Oscar-Wilde

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El Cultural

Cien veces Wilde

29 noviembre, 2000 01:00

"Una máscara", escribió una vez Oscar Wilde, "nos dice más que una cara". La suya, artificio puro, encubría a un hombre que se enfrentó a las convenciones de su tiempo y sucumbió a ellas hace ahora un siglo. Porque mañana se cumplen cien años de la muerte de Wilde, poeta menor autor de esa obra maestra que es La Balada de la cárcel de Reading, novelista también de una sola obra, cuentista y dramaturgo excepcional. Dandi y diletante, Wilde fue algo más que un personaje, que un provocador. Ejemplificó en sí mismo una nueva estética y asumió el fin de siglo en lo que tenía de trágica búsqueda del placer. Sobre el hombre y su tiempo escribe Luis Antonio de Villena, máximo especialista y responsable de la edición definitiva de sus Obras Completas en castellano, a la que pertenecen los inéditos que publica EL CULTURAL, Oscariana, con las dos series de aforismos preparadas por el propio Wilde. Además, Jesús Munárriz, traductor de La Balada..., analiza su obra poética; José Carlos Llop estudia al novelista; Espido Freire, al cuentista, y en Primera Palabra, Francisco Nieva revisa la importancia de su teatro.

La importancia de llamarse Wilde, por Francisco Nieva. Las mejores comedias de Wilde recogen una tradición que puede ir de Marlowe a Sheridan, netamente influido por ellos. Pero en Wilde el ingenio va más deprisa todavía, gira tan rápido como una rueda a la que no se le descubren sus radios.

Genio y paradoja: Biografía. Recorrido por la vida de Wilde, uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano tardío y una celebridad de la época debido a su gran y aguzado ingenio. Hoy en día, es recordado por sus epigramas, sus obras de teatro y la tragedia de su encarcelamiento, seguida de su temprana muerte.

Wilde total, por Luis Antonio de Villena. Como Nietzsche, Wilde creía en la alegría trágica del paganismo, en su generoso concepto de la vida combinada con la compasión por los desheredados. Ha de entenderse sumando todas las contradicciones: ni sólo el esteta es verdad, ni es verdad sólo el mártir del fin.

Oscariana: Oscar Wilde inédito. En su caso no es muy difícil preparar un librito en máximas o aforismos. Para muchos, Borges entre ellos, Wilde fue, esencialmente, un extraordinario decidor de agudezas. Recordemos la frase más feliz que le aplicó: "Mucho se han elogiado las paradojas de Wilde; nadie ha dicho que lo verdaderamente estremecedor de las mismas es que son, sencillamente, verdad".

La obra maestra de un poeta menor, por Jesús Munárriz. Wilde comenzó y terminó su carrera literaria como poeta, y la poesía, su primera vocación, fue la que le permitió expresar y condensar al final las terribles experiencias por las que pasó en su caída. En cinco años, Wilde lo tuvo todo y todo lo perdió.

Su propia vida, por José Carlos Llop. Si Wilde es autor de una sola novela, El retrato de Dorian Gray, también es verdad que hay otra novela de Wilde oculta en su propio personaje. Su vida ha planeado en nuestra literatura precisamente por el misterio estético y el drama novelesco de su personaje principal, dotado entre otras cosas de un talento extraordinario que quedó plasmado en su prosa ensayística.

Los secretos, por Espido Freire. Y entonces, llegó Oscar Wilde. Había terminado ya con los libros de la biblioteca de clase y los recreos transcurrían lentos, invernales, lluviosos, hasta que alguien trajo aquel librito delicado con El fantasma de Canterville y La esfinge sin secreto. Con nadie, salvo después con Cortázar y Borges, aprendí tanto ese arte complicado de insinuar, de crear ambientes.