Letras de las antípodas: fusión y confusión
Literatura
13 septiembre, 2000 02:00Australia se viste de largo con las Olimpiadas, pero su historia literaria lleva ya fraguándose más de cien años. Sus palabras han tenido una falta absoluta de reconocimiento exterior, pero han sido escritas en medio de una gran actividad nacional.Quizá hoy el rasgo más destacado sea la fusión de culturas tan diversas como la aborigen y la inglesa, la cubana y la oriental, así como el papel cada día más relevante de autores como Peter Carey, Les Murray o Murray Bail...
El periódico de Sidney "The Bulletin" propició en la última década del siglo XIX una literatura sobre Australia, escrita por y para australianos. Con sus asiduos escritores de narraciones cortas, entre los que destacan Henry Lawson y Barbara Baynton, "The Bulletin" da nombre a una de las primeras "escuelas" de una literatura incipiente, pero rica en historias y estilos, y ya imparable.A lo largo del siglo XX se suceden obras literarias, hoy clásicas e ineludibles para quien se interese por Australia, en las que se inscriben los acontecimientos históricos que afectan al pais, los hechos nacionales y locales que lo forman, y las genealogías y reflexiones personales de los habitantes de una Australia en "construcción". El premio Nobel de Literatura de 1973, Patrick White, Thomas Keneally (autor de la novela que dió lugar a la película La lista de Schindler), Morris West o Peter Carey, que escribió la novela Oscar y Lucinda, no necesitan presentación. Junto a ellos han consagrado la literatura australiana autores como Christina Stead, Olga Masters, Murray Bail, Elizabeth Jolley, David Malouf o Barbara Hanrahan, por citar sólo algunos nombres.
La literatura aborigen, hoy
Australia, colonizada por los ingleses a finales del XVIII, se forma como país con inmigrantes procedentes de Gran Bretaña e Irlanda, principalmente, del este y sur de Europa y un contingente elevado de asiáticos. De manera paulatina, en la segunda mitad del XX, cobran importancia los aborígenes, subsumidos durante décadas por la sociedad blanca dominante. La literatura se compone, por tanto, de la fusión y confusión de culturas tan diversas sobre un mismo espacio geográfico y social.
Si bien hay nombres eminentes entre los aborígenes, como Colin Johnson o Kath Walker, que empiezan a publicar con notable éxito en la década de los sesenta, ha sido en los últimos quince años cuando la literatura específicamente aborigen ha adquirido carta de naturaleza. Los propios Johnson y Walker renuncian a su nombre anglosajón adquirido y publican bajo su advocación familiar: Mudrooroo Narogin y Oodgeroo Noonuccal respectivamente.
Sally Morgan, en 1987, con My Place, Ruby Langford, en 1988, con Don't Take My Love to Town, y Kim Scott con True Country, de 1993, son algunos de los novelistas aborígenes de más éxito. Como grupo literario emergente se preocupan de exponer las claves de la identidad australiana desde la perspectiva que les brinda su modo de vida y su herencia étnica. Kim Scott, escribiendo en los noventa, introduce ya elementos de "interculturalización" que hacen avanzar el mero testimonio vivencial hacia la asimilación artística global; para dejar patente la importancia histórica del Territorio del Norte de Australia, aparentemente un erial sin transcendencia, coloca en él a dos personajes semejantes a Don Quijote y Sancho, que mitifican y desmitifican con sus historias y su imaginación a un espacio siempre poblado por los aborígenes.
También inscriben su diferencia autores descendientes de otras tradiciones culturales, tales como Rosa Cappiello en Oh Lucky Country (1981), Brian Castro en Birds of Passage (1984), u Olga Lorenzo, autora de origen cubano y antecedentes españoles, que supuso un cambio notable en la temática y estilo de la literatura australiana contemporánea con su novela The Rooms in My Mother's House (1996).
La obra de Cappiello, autora de origen italiano, desmonta el mito de una Australia amable y acogedora que protege también a los inmigrantes pobres y que no hablan inglés, y la novela de Brian Castro, nacido en Hong-Kong de ascendencia portuguesa, expone las vicisitudes de los australianos con mezcla étnica para determinar su identidad personal y su papel en el conjunto de Australia como entidad cultural.
Mestizaje literario
La riqueza y la fragmentación temática de la literatura australiana del último cuarto de siglo preludian el auge que el postmodernismo y la intertextualidad van a adquirir en las obras de este fin de siglo.
Elise Valmorbida funde, en Matilde Waltzing (1997), a la mítica Mathilda australiana, emblema de los colonos decimonónicos, con la santa europea Bárbara, estableciendo así un sustrato histórico común a ambos continentes. Brenda Walker, en Poe's Cat (1999), acerca la literatura de su pais al contexto neoyorquino en que se debatió el autor americano.
Drusilla Modjeska en The Orchard (1994) y Carmel Bird en The White Garden (1995) buscan la motivación vital de sus novelas en acontecimientos culturales europeos. Modjeska establece la intertextualidad de su obra con la pintora renacentista Artemisia Gentileschi, y Bird recurre a Teresa de Jesús y Teresa de Lisieux para llevar a cabo el mismo proceso de fusión transcultural. Kate Grenville (Dark Places, 1994), Richard Flanagan (The Sound of One Hand Clapping, 1997), Sue Woolfe (Leaning Towards Infinity, 1996) y Murray Bail (Eucalyptus, 1999), juegan en sus obras con las fronteras físicas del mundo, con la política internacional, con los mitos culturales occidentales; subvierten el tiempo y el espacio y se desplazan libremente de siglo en siglo y de país en país, a la vez que re/escriben y critican lo ya sabido y lo tenido por cierto.
Poesía rica y variada
La poesía australiana es tan rica y variada como la prosa, igualmente multicultural e internacional. Judith Wright, Les Murray y Kath Walker/ Oodgeroo Noonuccal constituyen los pilares de la poesía ya clásica, junto con A.D.Hope y Dorothy Hewett. La obra de estos poetas es muy extensa y su temática, por tanto, muy amplia; si bien Noonuccal abunda en el sesgo político, debido a la difícil situación de la minoría que ella representa. Política es también buena parte de la obra de Jennifer Strauss, poeta que, como Hewett, reescribe páginas de la historia literaria y cultural occidental.
Esta breve enumeración no podría hacer justicia a toda una creación literaria nacional, sólo pretende dejar constancia de la riqueza de un pais que está dando evidencia continua de su importancia en el panorama de la literatura escrita en lengua inglesa, ampliando sus propias fronteras y entrando en el corpus de la literatura universal.
Socorro SUáREZ
QUé SE LEE
FICCIóN
1 Harry Potter and the goblet of fire, de J. K. Rowling
2 Redemption of Athalus, de David y Leigh Eddings
3 Hot six, de Janet Evanovich
4 Grasshopper, de Barbara Vine
5 Bookends, de Jane Green
6 Love and vertigo, de Hsu-Ming Teo
7 Omerta, de Mario Puzo
8 Benang, de Kim Scott
9 The bronze horseman, de Paulina Simons
10 The tale of Murasaki, de Liz Dalby
NO FICCIóN
1 Down under, de Bill Bryson
2 Life is so good, de George Dawson
3 Compulsive viewing, de Gerald Stone
4 It's not about the bike, de Lance Armstrong
5 The wollemi pine, de James Woodford
6 Don't let her see me cry, de Helen Barnacle
7 Snake circle, de Roberta Sykes
8 MacCarthy's Bar, de Pete McCarthy
9 Journey from Venice, de Ruth Cracknell
10 Things you get for free, de Michael McGirr
LA BANDA DE LOS KELLY
Un forajido, Ned Kelly, es aún uno de los héroes nacionales australianos. Peter Carey, el más célebre de los narradores actuales, dedica a esta aventura "The true history of the Kelly gang", su último libro. Así comienza:
Perdí a mi padre a los doce años, y sé lo que es estar cubierto de mentiras y silencios, mi querida hermana, ahora demasiado joven para entender una palabra de lo que escribo, pero como esta historia es para tí no albergará ni una sola mentira y que arda en el infierno si miento. Gracias a Dios viviré para ver que lees estas palabras, para ser testigo de tu asombro y ver tus ojos oscuros abrirse de par en par y tu mandíbula se desencaje cuando finalmente comprendas la injusticia que nosotros, pobres irlandeses, sufrimos en estos tiempos. Qué raro y extraño debe parecerte esto; las duras palabras y la crueldad de lo que ahora te voy a narrar se refieren a un tiempo lejano y antiguo.
Tu abuelo fue un un hombre misterioso y de pocas palabras al que arrancaron de su hogar en Tipperary para ser llevado a la prisión de Van Diemen. No sé qué le sucedió ahí realmente porque él nunca hablo de ello. Después de torturarle lo liberaron y consiguió cruzar el mar hasta la colonia de Victoria. Por aquel entonces tenía treinta años [...] Mi padre había dado su palabra a todo el mundo de protegerles de la autoridad de la ley así que cuando vio que las calles de Melbourne estaban repletas de policías peores que moscas, anduvo 28 millas hacia el muelle de Donnybrook donde conoció a mi madre. Ellen Quinn tenía 18 años, el pelo moreno y la figura más graciosa y elegante cuando montaba a caballo que jamás había visto [...]. El primer recuerdo de mi madre es cuando batía huevos en un cuenco y gritaba que mi tío Jimmy Quinn, de quince años, había sido arrestado por culpa de sus trampas. No recuerdo dónde estaban ese día mi padre y mi hermana pequeña Annie.