El pasado 27 de marzo Metrópolis de TVE homenajeaba al país devastado emitiendo Jap_ON, un buen documental de Celina Alvarado sobre el actual panorama multimedia nipón. En él podían verse cosas tan alucinantes como esa intervención de Tomoaki Yanagisawa que convierte unas zapatillas deportivas en un sampler. Sin embargo, pese al interés del programa, eché de menos a Maywa Denki, colectivo que adopta la forma de una empresa para combinar arte, ciencia y comercio bajo la premisa del sinsentido y cuya principal vía de expresión es lo musical.
El actual Maywa Denki fue constituido en 1993 por Nobumichi Tosa (junto a su hermano Masamichi, desde 2001 ausente del grupo) reciclando la empresa en bancarrota de su padre, fabricante de válvulas electrónicas. Desde entonces, buena parte de su modus operandi consiste en diseñar, construir y tocar extraños instrumentos musicales que, en ocasiones, se convierten en gadgets. De hecho, los conocimos gracias a uno de ellos, el Otamatone, uno de los más famosos de esa familia de utensilios para el juego musical instantáneo de que hablábamos en una columna de aire el pasado mes. Maywa Denki ha vendido cientos de miles de unidades de ese "juguete" que al ser tocado parece sonreír cantando con un aire entre Erhu (violín chino), stylophone y Tannerin. Ya tiene su propia App de iPhone.
Sin embargo, el Otomatane, como los juguetes de la serie Knockman, no son más que la punta del iceberg de una filosofía que toma vida en gran parte en lo sonoro. Maywa Denki indaga en las posibilidades de interacción de diversos autómatas mecánicos e ingenios alimentados por electricidad (energía que entienden como llegada a la Tierra desde el espacio exterior), para dar vida a sonidos únicos pero reales y siempre acústicos con los que buscan recuperar la capacidad mágica y sagrada de los antiguos instrumentos.
Los inventos de la "Compañía" se acercan al concepto japonés de Chindogu, que la Wikipedia define como "herramienta extraña o deformada (…) Un invento que aparentemente es la solución ideal a un problema particular pero que en la práctica resulta todo lo contrario. Los inconvenientes adicionales suelen hacer que dicho ingenio sea inapropiado o absurdo." Su presidente y cuasi factótum Nobumichi Tosa explica su estrategia en un breve documental de BBC: "Buscamos ideas en las que nadie haya pensado antes y las convertimos en productos. Después esperamos la reacción del mundo al absurdo que ven."
Así pues, el juego empieza por provocar un cierto aturdimiento Dadá mediante el aparente sinsentido de sus invenciones. La impresión de inutilidad cómica, de absurdo desperdicio de tiempo, energía y dinero sirven, sin duda, para abrir la percepción de quien se acerca a las posibilidades mágicas del sonido. Sin perder su sonriente seriedad, puede verse a Nobumichi afirmar: "Quiero cambiar el mundo. 'Maywa Denki' significa 'paz luminosa'. Quiero un mundo de paz luminosa. Y un mundo de disparate".
Desde luego lo que sale de sus excéntricos cacharros consigue ser luminoso, como también inocente, saludable y capaz de rejuvenecer nuestros adocenados oídos. Todo el proyecto Maywa Denki es una alocada y sincera invitación musical al movimiento y a la creatividad.
PS.- Quizá el desastre que vive Japón y la manera en que su pueblo está reaccionando, acaso la compasión y el respeto creciente que todo ello causa en quien esto escribe, sean los responsables de que en estos días me encuentre más maravillado que nunca por los nuevos inventos musicales ideados en el país del sol naciente. Sin embargo, me parece que, al margen de tales sentimientos, estas líneas no sólo son apropiadas sino más bien del todo necesarias (e insuficientes). Volveremos en otra ocasión al lugar de la imaginación musical donde la técnica, el humor, el juego y la música caminan más juntos.