El otro día paseaba por el centro de Madrid cuando un singular cartel llamó mi atención. Rezaba: "Primera concentración internacional y nudista de monotrones conectados en paralelo en la Plaza Mayor. Dirigida por Luis Cobos". Aquí no nos importa tanto la existencia o no de tal humorístico e improbable evento sino hasta qué punto indica cómo los instrumentos de la subcultura musical geek y sus inventos van escalando posiciones, incluso en ámbitos extramusicales.
Los "monotrones" a los que se refiere son uno de los más recientes lanzamientos de la marca japonesa de instrumentos musicales electrónicos Korg, que contribuyó en los años 70 y 80 a revolucionar las posibilidades musicales con diversos sintetizadores de precio asequible y mantiene en el último lustro una producción frenética al calor del revival por la cacharrería analógica (que no ha dejado de crecer entre los músicos más inquietos desde que lo digital comenzara su reinado). El Monotron es un sintetizador analógico enano (cabe en la mano de cualquier adulto) con teclado de goma y precio risible que recupera los circuitos de los sintetizadores pioneros Korg MS-10 y MS-20, simplificando al máximo los controles con el objeto de que cualquiera pueda tocarlo.
El tocar (cualquiera) para divertirse encaja a la perfección con la filosofía de la subcultura geek integrada por fanáticos y, usualmente, expertos en nuevas (también obsoletas) tecnologías y fans de la cultura Pop. Lo geek constituye una categoría difusa que vendría a ser una superación orgullosa de lo nerd y lo freak donde la inadaptación social del antaño "perdedor" está más que bien considerada y sus conocimientos particulares (que muchas veces aplican a crear esa misma tecnología) son vistos ahora como el modo de integración en una élite, una nueva clase.
Al calor del auge de esta forma de vida entre el conformismo consumista y el "Háztelo tú mismo" punk, individualista pero adepta a demostraciones colectivas y a amistades con gustos similares, han ido proliferando una serie de utensilios para el juego musical instantáneo de muy diversa índole. Analógicos y digitales, innovadores o vintage, suelen ser pequeños, raros, asequibles y fácilmente interconectables.
Así, el Monotron, que en poco tiempo se ha convertido en uno de los productos estrellas de Korg, en realidad viene a engrosar la lista de mini instrumentos de la marca nipona tales como el Mini-Kaosspad o el Kaosscilator. Y los grandes lanzamientos de esa clase de marcas se confunden con la recuperación de juguetes de otra época tales como el Stylophone (y su ampliación como caja de ritmos) y, sobre todo, con las creaciones de geeks que "hackean" artilugios nuevos y antiguos mediante la técnica del circuit bending o alteración de circuitos con el fin de conseguir un resultado cáotico o aberrante.
Internet, en especial Youtube, es un hervidero de instrumentos baratos y juguetes sonoros tuneados, inventores más o menos profesionales de nuevos instrumentos, o versiones en bajo precio de instrumentos mayores como ese Bliptronic copia barata de sintetizadores matriciales como el Tenori-On o el Monome. Si a ello se suma las aplicaciones musicales de la familia Apple o de consolas como la Nintendo DS, quizá no sea exagerado afirmar que es rara la semana en que no aparece alguna nueva posibilidad sonora con la que jugar:
Los geeks crean y prueban nuevos cacharros raros sin cesar, conquistando tierras más allá de sus fronteras y los músicos avispados de todo estilo celebran su revancha, porque ganan nuevas posibilidades sonoras que tocar. Así ha sido desde siempre. Así seguirá siendo.