Francisco Mora. Foto: Javi Martínez

El catedrático de Fisiología publica 'El dios de cada uno', en el que aborda las claves cerebrales de la religión

Autor de libros como El reloj de la sabiduría o ¿Cómo funciona el cerebro?, Francisco Mora (Granada, 1945) rastrea en El dios de cada uno (Alianza) los motivos por los que el ser humano busca la religión y analiza, a la luz de los avances científicos, las manifestaciones espirituales a través de algunos de sus protagonistas.



Pregunta.- En el libro se mete a fondo en la historia de la religión ¿Es necesario para sacar conclusiones científicas sobre su expresión en el cerebro?

Respuesta.- Sí, si como hago en el libro marco "un antes y un después" del advenimiento del pensamiento científico. Y sí, también, si, como se plantea en el texto, se analizan personalidades y conductas como las de Abraham o Moisés y otros personajes (bíblicos o no).



P.- San Francisco, Santa Teresa, San Juan de la Cruz... Usted dice claramente que padecían trastornos. ¿Estaría descrita esa patología?

R.- No, en absoluto. Todo son inferencias de la literatura médica. No hay constancia, lógicamente, de ningún diagnóstico preciso aunque sí estudios muy críticos y serios a partir de las descripciones médicas o simplemente observaciones realizadas en su tiempo.



P.- "Levito, veo a Dios por las noches..." ¿Cómo analizaría este comportamiento desde la neurociencia?

R.- Son sensaciones que experimentan algunas personas sin ninguna realidad. Hay muchos casos clínicos descritos, bien por sufrir una esquizofrenia o por un determinado tipo de epilepsia.



P.- "Creo en Dios firmemente. Todos los actos del día están marcados por mis profundas creencias en su existencia..." ¿Qué partes de mi cerebro estarán más activadas al final de la jornada?

R.- Al final de la jornada no lo sé. Pero sí le puedo decir que cuando se le dice a una persona despierta, sometida a registros magnéticos, "Dios está siempre presente", se activan o inhiben más de 12 áreas distintas. Y hoy sabemos, además, que deben existir muchas más activadas o inhibidas no detectadas por los registros. Los pensamientos y los sentimientos son elaborados por el cerebro y sólo por el cerebro. Sin ninguna otra connotación sobrenatural.



P.- ¿Puede llegar a ser el fanatismo religioso una enfermedad mental?

R.- No. Salvo excepciones, como en todo, la conducta de estas personas en su contexto cultural -ahogados o no de religión- es normal y coherente con su entorno social. Sí es cierto que ciertas personas traen al mundo, genéticamente, predisposición a dejarse abrazar por creencias religiosas profundas. Y ello ocurre tanto en fanáticos religiosos como en aquellos que, sin serlo, dedican su vida al aislamiento absoluto y a la contemplación de esa idea que llamamos Dios.



P.- ¿Estarían algunos de estos comportamientos relacionados con la esquizofrenia?

R.- Sin duda, como los hay que no lo están. La esquizofrenia es un "saco que contiene muchas enfermedades" a las que no encontramos nombre. Por conveniencia seguimos hablando de esquizofrenia de un modo genérico y basado en algunos síntomas clave comunes a todos los seres humanos. Hay esquizofrenias floridas que pueden abortar sin dejar apenas rastro. Como las hay con apenas leves síntomas mentales que se vuelven insidiosas e incapacitantes. Muchas personas, por lo demás "normales", presentan rasgos claramente "esquizofrénicos" compatibles con su vida personal y social. En cualquier caso, ninguna enfermedad mental presenta ya un "estigma" que desvalorice, de entrada, la conducta de ninguna persona. Lo "grande" de un pensador, un literato, un pintor o un músico mentalmente enfermo es que casi siempre ha sido alcanzado no por la enfermedad sino por lo que ya existía antes. La enfermedad sólo ha ayudado a expresarlo, quizá, a mayor nivel.



P.- ¿Pueden los hechos religiosos explicarse a la luz de la neurociencia?

R.- No, claramente. Como tampoco es posible hoy hacerlo de otros tantos hechos extraídos de la ética o del arte, por ejemplo. Pero sí le diré que la neurociencia ya ha alcanzado la conclusión, a la luz del proceso evolutivo, de que todo, absolutamente todo lo que existe en el mundo, es filtrado por el cerebro humano. Desde los libros llamados sagrados hasta las concepciones más aparentemente sobrenaturales. Todo es cerebro. Su funcionamiento,y cuanto pensamos y sentimos, en términos generales el conocimiento, es extraído de la realidad que nos rodea.



P.- Por último, ¿puede la evolución explicar el sentimiento religioso? ¿Está registrado en nuestros genes?

R.- Bueno, nada o muy poco viene escrito en nuestros genes que sea determinante para cada ser humano: ni las enfermedades, ni en lo que va a pensar o sentir, ni en cómo va a construir su desarrollo personal... Eso lo determina el medio ambiente y la cultura en la que vive el individuo. Todavía desconocemos en gran medida de lo que estamos hablando cuando nos referimos a ese determinismo en el ámbito molecular y neuronal.

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