Salvador Boix, por Gusi Bejer.

"Me llamo Salvador Boix, tengo 51 años, soy hijo de Banyoles y me gustan los toros". Así se presentó el apoderado de José Tomás en el Parlamento catalán. En su comparecencia intentó salvar la tauromaquia de la prohibición. Fue inútil. Ahora se siente un "marginado" en su tierra. La rabia y el dolor le han llevado a escribir Toros sí, ensayo ganador del Premio Temas de Hoy.

Pregunta: No hay mal que por bien no venga: la cogida de José Tomás en Aguascalientes le permitió sentarse a escribir...

Respuesta: Sí, el parón forzoso me dio la tranquilidad necesaria. El pasado año fue muy malo, por la cogida y por la prohibición. Tenía muchos pensamientos en la cabeza y necesitaba ponerlos negro sobre blanco.



P: Cuenta que la prohibición corona una labor de zapa del nacionalismo que viene de largo...

R: En la televisión y en la radio pública catalana no se ha dado nunca ni una sola información taurina. Este ha sido un factor determinante. Los toros han sido ninguneados deliberadamente en los medios que pagamos todos los catalanes.



P: La puntilla a la tauromaquia se la puso el pacto entre animalistas y nacionalistas.

R: Los partidos siempre lo habían intentado pero no lo habían conseguido. Entonces se produjo la carambola de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP). Los políticos nacionalistas la aprovecharon muy bien. Apoyaron el ataque a la tauromaquia, por su carácter simbólico, pero se negaron a prohibir los correbous, para no perder votos en las tierras del Ebro.



P: ¿Y cuándo compareció ante el Parlamento no era consciente del paripé?

R: No, me di cuenta cuando llegué y vi la dispersión y el desinterés de muchos diputados.



P: ¿El día de la prohibición sintió vergüenza de ser catalán?

R: No, vergüenza no, pero dejé de reconocerme en mi propia cultura. Y eso es muy doloroso. Aquí se impone el pensamiento único.



P: ¿Y se siente incómodo ahora en su tierra?

R: Sí, muy incómodo, porque pertenezco a una minoría que ha sido marginada. Es muy grave que unos políticos capitalicen tus sentimientos.



P: ¿Considera las indemnizaciones que hay que pagar una bofetada al contribuyente catalán?

R: Los toros no le han costado un duro al erario público catalán. Lo que han hecho ha sido engrosarlo a través de impuestos. Ese dinero ahora se va a perder y, para más inri, los ciudadanos deberán pagar las indemnizaciones, ¡en la ruina incipiente que vivimos!



P: Y ahora llegan los franceses y declaran la tauromaquia bien de interés cultural. ¿Lectura?

R: Han dejado en evidencia que si no hubiera sido por intereses políticos, como ha ocurrido en Cataluña, la tauromaquia no se prohíbe en ningún lado. Al contrario: se preserva. ¡Chapeau!



P: Hay una ILP en marcha y un recurso ante el Constitucional para revertir la situación. ¿Esperanzas?

R: Confió en que la ILP prospere, porque somos muchos. Sería muy interesante: obligaría a los partidos a retratarse. Y el recurso depende del criterio de los magistrados, que es muy variable. Lo importante es que se pronuncien antes de que entre en vigor la prohibición, en 2012.



P: Dice que al mundo del toro le sobra gomina y caspa...

R: Es una forma de decir que sigue unas inercias demasiado anticuadas. Le hace falta desmelenarse un poco, ser más creativo, mirar más a la juventud y a la cultura.



P: ¿Y banderas?

R: Le sobran todas. Lo de ser la "Fiesta nacional" le ha hecho mucho daño. La tauromaquia es una víctima de las banderas.



P: "Menos corridas, más calidad". Esa es una de sus reivindicaciones clásicas.

R: Hay que tender a lo singular y al gran evento, y huir de la banalidad y de la repetición.



P: "La tauromaquia es el último rito sagrado en la cultura occidental". Le cito a usted.

R: Sí, es un espacio sagrado en el que salen a relucir los valores humanos que nos ayudan a sobrevivir: la superación del miedo, la aplicación de la inteligencia, la capacidad de sufrimiento... La tauromaquia sobrevivirá si se mantiene fiel a su verdad y su pureza.



P: ¿Y es José Tomás el torero más puro y el más verdadero?

R: Es el más grande que ha existido. Interpreta su tauromaquia con un sentido del compromiso hacia esa pureza que no conoce barreras.



P: ¿Ya ha leído el libro el maestro?

R: Ha estado muy metido en su recuperación. Tiempo tendrá.