El Cultural

Ópera y conciertos para gente sin prejuicios

Música

13 septiembre, 2000 02:00

Australia 2000

A diferencia de la vieja Europa o América, Australia ofrece un campo abierto a un público entusiasta y sin complejos que llena los teatros de ópera y las salas de conciertos, cuya actividad se centra en la compañía Opera Australia y en la Orquesta Sinfónica de Sidney, instituciones que han pasado por muchos avatares pero que actualmente gozan de una excelente salud.

Opera Australia es la nueva denominación de la compañía nacional de ópera australiana, y nació en 1996 a partir de la fusión de la Australian Opera y la Victoria State Opera, estableciéndose como la tercera compañía más activa del mundo, y mantiene su culto a la tradición al mismo tiempo que ha obtenido una gran acogida popular. Como primera compañía artística del país, da trabajo a 1.400 empleados, con una media de más de 260 funciones y 600.000 espectadores al año (sin incluir a los muchos millones que siguen las representaciones de su ópera nacional por televisión, radio, vídeo o compact disc). La compañía actúa en la ópera de Sidney durante ocho meses al año, divididos entre las temporadas de verano, invierno y primavera, y ofrece una temporada de tres meses en el Victorian Arts Centre de Melbourne.

Los orígenes de la compañía se remontan a 1954, cuando se fundó el Australian Elizabethan Theatre Trust, el primer esfuerzo de artes escénicas a gran escala en el país. En 1956 se estableció la Australian Opera Company, que representó obras de Mozart en las principales ciudades y en los Juegos Olímpicos de Melbourne. Un año después, cambió su nombre al de Elizabethan Theatre Trust Opera Company.

Después de viajar por el país con escasos medios, representando óperas en pequeñas capitales con coros reducidos, decorados mínimos y acompañamiento de piano, la compañía entró en un período de gran apogeo a mediados de los 60, gracias a la presencia de la soprano Joan Sutherland y su marido, el director de orquesta Richard Bonynge, a los que se sumaron numerosos artistas australianos y extranjeros. Los éxitos obtenidos llevaron al gobierno a establecer una compañía permanente de ópera, con su orquesta estable (anteriormente se había recurrido a los conjuntos de la radio).

En 1970, la Australian Opera se convirtió en ente autónomo dentro del Elizabethan Theatre Trust, y en el 73 se inauguró el Teatro de la ópera de Sidney, uno de los edificios más conocidos de la arquitectura del siglo XX y emblema de la ciudad. Este hecho fue decisivo en la creación de un nuevo público y el desarrollo del repertorio de la compañía.

ópera para todos

A finales de la década se estableció un programa educativo y un sistema de preparación de jóvenes cantantes. En 1982, la compañía Esso patrocinó su primera "ópera en el parque", que cada verano atrae a más de 10.000 personas. También se estrenaron los primeros títulos encargados a compositores australianos: Metamorphosis de Brian Howard y Voss de Richard Meale, así como Winds of the Solstice, una ópera juvenil escrita por 70 estudiantes.

En 1988, con motivo del Bicentenario de Australia, la compañía actuó en Brisbane, Darwin, Hobart, Melbourne, Perth y Sydney. En 1990, Joan Sutherland se retiró de la escena con unas representaciones de Los Hugonotes de Meyerbeer, aunque seguirá muy ligada a la compañía. En 1992 se inaugura una gran sala de ensayos que lleva el nombre de la diva.

En 1994, la Australian Opera acude al Festival de Edimburgo con El sueño de una noche de verano de Britten. En 1999, Moffatt Oxenbould, director artístico de Opera Australia durante 15 años, anuncia su retirada. A partir de 2001, será reemplazado por la directora musical de la compañía, Simone Young, una de las batuta más cotizadas de hoy en los principales escenarios europeos, que ha obtenido importantes éxitos en la Staatsoper de Viena o el Metropolitan de Nueva York.

Una orquesta en pleno auge

La Sinfónica de Sidney, cuya sede se encuentra en el Teatro de la ópera, es la mayor y más activa de las orquestas australianas, y ofrece más de 140 conciertos al año, que van desde las emblemáticas Philips Master Series hasta los Babies Proms, que dan a los niños menores de cinco años su primer contacto con la música orquestal en vivo.

El nombramiento del holandés Edo de Waart como su director titular y artístico en 1993 ha llevado a un período de crecimiento de la orquesta (de 96 a 110 miembros), determinado por acontecimientos como las versiones de concierto de El oro del Rin, La Walkyria y Sigfrido de Wagner, las aclamadas interpretaciones de las sinfonías Segunda, Tercera y Sexta de Mahler, una fuerte dedicación a la nueva música australiana y la edición de diversos compactos que suponen una nueva presencia del conjunto en el mercado internacional.

Como principal orquesta de Australia y embajadora cultural del país, la Sinfónica de Sidney ejercerá un importante papel en las celebraciones del Olympic Arts Festival, con la ejecución de la Sinfonía de los mil de Mahler y la última ópera del Anillo wagneriano, El ocaso de los dioses, en versión de concierto.

Bajo la batuta de Edo de Waart, la orquesta ha realizado diversas giras por Europa, EE.UU. (incluyendo el Carnegie Hall de Nueva York), Japón y Taiwan.

Explosión de público

La Sinfónica de Sidney ha sido un elemento básico para alcanzar las aspiraciones culturales del Estado australiano. De los 500 abonados a ocho conciertos de 1936 se ha pasado a las más de 400.000 personas que acudirán a sus 17 series de conciertos, además de los programas infantiles, escolares, familiares y los ensayos generales. El concierto anual al aire libre, Symphony in the Domain, reunió a un público de unas 140.000 personas.

En las últimas temporadas, la Sinfónica de Sidney ha sido dirigida por nombres tan distinguidos como Mark Elder, Gianluigi Gelmetti, Neeme Järvi, Lorin Maazel, Yuri Temirkanov y Simone Young, y ha contado, entre sus solistas, con Alessandra Marc, Cho-Liang Lin, Sabine Meyer, Emanuel Ax, Gil Shaham, Jean-Yves Thibaudet y Frank Peter Zimmermann. En el presente curso, el conjunto estrenará las partituras que ha encargado a los compositores John Adams y Luciano Berio.