Image: Carlos Pazos

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El Cultural

Carlos Pazos

“No haré el grand tour: me interesa el arte, no el mercadillo”

26 julio, 2007 02:00

Carlos Pazos

Carlos Pazos (Barcelona, 1949) ha inundado la tercera planta del Museo Reina Sofía con sus obras-objetos, collages y souvenirs que conforman su original universo artístico. Coleccionista compulsivo, su trabajo, cercano al conceptual, se ha mantenido al margen de corrientes y modas. Obsesivo, exagerado, Pazos no deja indiferente. "Puestos a ser, nada. Puestos a estar, con las estrellas. Ser star", ha dicho.

Pregunta: Se le ha considerado siempre un artista difícil de clasificar y, a veces, sin grupo es complicado sobrevivir: ¿No le parece?
Respuesta: Sí. He sido y soy un anoréxico de la vida y un romántico individualista. Tiempos difíciles para esas líricas.

P: Hacía body-art en la España de los 70: ¿es un bicho raro?
R: Tiendo a ser muy puntual, incluso pre-puntual y en este país la puntualidad es muy rara.

P: La identidad está presente en gran parte de su obra. Después de 30 años volviendo sobre ello, ¿qué ha sacado en claro?
R: Que sigo siendo aficionado a intentar vivir varias vidas en una sola vida.

P: Me imagino su estudio como una especie de mercadillo, de gran bazar...
R: Digamos que tiene algo de cueva de Alí Babá, tienda de todo a 100 y desván de los recuerdos.

P:También esta exposición en el Reina Sofía tiene mucho de mercadillo, ¿un consejo para no perderse?
R: Pasear por la exposición con su mejor pasión indisciplinada, intentando olvidar que está en un museo e intentando evitar nociones preconcebidas sobre lo que vea.

P: Han definido sus obras como poemas-objeto herederos del surrealismo: ¿se identifica más con otra corriente?
R: El surrealismo me resulta cercano, pero mi discurso es más complejo y menos ilustrativo. Como mínimo lo pretendo. Con la corriente que menos me identifico es con la corriente y moliente.

P: Se habla mucho de la ironía de su obra, pero además, ¿es más drama o tragicomedia?
R: A veces, tras esa pantalla de apariencia amable, risueña o intrascendente se desarrolla un drama que no tiene ni puñetera gracia.

P: Empezó con los muñecos de goma y ahora no puede parar de comprar mickies, cerámicas... ¿La historia de una obsesión?
R: La historia del horror a vivir sin un decorado estimulante.

P: ¿Qué tiene de coleccionista y qué de síndrome de Diógenes?
R: Tengo todo de acumulador y archivista, pasmado ante la capacidad del ser humano de crear sin límite las inutilidades más inesperadas.

P: Exagerado, extravagante, excéntrico, extraño... ¿le caben más ex?
R: Expero que sí: exuberante, expeditivo, exigente, exquisito, excitante...

P: El premio Nacional llega en 2004 antes de esta retrospectiva y de que su obra entre en colecciones públicas: ¿paradójico?
R: Paradójico, sí. Pero en España, lo paradójico, lo surrealista, lo contradictorio es la realidad misma.

P: ¿Cree que a raíz de esta retrospectiva el Reina Sofía se decidirá por fin a comprar obra suya?
R: Eso dijo la directora. Veremos qué pasa en septiembre y si la nueva política cultural conlleva cambios en la valoración de mi trabajo, como ha sucedido otras veces.

P: En la Expo 92 participó en el Pabellón Español y en el catalán de la Generalitat, si le dan a elegir hoy, ¿con cuál se queda?
R: Con los dos. Al fin y al cabo, nacer aquí o allá no se decide. Las raíces me las voy fabricando yo mismo.

P: ¿Qué le pide al nuevo ministro de Cultura?
R: Que gestione con el corazón, con la cabeza y sin contemplaciones.

P: ¿Y cuál de sus souvenirs le regalaría?
R: Le haría uno: un corazón de plata, relleno de perdigones y caviar. Para que no olvide lo efímero del placer y las dentelladas que el poder le suele propinar a la cultura.

P: Llegó a montar su propio club de fans: ¿el colmo de una super-star?
R: Más bien el colmo de la modestia. Reconociendo que nadie lo hacía, tuve que montarlo yo.

P: Mantiene estrechas relaciones con sus galeristas: Marisa Díez de la Fuente, Carles Taché, Asunta Rodríguez... Muchos artistas acaban mal con ellos, ¿cómo lo logra?
R: Procuro rodearme de amigos. También he tenido encontronazos, de intensidad variable, con personajes que piensan que el arte sólo es un negocio y los artistas, unos indeseables.

P: A Taché le costó decidir su "fichaje": supongo que ahora usted le hará ver que ha merecido la pena ¿no?
R: Creo que Carles está convencido de su decisión en el terreno artístico, pero dado el estado de mi cuenta corriente, todavía no hemos tenido ocasión de comprobar que la decisión también fue acertada desde el punto de vista económico.

P: Es año de bienales y macro eventos artísticos: ¿va a hacer el grand tour?
R: No he ido, ni pienso ir a ninguno. No quiero saber las pautas de la moda para los próximos años. Me interesa el arte, no el mercadillo del arte.

P: ¿Ni siquiera disfrazado?
R: Si fuera el muerto en el entierro, iría.

P: Collioure ha pasado ya a ser su cuartel general, al final le ha podido su francofilia ¿o es otra cosa?
R: Me gustan las ciudades grandes, me dan el ritmo. En Collioure encuentro la armonía para poner en solfa lo vivido. Fui francófilo por necesidad cuando era niño y adolescente. Ahora lo soy por razones de higiene mental.