El Cultural

Bajo el peso del paisaje

Arte

13 septiembre, 2000 02:00

Australia 2000

Sin duda es Tracy Moffat la figura más internacional del arte contemporáneo australiano, pero desde los años setenta muchos otros autores han logrado sacar sus obras de las antípodas y pasearlas por muestras de todo el mundo.

En general, se puede decir que la identidad cultural de Australia es fruto de sus particularidades históricas y geográficas: su posición en relación con el resto de los continentes, su pasado colonial, la relación con los aborígenes, las diferencias paisajísticas. La complejidad y la diversidad de esta identidad se ha reflejado en el arte contemporáneo australiano. Un mercado que empieza a moverse en la década de los setenta y que se fija en todo lo que se hace en Nueva York. Aunque de forma menos agresiva, las asociaciones de artistas dejan paso a los representantes que intentan promover las carreras de los artistas y serán, a partir de ahora, intermediarios entre autor y público. Todos estos cambios se acentuan en las décadas siguientes.

El arte y el cuerpo


Los setenta fueron, como en Europa y Esta-dos Unidos, para las instalaciones, performances y el arte conceptual. Los artistas más "alternativos" que surgieron en estos años no han dejado de tener importancia en el arte australiano de hoy: Mike Parr y Robert Hunter son los dos nombres más destacados de estos años. Parr es uno de los pioneros del body-art en Australia. Sus performances desplazan la atención de la obra de arte para centrarse en el cuerpo. Entre los conceptuales destaca Ian Burn (1939-1993) que produce algunas de la más significativas mediaciones entre el objeto y el proceso de mirar: el arte como espejo, como ventana.

En cuanto a la escultura, se nutre sobre todo de materiales industriales, planchas de hierro, tubos o barras. Los principales representantes son Inge King, Clement Meadmore o Ron Robertson-Swann. La más internacional de los tres, King (en la línea de Calder y Smith), hoy se decanta más por las grandes escalas, así como por la precisión de las pequeñas maquetas. Su obra Forward Surge, situada en el Centro de Arte de Victoria es un lugar de visita obligada en Melbourne. Pero quizá sea en las piezas de Robert Klippel donde la presencia de los materiales industriales sea más obvia: los desechos de maquinaria industrial unidos mediante la técnica del ensamblaje son parte principal de sus monumentales composiones (Opus 655, 1987-88).

El arte australiano comienza a ser internacional en los ochenta. Como en el resto del mundo occidental, la pintura toma fuerza frente a otros soportes. Es la llegada del neo-expresionismo y Peter Booth es el principal representante con sus composiciones figurativas, oscuras, en las que recrea, como en un sueño surrealista, mutilaciones humanas (Painting 1982, Painting 1977).

Son muchos los artistas que destacan entre 1985-90: Robert Kemp (con matemáticas composiones); Arthur Boyd (que trabajaba ya en los años cuarenta con el grupo figurativo Angry Penguins y que es hoy uno de los artistas más prolíficos de Australia, con sus imágenes bíblicas y míticas); Howard Arkley y Robert Rooney (más cercanos a la cultura de masas y al arte pop); Jenny Watson (que se representa a sí misma como una Alicia en el país de las maravillas).

Tillers y la vanguardia australiana

Pero es Imants Tillers (Sidney, 1950) el más importante dentro de la posvanguardia australiana. En sus obras -con influencia aborigen- trabaja a partir de reproducciones, imágenes que confluyen en una sola obra: es un "campo de batalla" de imágenes. En este sentido, el principal ejemplo es Conversations with the Bride (1974), que participó en la Bienal de São Paulo en 1975. Muchos de estos artistas cuentan hoy con consolidadas reputaciones y han representado a Australia en muestras internacionales. Arthur Boyd, Imants Tillers, Mike Parr y Jenny Watson han estado en la Bienal de Venecia.

Los artistas aborígenes (en los que ya se fijó la pintora Margaret Preston en los años 30) han tomado también parte de la renovación plástica introduciendo su particular lenguaje y simbología en los círculos tradicionales (Uta Uta Tjangala o Linda Syddick Napaltjarri).

En los noventa la fotografía toma el relevo al resto de los soportes artísticos y una figura sobresale en este nuevo panorama: Tracey Moffatt (Brisbane, 1960) es la figura más internacional del arte australiano. Aunque la artista reside en Nueva York y ha tomado cierta distancia respecto a su país, es inevitable que sus orígenes estén muy presentes en su obra. Moffatt, de nacimiento aborigen, fue entregada en adopción a una familia blanca. La ambivalencia, el resentimiento y la culpabilidad se entremezclan en unas fotografías que han dado la vuelta al mundo.

Las performances y la interacción de los propios artistas con las máquinas (al estilo de Marcel.lí Antúnez) forman parte del universo plástico actual. Cuatro artistas muestran estos días en Sidney sus obras más cibernéticas, en las que se mezcla tecnología e instalación: Paula Dawson, John E. Hughes, Rosemary Laing y el pionero Stelarc. Es una de las exposiciones de un festival que, con motivo de las olimpiadas, llenará la ciudad de arte nacional e internacional hasta el próximo mes de octubre.