Cuando Sinner remontó dos sets ante Medvedev y precintó su primer Grand Slam el pasado mes de enero, el Open de Australia, se confirmó una resurrección, la del primero y otra resignación, la del segundo. El tenista ruso volvía a ceder en Melbourne y la derrota le retrotrajo a 2022 primero, cuando desaprovechó dos mangas de ventaja sobre Nadal y a 2019 después, cuando Djokovic se llevó el pulso final.
"La sensación y las circunstancias son diferentes diría yo. El resultado es similar, pero el partido ha sido diferente", aseguraba micrófono en mano mientras veía como Sinner levantaba un trofeo que se le niega sistemáticamente y contamina su promedio de efectividad en las finales. Con cinco derrotas y un 16,7%, ofrece la media más pobre, empeorando los registros de Andy Roddick (20%), Andy Murray (27,3%), Ilie Nastase (40%) e Ivan Lendl (42,1%).
No obstante, Medvedev siempre está ahí, al acecho, peleándose contra todos para escribir su nombre en un Grand Slam. Contra los que estaban, el Big Three, y los últimos en llegar, la generación de Sinner y Alcaraz. El ruso se encuentra en medio de la hornada llamada a derrocar a Federer, Nadal y Djokovic y la nueva que cada torneo se asienta con más fuerza en la élite.
Los Norrie, Fritz, Zverev, Rublev, Tiafoe, Tsitsipas, Thiem y el propio Medvedev, sufren los últimos coletazos del Big Three y los nuevos bofetones de la Generación Z. Tanto es así que entre todos ellos únicamente aglutinan dos Grand Slams. Los dos US Open que han conquistado Thiem y el tenista moscovita. El palmarés también recoge cuatro certeras oportunidades desperdiciadas.
Las dos mencionadas finales de Medvedev, una de Tsitsipas en Roland Garros y otra de Zverev en el US Open. Las cuatro con el denominador común de dejar escapar dos sets de ventaja. El tenista ruso es el último resquicio de una generación abrasada por ambos lados. Medvedev es el único que aguanta los fuegos de la nueva generación.
Aglutina 20 títulos en su currículum, el año pasado alcanzó la semifinales en Wimbledon, la final del US Open y este año cayó en el último partido del Open de Australia y se ha citado en la antesala a la final de Wimbledon con Carlos Alcaraz, líder junto a Sinner de la Generación Z que tanto quema.
El murciano, que defiende corona sobre la hierba del All England Club, está cerca de alcanzar su mejor versión. De hecho, en bastantes fases de sus últimos partidos la ha encontrado. Tan solo sus pequeñas desconexiones le han hecho bajar algo las revoluciones a una derecha que echa fuego en Wimbledon. En todo el torneo no ha bajado de 36 winners anotados en cuartos de final ante Tommy Paul.
La derecha siempre ha sido el metrónomo de su juego que ya guarda un sólido revés y renovado servicio. Precisamente esta última arma será la que más ponga en práctica Medvedev en las semifinales de este viernes. Son 64 saques directos es el sexto mejor sacador del torneo. Aunque Alcaraz no va ciego al resto. Ha encontrado en Wimbledon la solución al problema de los saques potentes con un golpe que desdibuja al rival y le sirve para ganar el punto en la red.
Ambos batallaran en la central del All England Club de Londres por algo más que un billete a la final de un Grand Slam. La restitución de la generación oculta del tenis o el avasallamiento de la nueva hornada que cada torneo se hace más fuerte. Carlos Alcaraz y Wimbledon, mantener la corona o abdicar.