Image: Ainhoa Amestoy

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El Cultural

Ainhoa Amestoy

"El primer Benavente fue un absoluto renovador"

16 abril, 2010 02:00

Considerada como una de las comedias más románticas y divertidas de Shakespeare, Mucho ruido y pocas nueces se representa en el escenario del Fernán Gómez de Madrid en versión de Benavente. La culpable de recuperar esta "joya" ha sido Ainhoa Amestoy, que además de producir y dirigir la obra, la protagoniza.

Pregunta: ¿Por qué volver a esta antigua versión de Benavente de Mucho ruido y pocas nueces?
Respuesta:Porque ese primer Benavente, absoluto renovador del lenguaje teatral, tiene joyas deliciosas que merecen la pena ser rescatadas.

P: Hoy no es un autor muy apreciado ¿por qué?
R: Nos hemos quedado con la perspectiva del Benavente más conservador y acomodaticio. Desde el bachillerato inclinan nuestro interés hacia el teatro innovador de Valle o Lorca y sitúan a Benavente en el lado de la balanza del teatro triunfador de menor interés.

P: Usted también figura como adaptadora, ¿qué ha retocado del texto?
R: A don Jacinto lo hemos respetado casi íntegramente; de Shakespeare hemos tomado algunas pinceladas (¡imposible resistir la tentación!) y hemos introducido un juego en el que los actores dejan de lado a sus personajes para jugar con el mundo de la metateatralidad.

P: Se agradece que el espectáculo dure una hora y diez minutos pero ¿no se les ha ido mucho la mano con el texto y los personajes, que han dejado en cinco?
R: ¡El culpable es Benavente! Nuestro autor defiende lo siguiente: "El asunto más interesante de cualquier obra dramática cabe en un solo acto, sin violencia; no quedará mucho más en cualquier obra grande, suprimidas las escenas de relleno, episodios, justificaciones, etc.; cosas que la vanidad de los autores juzga como necesarias, y, en realidad, no son otra cosa que el estirón forzoso para llegar a lo grande".

P: ¿Qué es lo que realmente le gusta de esta comedia?
R: ¡El placer por la mentira y el juego! ¡El arte de Talía!

P: ¿No es muy dificultoso dirigir un espectáculo en el que también se actúa? ¿Cómo se las apaña?
R: Sí que lo es. Me han contado que el mismo Marsillach padecía tremendamente cuando tenía que hacer ambas labores. Lo más útil es grabar el trabajo para luego analizarlo tranquilamente en casa y llegar al día siguiente con las notas pertinentes.

P: Y sus compañeros ¿cómo lo llevan?
R: ¡Con paciencia! ¡Mucha paciencia! Es un equipo fantástico y nos han dicho que en el espectáculo se nos ve absolutamente cohesionados, aspecto muy importante en cualquier creación escénica.

P: ¿Nunca pensó en dedicarse a otro oficio?
R: Lo cierto es que el teatro engancha muchísimo. Quise ser bailarina de ballet clásico, pero no tenía ni el empeine de Tamara Rojo, ni el giro de Corella, ni las piernas de Lucía Lacarra. ¡Qué le vamos a hacer! Ahora estoy cogiéndole el gusto a la cocina. ¡Quién sabe!

P: ¿Y sus maestros?
R: He tenido la gran suerte de trabajar con Miguel Narros y Andrea D´Odorico (¡los culpables de mi debut!), Paco Vidal y sus compañeros del Laboratorio de William Layton, Ignacio Amestoy (mi señor padre en la vida real), Otegui, Victoria Rodríguez, Beatriz Carvajal, Charo Soriano... y muchos otros. Cada tarde, antes de empezar una representación, miro a un foco y le pido a mi Lola, la Cardona, que me acompañe sobre las tablas.

P: Usted ha montado su propia compañía. Si no se tiene, ¿qué posibilidades ofrece el panorama teatral?
R: Pocas. Hay que lanzarse a la piscina, asumir riesgos, que la gente vea que sigues en ello y poco a poco ir haciéndote un hueco para que te vayan considerando y finalmente te llamen. Es un oficio el nuestro en el que es importante saber resistir.

P: Hoy hay una buena nómina de autores y actores, entre los 30 y los 45 años, pero los directores escasean.
R: Lo cierto es que cada año, sólo en Madrid, nos licenciamos unas diez personas en la carrera de dirección de escena. Sólo necesitamos que las compañías nacionales, centros dramáticos, productores privados, redes escénicas y demás entidades confíen en nosotros y nos den trabajo. ¡Tenemos mucho que aportar!

LIZ PERALES