Gustavo Pérez-Puig. Foto: Jaime Villanueva.

Estrena hoy en el Marquina 'Las cinco advertencias de Satanás', de Jardiel

Gustavo Pérez Puig nació en Murcia pero tiene los genes del madrileñismo. No sólo porque sea "merengue", también porque le gusta torear de frente, dando el medio pecho. Por supuesto, ir a Las Ventas es una de sus chifladuras. Dirigió el teatro de la ciudad, el Español, cuando gobernaba Álvarez del Manzano y allí, junto a su mujer, la directora de escena Mara Recatero, mantuvo casi de forma ininterrumpida la memoria de Jardiel Poncela, de quien fue amigo y discípulo, llevando a escena muchos de sus títulos. Luego, fuera ya del Español, siguió montando a Jardiel como empresario (Tres sombreros de copa, Un marido de ida y vuelta) y ahora produce Las cinco advertencias de Satanás. La obra se estrena hoy en el Marquina de Madrid, dirigida por Recatero y con Pep Munné y Andoni Ferreño en el cartel.



Pregunta.- Este título es muy desconocido, ¿por qué lo ha elegido?

Respuesta.- Es uno de los títulos que me quedaba por hacer y lo he elegido porque marca distancia con otros títulos de Jardiel, es decir, mantiene sus buenos diálogos pero la locura tan presente en otras obras suyas aquí se aminora. Tiene poco que ver con lo que el espectador conoce de Jardiel.



P.- ¿Quiere decir que se entiende mejor, porque él perseguía un teatro "inverosímil"?

R.-Todo lo de Jardiel se entiende perfectamente. Pero aquí estamos en una pieza semicómica, el contrapunto a lo que él consideraba sus "comedias sin corazón". No es un juguete cómico, sino una comedia dramática.



P.- Creo que la obra sólo se puso en escena en 1935.

R.-Sí, la produjo Tirso Escudero, protagonizada por Isabel Garcés. Luego se hizo una película [el guión lo firmó Jardiel y se rodó en Hollywood en 1938. Más tarde se llevó al cine en México en 1945 y en España en 1970].



P.- La pieza nos presenta a un "donjuan" que le va pasando sus conquistas a un amigo. ¿Contaba Jardiel su vida en sus obras?

R.-Para nada, Jardiel no era un hombre que hablara de su vida en sus comedias.



P.- Desde su perspectiva de productor, ¿cómo ve que incide la crisis en el teatro?

R.-Está como siempre. Siempre he oído hablar de la crisis en el teatro y siempre es lo mismo: cuando una obra no interesa, no va nadie. Yo creo que la crisis va a permitir separar el grano de la paja, actúa como un cedazo.



P.- Han sido años de bonanza para el teatro, ha recibido mucho dinero en subvenciones, pero ahora nadie quiere hacer giras porque los ayuntamientos no pagan.

R.-Pues sí, desde 2006 me deben dinero en La Línea de la Concepción. A que si usted no tiene dinero, no se le ocurre ir a cenar a un restaurante. Pues lo mismo. Yo ya no voy a hacer más giras.



P.- Y en el Español ¿no le han llamado?

R.-Dios me libre, para que me van a llamar, garantizaría el éxito y quizá eso no les guste. Así fue durante los 14 años que estuve dirigiéndolo, pues con la taquilla que sacaba devolvía la subvención que me daban.



P.-¿No piensa en jubilarse?

R.-Pues no, no tengo dinero para eso. Tengo 80 años y más moral que el Alcoyano. Si me jubilara me aburriría, me divierte la emoción del juego.



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