Carlos Salem

El escritor argentino afincado en España presenta 'El torturador arrepentido' en la Semana Negra de Gijón

Carlos Salem (Buenos Aires, 1959) es un tipo hiperactivo. "La gente cree que soy muy rápido trabajando, pero no es así. Lo que pasa es que siempre tengo muchos proyectos abiertos a la vez". Tras cuatro novelas, varios poemarios y un par de libros de relatos, acaba de presentar en la Semana Negra de Gijón la edición de su primera obra de teatro -representada hace unos meses en Barcelona por la recién creada compañía Brétema Teatro-, y prepara otra novela para el otoño. Metido de lleno y comprometido con el mundo de la novela negra, se ha embarcado en un proyecto editorial centrado en el género: Negra, Urbana y Canalla. Además, imparte talleres de creatividad narrativa y organiza jam sessions de poesía y microrrelato en el bar literario Los Diablos Azules, en los límites del madrileño barrio de Malasaña.



Pregunta.- ¿De dónde nace El torturador arrepentido?

Respuesta.- La tortura es un tema que me impone mucho, y en las notas que añado al final lo dejo claro: los torturadores, al paredón. Siempre me ha fascinado la duplicidad que hay en todos nosotros, las zonas grises del ser humano. Todos los totalitarismos se han desarrollado por el miedo y el dejarse llevar por lo que hace el de al lado.



P.- ¿Qué tarda más en mitigarse, la culpa del torturador o el deseo de venganza del torturado?

R.- El problema es que la gran mayoría de los torturadores no se arrepienten. El torturado, en cambio, necesita depurar lo vivido para poder vivir y lo termina asumiendo, así que no creo que tenga tanto ese deseo de venganza. Y luego está el dilema moral que conlleva: "Y si le hago lo mismo, ¿no me convierto en lo mismo que él?".



P.- La novela negra es su género predilecto. ¿Por qué?

R.- Es mi coartada para contar las historias que me gustan. En la novela negra los protagonistas siempre están expuestos a situaciones límite, de modo que crecen sin que yo me vea obligado a hacerlos crecer. Se enfrentan ante sus propias emociones y dudan. Soy un partidario acérrimo de la duda. Y aunque no esté en todas mis novelas, me fascina la figura del detective chandleriano, que se diferencia poco del pillo al que quiere atrapar. Y si no puede, le pincha la rueda del coche o le roba la novia. En realidad son personajes tan imposibles como Batman o Superman, pero como es un tipo que le pegan, se cae y se levanta, tiene algo de tipo de al lado que le da ese punto de cercanía.



P.- ¿Qué espera con más ganas de la Semana Negra de Gijón?

R.- En primer lugar, el reencuentro con compañeros. Aparte de eso, es raro que no haya dos o tres autores nuevos cada año que se incorporan al festival y al mundillo de la novela negra en general, como Kike Ferrari, del que edito su primera novela. Paco Ignacio Taibo [creador y director de la SNG] lo trae especialmente de Argentina porque es un autor que necesita y merece un espaldarazo. La Semana Negra es un no parar. Siempre digo que voy a mi presentación y un par de amigos, pero al final acabo agotado porque voy a todo. Por ejemplo, el viernes 29 hay un recital de poesía con Luis García Montero, Joaquín Sabina y Benjamín Prado. ¿Cómo no voy a ir? Y también presenta libro David Torres, al que admiro mucho. De hecho, volví a escribir gracias a una novela suya que leí en 2004. Hay tantas actividades que lo que esperas es terminar agotado y feliz.