Portada-Borges

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El Cultural

Borges a los 100

25 julio, 1999 02:00

Como él mismo escribió de Quevedo, Jorge Luis Borges, más que un escritor, es "una vasta literatura". Figura cimera de la literatura latinoamericana, conocedor de varios idiomas y de cultura enciclopédica, el escritor cuenta con un corpus bibliográfico esencial. Esencial, porque en cada una de sus páginas cabe el mundo, el hombre y sus certezas. A los 100 años de su nacimiento, El Cultural rinde homenaje al poeta, al narrador, al ensayísta, y al mito, de la mano de su viuda, María Kodama; y de especialistas en su obra como el ensayísta Jaime Alazraki, el catedrático Álvaro Salvador, el poeta Jaime Siles, el ensayísta Joaquín Marco y el doctor en literatura latinoamericana Cristóbal Pera.

La iluminación, por María Kodama. Borges, a quien su padre enseñó, desde niño, filosofía, sintió desde muy temprano, desde la infancia, la inquietud metafísica. Creció bajo el signo del agnosticismo que, de algún modo, heredó de su padre, librepensador. He aquí el retrato del Borges místico dibujado por su viuda, María Kodama.

Los dos estilos del primer Borges, por Jaime Alazraki. Como Quevedo, el Borges de esos años mozos buscaba el lucimiento verbal, la astucia retórica, el léxico ingenioso y la expresión aguda. Su poesía lleva la impronta del ultraísmo, aunque su entusiasmo inicial pronto trocaría en desdén.

Lo imaginario y lo real, por Jaime Siles. Borges fue un poeta más épico que lírico para el que sólo era real lo imaginario. Por eso inventó ese otro Borges al que toda su vida intentó imitar y al que supo ser fiel y parecerse.

Géneros y fingimientos, por Joaquín Marco. Historia universal de la infamia constituye el primero de sus libros de relatos, aunque éstos se presenten como reelaboraciones. La obra del maestro argentino puede entenderse también como provocativa réplica al fenómeno del "plagio".

La fatalidad de las metáforas, por Álvaro Salvador. Cuando era joven, Borges siempre estaba buscando metáforas nuevas. Como tantos otros compañeros de aventura literaria, se aferró al poder demiúrgico de la metáfora considerándola como el vehículo idóneo para producir un sentido nuevo.

El hacedor de sí mismo, por Cristóbal Pera. En su correspondencia con Abramowicz encontramos a un Borges más íntimo que asume una adolescencia compartida. También resalta la visión de España que transmite a un extranjero, que posiblemente no se atrevería a confesar a un español.

Los trabajos y los días. Nacido en Buenos Aires en 1899, Borges escribió su primer cuento a los seis años y desde entonces su vida literaria fue prolífica. Figura cimera de la literatura latinoamericana, ciego desde la cincuentena, murió en Ginebra a los 86 años, precisamente en 1986.