía evitar sentirse emocionado por volver a jugar casi un año después, a lo que había que sumar las dudas lógicas sobre su físico y que las propias expectativas tras buenas semanas de trabajo le pudieran atropellar en la pistas. En cualquier caso, no fue así.
Algunos de los datos del partido de Nadal contra Thiem reflejan que su nivel, con continuidad, puede volver a ser realmente bueno. Como el 90% de los puntos ganados con su primer servicio (28 de 31). Su saque es más importante que nunca para evitar puntos largos que castiguen más a su cuerpo y sabe sacarle partido. Y su físico no decayó según avanzó el partido, aunque es cierto que su oponente vienés se lo puso fácil en la segunda manga.
Aguantar la exigencia de un Grand Slam
Y es, precisamente, esto último, el aguante de Nadal en los partidos, lo que preocupa en su equipo. Lo reflejó así Moyà en una conversación con ATP Tour antes del arranque del torneo de Brisbane: "Mi mayor temor es la asimilación de las cargas de los partidos", dijo.
El exnúmero 1 del mundo y entrenador de Nadal desde 2016 se explayó en su explicación: "Rafa va a pasar de entrenar, que está muy bien, a competir. Y es imposible tener las mismas condiciones en un entreno que en un partido. Jugar al mejor de cinco sets, ganar, descansar, volver a la pista a los dos días… Esa es la duda que tengo ahora mismo, sobre todo para un Grand Slam".
En dos semanas, cuando arranque el Abierto de Australia, la dificultad se multiplicará para Nadal. A pesar de acceder con ranking protegido, en el sorteo del cuadro estará expuesto a que le toque cualquiera de las mejores raquetas del torneo. Tendrá que afrontar el reto de jugar bajo la exigencia que supone un partido de Grand Slam a cinco sets.
A Rafa esto se le puede hacer algo extraño, ya que hace mucho tiempo que afronta un Grand Slam con plenas garantías. El último sería Wimbledon, en 2022, cuando una rotura abdominal le impidió disputar unas semifinales contra Nick Kyrgios a las que llegaba lanzado. Después le tocó el US Open 2022, a dónde llegó en circunstancias más parecidas a las de ahora por volver de lesión, y un Abierto de Australia de 2023 donde comenzó el calvario que amenazó con obligarle a la retirada.
Paso a paso. Un comienzo positivo e ilusión para lo que viene, pero teniendo claras las prioridades. Por delante de todo: mantenerse sano. Nadal afrontará en 24 horas su segunda prueba tras once meses y medio alejado del circuito. Será ante Kubler, un tenista de menor categoría que Thiem, pero que juega en casa y ante el que Rafa nunca se ha medido. Otras circunstancias y otra experiencia para el tenista balear que a sus 37 años persigue una cosa: la felicidad en la pista. Y a eso, un 'animal' como él, solo llega sintiéndose competitivo al máximo nivel.