Ramón Tamames, autor de ¿Cuándo y cómo acabará la crisis?. Foto: Mitxi

Acaba de presentar su libro '¿Cuándo y cómo acabará la crisis?', que inaugura la colección 'Libros Urgentes' de la editorial Turpial.

¿Cuándo y cómo acabará la crisis? La pregunta, evidentemente, no es nueva, y hay respuestas para todos los gustos: sensatas y peregrinas, realistas y utópicas, académicas y callejeras. Las de Ramón Tamames son, como mínimo, de lectura obligada, por la autoridad que le confieren su currículum y su trayectoria vital. El laureado catedrático de Estructura Económica, ex consultor económico de la ONU y firmante de la Constitución Española durante su etapa como congresista acaba de publicar un libro editado por Turpial, con la pregunta de marras por título y el subtítulo Tractatus logicus economicus.



Pregunta.- ¿Podría responder al título de su libro en una frase?

Respuesta.- Para el PSOE, la crisis acabará cuando Dios quiera, porque están esperando un milagro que no llega, y no llega porque la economía mundial continúa revuelta. Estados Unidos no acaba de recuperarse y China tiene a la vista el tema de la inflación y de la burbuja inmobiliaria. Y para mí, la crisis empezará a acabarse con un nuevo gobierno que sea un revulsivo de todas las dilaciones, retrasos y medidas a medias que ha habido, que tome el toro por los cuernos y acometa un plan global de profundización en las reformas que se han hecho y en otras.



P.- ¿Y el encargado de formar ese gobierno sería el PP?

R.- Yo no veo otro. No creo que el 15-M llegue al poder tan rápidamente, ni Rosa Díez. Indudablemente tenemos ahí a Rajoy, que supongo que ya habrá encargado a su sastre un traje nuevo para cuando tenga que jurar como presidente.



P.- ¿Con qué medida urgente empezaría usted a atajar la crisis?

R.- Poniendo a trabajar a los parados en tareas como forestación, medio ambiente, trabajos ciudadanos e incluso como cuidadores, con el dinero de las prestaciones que se les da, que es cultivar la economía sumergida, la inanición y la pérdida de entusiasmo. Ahora mismo, un parado es despreciado por la sociedad y eso no puede ser.



P.- ¿Si no hubiera crisis económica habría surgido el 15-M?

R.- No. En la época de bonanza, cuando se encontraba empleo fácilmente a 1.500 euros en vez de 700, la gente no se acordaba de nada, ni le interesaba el paraíso ecológico ni las verdes praderas de la vida en común. No, estaban a lo suyo, en grandes movidas festivas y punto. La indignación viene con la crisis, claro, en la que los menos preparados sufren más, porque no tienen un criterio darwinista.



P.- ¿Se puede cambiar una economía sometida a los intereses del mercado por una economía humanista?

R.- Eso tiene que ser una especie de concierto global. Un solo país no puede hacer eso, porque vivimos en medio de la globalización y el resultado es que o tenemos competitividad o nos sumimos en la pobreza y el desánimo. Otra cosa es que la Unión Europea vaya introduciendo nuevos criterios para una economía menos agresiva, con un estado de bienestar más asegurado y mayores oportunidades para los jóvenes. Todo eso lo podemos hacer, pero tiene que ser una política concertada por los 27 países de la Unión y luego tratar de insuflar esos criterios al resto de la economía mundial.



P.- ¿Han perdido los estados su soberanía en beneficio de esa economía global?

R.- No, yo creo que compartimos esa soberanía. Es cierto que China y Estados Unidos tienen un poder tan grande que dentro de esa soberanía común de la globalización tienen más opciones que nosotros. Pero nosotros estamos en el BCE, que decide qué se hace con el euro, y en el ECOFIN, que decide las medidas financieras. Desde un punto de vista muy rústico, pues sí, se ha perdido soberanía, pero eso es como decir que en Segovia no hay soberanía. Está en España, en su conjunto, y la soberanía española está a su vez dentro de la europea.



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