Por el bosque de Boulogne transitan tenistas canadienses, alemanes, rusos, un amplio abanico de italianos y estadounidenses que buscan relajarse antes de entrar en el complejo deportivo de Roland Garros. Mientras que los españoles enfilan otro túnel, el que conecta con el aeropuerto de Charles de Gaulle. Facturan sus maletas para volver a casa. En París sólo queda el equipaje de Alcaraz, el único tenista español con pulso en Roland Garros, lo nunca visto desde 1983. 

La armada española se ha desangrado en las tres primeras rondas del Grand Slam de la arcilla. Jessica Bouzas, Rafa Nadal, Rebeka Masarova, Sara Sorribes, Pablo Carreño, Irene Burillo y Roberto Bautista fueron eliminados a las primeras de cambio. Pedro Martínez, Roberto Carballés, Alejandro Davidovich, Jaume Munar y Cristina Bucsa, en segunda ronda. Y Paula Badosa no pudo con su amiga Sabalenka en tercera ronda. 

Desde 1989 hasta ahora, España ha levantado 23 títulos en Roland Garros entre los cuadros masculino y femenino, pero el dominio ha ido más allá de los metales. La clase media mantenía la competitividad al asegurar varias presencias constantes en octavos y cuartos de final. Poco o nada queda de aquellos años de dominio español.

Retiradas y bajones

"Lo llevo pensando desde hace tiempo, por detrás faltan jugadores. Siempre hemos tenido muchísimos, y ahora está costando más. Me entristece, me gustaría saber cuál es la solución o qué podría hacer para ayudar", reflexiona Paula Badosa. Dos motivos que explican el retroceso del tenis español son las retiradas y los bajones de rendimientos de tenistas llamados a dar un paso adelante. 

En el primer saco hay nombres de la generación más prolífica del tenis español. David Ferrer, Fernando Verdasco, Nicolás Almagro, Tommy Robredo, Pablo Andújar y Feliciano López han ido colgando la raqueta en el cuadro masculino; Garbiñe Muguruza y Carla Suárez en el femenino. A ello hay que añadir la delicada situación de Rafa Nadal, que se debate entre seguir un año más o dejar de competir. De este modo, únicamente Alcaraz y Badosa, la catalana con una dolencia crónica en la espalda, quedan como únicos máximos exponentes del tenis nacional. 

Paula Badosa durante su partido de tercera ronda ante Sabalenka. EFE

"Es obvio que tenemos menos jugadores, solo un cabeza de serie, y no estamos acostumbrados a eso. Se nota que cada vez salen menos españoles y Carlos lo tapa todo un poco, porque seguimos teniendo un monstruo ahí que lo abarca todo. Pero es una pena, pero no sé muy bien a qué se debe", asegura Pablo Carreño, quien no alcanza una final desde 2022. 

Otra raqueta, como las de Davidovich, no termina de carburar. Llamado a llegar a las rondas finales de los torneos, no termina de tirar del carro. Algo parecido ocurre con Munar en el lado masculino y Sorribes, Bucsa, Masarova, Bouzas y Bassols en el femenino. A otros jóvenes como Landaluce y Rincón todavía les faltan unos puntos de cocción.

Otro motivo que apuntan los tenistas es el trabajo federativo. "Quizá falta trabajo de base de la federación. Ahí están la francesa, la italiana, la británica, la australiana, la estadounidense…", deslizaba Badosa en una odiosa, pero realista comparación. Mientras las federaciones citadas gozan de poderío económico, la española está en números rojos. "En este mundo manda el dinero", precisa Carreño.

El 2023, fue el peor de todo el siglo en cuanto a número de finalistas españoles y el 2024 va camino de superarlo. El cambio del tipo de juego que se practica también es otro aspecto al que deben adaptarse los tenistas españoles. Ahora se desarrolla un tenis fuerte, potente y con jugadores de gran corpulencia, lo que contrasta con las cualidades de los españoles actuales. Para acercarse al nivel de antaño todavía queda trabajo y debe abordarse desde todos los estamentos.