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Image: Eric-Emmanuel Schmitt
Eric-Emmanuel Schmitt
"Las enfermedades en los niños son un verdadero tabú"
15 abril, 2011 02:00Eric-Emmanuel Schmitt. Foto: Begoña Rivas.
Hoy estrena 'Cartas a Dios', dirigida por él a partir de su novela 'Oscar y la dama rosa'.
Pregunta.- Creo que fue Cyrano de Bergerac el culpable de que hoy esté aquí...
Respuesta.- Sí, a los quince años mi madre me llevó a ver a Jean Marais representando a Cyrano. Me llevé tal impacto y experimenté tantas emociones en la sala que salí de allí diciendo que quería dedicarme a escribir obras teatrales.
P.- ¿Se sentía un bicho raro por tener esas inquietudes a una edad en que se suele estar más preocupado por darle al balón o perseguir a las chicas?
R.- La verdad es que siempre he ido un poco a contracorriente pero sí, qué duda cabe que me sentía extrañamente lejos de mis compañeros de clase. Desde muy pronto destaqué ya como niño prodigio, sacaba buenas calificaciones, me gustaba mucho leer y tenía una madurez superior a la que me correspondía por edad. Pero supongo que también por todo ello me convertí en un adolescente difícil que di muchos quebraderos de cabeza a mis padres. Empecé a escribir a los dieciséis años, basándome en obras de Molière que a las que intentaba dar una nueva forma.
P.- Oscar y la dama rosa está traducida a 43 idiomas, le ha valido varios premios y en la encuesta a los lectores franceses que la revista Lire hizo en 2004 acerca de los libros que han cambiado sus vidas salió elegida junto al Principito, Los tres Mosqueteros y La Biblia. ¿Qué es lo que la ha convertido en un libro excepcional?
R.- Supongo que es el hecho de que afronta la enfermedad de un niño de manera clara y directa, y a la vez es un canto a la vida y a la esperanza. Es un libro sencillo, breve y muy fácil de leer, pero está cargado de profundas tesis sobre el cristianismo, el dolor y la muerte. Plantea además cómo se puede afrontar la enfermedad con sentido del humor e imaginación.
P.- Creo que el libro fue una revolución entre la propia clase médica...
R.- Sí, los médicos empezaron a comprarlo a docenas y los repartían entre enfermeras y ayudantes, puesto que da unas pautas muy válidas para plantear la comunicación enfermo-paciente. Ahora se cuidan más estos temas, que son de gran importancia para acompañar a alguien en un trance tan difícil y doloroso como es una enfermedad. Y este libro, cuyo contenido no es puramente médico, recibió un premio de la Academia de Medicina por contribuir a la humanización del personal hospitalario. El segundo punto importante del éxito de esta novela fue que caló muy pronto entre los jóvenes, que empezaron a recomendárselo entre ellos y a sus familiares. De modo que se convirtió en un fenómeno transgeneracional.
P.- ¿Hay algo autobiográfico en esta historia?
R.- Yo he tenido la suerte de no padecer ninguna enfermedad, pero sí he convivido con la falta de salud desde muy niño. Mi padre era fisioterapeuta y yo le acompañaba a menudo a visitar a sus pacientes. Aprendí a escucharle y a ver como cuidaba a sus enfermos tanto para aliviar su dolor físico como para atenuar sus preoupaciones dándoles ánimos. Está claro que eso me dejó una huella muy intensa.
P.- Sus personajes están muy bien definidos y nos ayudan a entrar en la trama con gran facilidad. ¿Responden a modelos o experiencias reales?
R.- No, ninguno de ellos, ni el doctor, ni los padres de Oscar, ni los niños que lo rodean. Aunque Mami Rose vendría a ser como mi alter ego, me identifico mucho más con ella que con Oscar. Ella es una mujer muy luchadora, con una gran personalidad y la valentía suficiente como para decirle a Oscar la verdad. Se inventa además un juego que va a ser enormemente terapéutico para ambos y que desembocará en una experiencia que cambiará la vida de los dos.
P.- ¿Fue difícil dar con el reparto adecuado?
R.- Mucho, pero estoy muy satisfecho del resultado. Michèle Laroque encarna a Mamie Rose y le va de maravilla, porque tiene a la vez ese lado cortante, tierno y también un poco ácido. Amir es Oscar, y da perfectamente el papel tanto por su físico como por su lucidez e inteligencia. Y Max von Sydow, un grandísimo actor, es el doctor Dusseldorf, un hombre complejo que representa las debilidades del ser humano.
P.- ¿Qué tiene ahora entre manos?
R.- Llevo ya trescientas páginas escritas de mi próxima novela, y áun me falta la mitad. Es la primera vez que voy a escribir un libro tan extenso porque siempre he hecho obras muy breves. Se trata de una profunda introspección en el alma femenina.