Santiago Sierra (Madrid, 1966) es un provocador sin ánimo de lucro. Políticamente incorrecto, se ha convertido en uno de nuestros artistas más internacionales que puede, además, jactarse de haber rechazado el último Premio Nacional de Artes Plásticas (2010). Irritante y polémico, sus acciones siempre están relacionadas con problemas sociales y económicos. Contrata trabajadores para las más diversas tareas: hacer muros o pasillos, pasar toda una fiesta encajonados o ser enterrados en la playa; otras veces los reúne para practicar sexo, posar de espaldas o leer en árabe la guía de teléfonos. Eso si no convierte una sinagoga alemana en una cámara de gas... Lleva el último año y medio atrapado en un NO gigante, dos letras con las que ha recorrido el mundo occidental y con las que ha buscado "hacer sólida la negatividad que carga el ambiente y luego pasearla y filmarla". El resultado es una peculiar road movie que retrata su peregrinación a contracorriente.

Pregunta.- ¿Cómo surge el NO y asimismo el viaje y NO Global Tour La Película?

Respuesta.- Las decisiones importantes no suelen tomarse por una sola causa, son varias las que confluyen. En realidad el NO, Global Tour lleva muchos años en marcha y también en su versión road movie, es la película que se va filmando en la cabeza cuando se viaja. Pero es hace un año y medio o dos cuando decido hacer sólida la negatividad que carga el ambiente y luego pasearla y filmarla. Partimos de Lucca sin un itinerario definido y luego fuimos arreglando el viaje, así que en algunos lugares nos esperaban y en otros no. Conté con un solo cámara, Diego Santomé, procedente de la escultura y afín en la percepción del arte y con el maestro Iván Aledo para el montaje, dos muy buenas decisiones.

P.- ¿Da por finalizado el viaje o, como en las películas de Hollywood, habrá segunda parte?

R.- El rodaje sí lo doy por terminado porque ya nos cansamos y quedó muy bien como película, añadirle más es innecesario. Pero la escultura sigue recorriendo mundo, que es lo más interesante de este proyecto.

P.- ¿Qué hay de rechazo y de denuncia en este gran NO? ¿Cuál es la intencionalidad de esta pieza?

R.- El No es muy bipolar, y es diferente cuando se dice de abajo hacia arriba o cuando se dice a la inversa. Es decir, el NO del niño, no es el NO del padre, ni el del obrero es como el de su patrón, ni el del súbdito es el mismo NO que el de su tirano. La negación a una imposición es casi un NO en espejo, pues negamos a quien nos niega. El No está garabateado en muros pero también a la entrada de todas partes en letra de molde. El No es el único diálogo posible con el poder. NO, Global Tour, es un evento molesto, pero es solo una escultura y eso significa que es una mercancía que cualquier jefe puede comprar para instalarla en lo alto de su colina favorita.

P.- Un rechazo y denuncia que usted mismo trasladó al Premio Nacional... cuando salió la noticia muchos pensamos, esto es otra de sus acciones... ¿podría haber sido?

R.- Sí, podría, pero imagino que si le digo que sí pensarán que no ocurrió realmente. Y sí, lo hice, lo rechacé. Rechazar el premio fue un placer más que una obra de arte. Evidentemente no podemos decirle que sí a todo.

P.- En sus obras subyace el abuso de poder, el maltrato, la inmigración ilegal, el racismo... pero ¿qué capacidad real de denuncia tiene el arte contemporáneo?

R.- Oh, muy poca ciertamente. Tras años de burlas de la prensa y de dejadez en la enseñanza de las artes, apenas tenemos credibilidad. Por otra parte somos productores de objetos de lujo con frecuentes y comprometedoras relaciones con el estado. La denuncia la trae la gente de casa puesta, en su cabeza. Soy un artista y no un activista. Si te gusta lo que hago estupendo pero no te lo creas mucho porque al final el arte termina en casas de buena familia.

P.- Una primera lectura de su trabajo podría ser: Minimalismo + Crítica feroz al capitalismo + Sentimiento de culpa... ¿Algo más?

R.- Mucho más o nada, no sé. Eso lo dije hace muchos años en un esfuerzo didáctico por hacerme entender, si hablamos de sentimientos es más rabia que culpa lo que cargo.

P.- Si los nombres de obra escultórica o escultura no se ajustan estrictamente a su trabajo, como ha dicho en más de una ocasión, entonces ¿qué es su trabajo?

R.- Bueno es que la asimilación de las aportaciones linguísticas de las últimas décadas nos impiden definirnos tan decimonónicamente. Pero mi formación es como escultor, en eso no puedo retractarme, es un hecho.

P- ¿Qué ha cambiado desde aquel contenedor cúbico que presentó en la galería Ángel Romero en 1990 hasta este NO negro que ha recorrido el mundo civilizado?

R.- El mundo es mucho peor, pero imagino que es sólo un paso hacia lo insoportable.

P.- ¿Cuál será su próxima acción?

R.- Ufff, mostrar la pelócula. Eso haré este año. Creo que trabajamos mucho como para pasar a otra cosa sin hacer ver esto. NO, Global Tour para rato.