Natalia Millán, por Gusi Bejer.

La Carmen Sotillo de Cinco horas con Mario ya no es Lola Herrera. Desde hace tres meses Natalia Millán sustituye a la única actriz que ha encarnado al personaje creado por el autor castellano desde que subió por primera vez a un escenario en 1979. La obra llegará al Teatro Reina Victoria de Madrid el próximo miércoles.

PREGUNTA: ¡Vaya salto!, después de protagonizar Cabaret y Chicago, se convierte en la Carmen Sotillo de Cinco horas con Mario.

RESPUESTA: Pasando por El mercader de Venecia, de Shakespeare, y el lúgubre Internado. Sí, es este un oficio de muchos saltos y sin red. Y bastantes sobresaltos.



P: Cabaret está asociado a Minnelli y lo mismo ocurre con Cinco horas con Mario y Lola Herrera.¿Cuál ha sido más difícil de hacer olvidar?

R: ¿Hacer olvidar? Nunca lo pretendería, no hay por qué. Le pones tu piel, tu carne y tu aliento a los personajes y eso ya es bastante tarea. No es una competición. Es verdad que el caso de Cinco horas con Mario es singular, pues Carmen Sotillo solo había sido encarnada por Lola Herrera, y durante muchísimos años de éxito total. Para mí seguir sus huellas en este viaje, como en los otros, es un privilegio.



P: ¿Siguen existiendo Cármenes Sotillo hoy en día?

R: Claro que siguen existiendo Cármenes Sotillo. Y ojito, que el racismo, sin ir más lejos, es altamente contagioso. Carmen es una mujer confundidísima, víctima de su entorno y de sí misma que defiende o justifica todo aquello que la mutila. Porque siempre ha sido así, y así se lo han dicho desde pequeña: "que los principios son sagrados y no hay nada como los principios". Y si como Mario, se cuestionara lo que dice y lo que le rodea, su mundo se tambalearía. Así que se aferra a lo que le es familiar y desprecia todo lo que es distinto.



P: ¿Cómo cree que encuentran la obra los jóvenes espectadores que no han tenido conocimiento de la época en la que se desarrolla?

R: Se encuentran con la obra quizá más conocida de Delibes, de lectura recomendada en la educación secundaria. Es un retrato genial de nuestra historia reciente, que les enseña lo mucho que ha evolucionado nuestra sociedad, que les sorprende, les inquieta y que les plantea cuestiones tan reconocibles ahora como entonces. Y doy fe: se divierten y se ríen.



P: ¿Estuvo en contacto con Lola Herrera antes o durante los ensayos? ¿qué le dijo?

R: Sí, la llamé en cuanto me ofreció el papel José Sámano, gran amigo suyo. Yo estaba excitadísima, encantada y aterrorizada, y Lola, tan encantadora y generosa como siempre, me llenó de ánimos y me regaló este estupendo consejo: "Confía en el texto y déjate llevar. Está todo en él".



P: ¿Cuál es la mayor dificultad de la función?

R: El texto de Delibes es excelente, Carmen Sotillo tiene voz propia desde la primera lectura. Memorizar tal volumen de texto ha sido duro, pero ahora ya es un placer tenerlo entre los labios y sólo quiero ofrecérselo al público tal y cómo lo concibió don Miguel.



P: Ha dicho que la obra es una vomitona. En el caso de que tuviera que hacer una catarsis, ¿qué expulsaría?

R: Yo sólo exhibo en público las catarsis de mis personajes. Y si a usted no le molesta, prefiero guardar mis pasiones y otros objetos de catarsis en mi casa.



P: Cabaret se ambienta en el Berlín prenazi, Chicago en la ciudad de los gánsteres y Cinco horas... en una España de autarquía y sacristía. ¿Le hubiera gustado vivir en alguna de estas épocas?

R: En esa España nací y aunque conservo muy pocos recuerdos, me quedo con la España de hoy que, con todos sus defectos, es incomparablemente mejor. Y entre los nazis y los gánsteres, qué quiere que le diga, estos últimos fueron mortíferos, sí, pero menos que los otros.



P: José Antonio Pérez escribió Mario por alusión, un texto en el que el muerto de Cinco horas... se defiende de su viuda. ¿Conoce la obra? ¿Cómo defendería usted a Mario?

R: Sé de su existencia pero no lo he leído. Con todo mi respeto por el autor de esa obra, creo que la genialidad de Delibes es que, valiéndose del discurso de Carmen, retrógrado y complaciente con el Régimen, para dar esquinazo a los censores, nos muestra a Mario como el auténtico protagonista de la historia, no necesita de más explicaciones. Ni Mario pediría mejor defensa.