El investigador Carlos Martín.

El investigador de la Universidad de Zaragoza abre hoy el simposio internacional "Nuevas vacunas contra la tuberculosis para el futuro", que organiza la Fundación Ramón Areces

El Mycobacterium tuberculosis (MTB) es uno de los patógenos más antiguos y devastadores de la historia de la humanidad. La aparición de cepas extremadamente resistentes dificulta un tratamiento que complica, junto a la mayor movilidad de la población mundial, la erradicación de esta pandemia. Con este motivo, la Fundación Ramón Areces de Madrid acoge este lunes, 17, y el martes, 18, dentro del ciclo Ciencias de la Vida y de la Materia, el simposio "Nuevas vacunas contra la tuberculosis para el futuro", en el que participarán expertos en tuberculosis como Carlos Martín (Zaragoza, 1959), de la Universidad de Zaragoza, y Jelle Thole, director del TBVI (Tuberculosis Vaccine Initiative) de Holanda. Martín -cuyo equipo ha construido junto al de la doctora Brigitte Gicquel del Instituto Pasteur una vacuna contra la tuberculosis (MTBVAC) lista para ser ensayada en humanos- nos habla sobre la actualidad de la enfermedad, de la eficacia de las vacunas y de su importancia para evitar la aparición de nuevas infecciones.



P.- ¿Qué nos falta por comprender de la tuberculosis?

R.- Es una enfermedad muy compleja. El crecimiento del bacilo es muy lento. Puede desarrollarse en meses o años. Tarda en diagnosticarse y el tratamiento con varios fármacos se debe prolongar hasta seis meses. Crece dentro de las células del sistema inmunitario. No sabemos cuáles son los parámetros de protección y el bacilo puede activarse en el momento en el que hay un fallo del sistema inmune, como pueden ser el caso del VIH, o situaciones de malnutrición (se dice que la tuberculosis es un buen termómetro de la pobreza). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se necesitan métodos más rápidos de diagnóstico, otros tratamientos contra las formas resistentes y nuevas vacunas para prevenir la enfermedad.



P.- -¿Vuelve a ser una enfermedad de los países desarrollados?

R.- Las enfermedades infecciosas no tienen ningún tipo de fronteras y menos las enfermedades de transmisión respiratoria como la tuberculosis. El miedo en los países occidentales, donde tenemos un tratamiento eficaz en la mayoría de los casos, viene de la aparición de cepas resistentes a los fármacos antituberculosos más eficaces. Coincidiendo con la crisis económica de los años 90 del siglo XX en los Estados Unidos, donde se bajó la guardia en los sistemas de salud pública, se describieron los primeros casos de tuberculosis multirresistentes, la famosa cepa "W". En nuestro país también aparecieron cepas multirresistentes con elevada mortalidad entre enfermos de SIDA.



P.- ¿Estamos ante el retorno de patologías que se creían erradicadas?

R.- Tuberculosis, SIDA y Malaria son enfermedades de la pobreza con gran mortalidad en países en desarrollo. Son una amenaza constante para los países industrializados, especialmente las formas resistentes a los tratamientos. La única enfermedad erradicada del planeta ha sido la viruela por el uso universal de la vacuna. Actualmente, polio y difteria están en retroceso por el uso de vacunas muy eficaces, pero cuando en alguna región se deja de vacunar, vuelven a parecer casos. El control sanitario de las enfermedades infecciosas y las medidas de salud pública sin bajar la guardia son esenciales para mantenerlas a raya.



P.- ¿De qué manera pueden los científicos burlar el bacilo de la tuberculosis?

R.- Burlar al bacilo de ninguna manera, aprender de él sí. La pregunta que plantearemos en el simposio es ¿como podemos estimular y entrenar al sistema inmune para poder controlar la enfermedad?



P.- ¿Qué papel juega la vitamina D en su curación y prevención?

R.- El profesor Robert Modlin, de la Universidad de UCLA (California), presentará sus resultados, en los que indica que la vitamina D es de gran importancia tanto para aumentar la inmunidad innata como la adquirida por las células del sistema inmune y así protegernos de la infección del bacilo. Las primeras terapias contra la tuberculosis antes de la era antibiótica era en los sanatorios antituberculosos: una buena alimentación y exposición al sol.



P.- ¿Cómo puede la genética contribuir al desarrollo de nuevas vacunas?

R.- Los avances en genética de microorganismos y el desarrollo de la biotecnología e inmunología pueden contribuir de forma decisiva a obtener una vacuna más eficaz que la actual, llamada BCG. A principios del siglo XX Calmette y Guerin subcultivaron una cepa de Mycobacterium bovis, que causaba tuberculosis en vacas, durante más de 13 años. Con 230 pases de la bacteria en el laboratorio, consiguieron atenuarla con métodos artesanales de la época. Hoy sabemos que BCG ha perdido más de 100 genes y que protege contra las formas más graves de tuberculosis en los niños. Se utiliza en los países con alta incidencia de la enfermedad, salvando miles de vidas, pero no protege contra las formas respiratorias y transmisibles. Hoy podemos inactivar los genes implicados en la virulencia del bacilo. La vacuna atenuada MTBVAC se ha construido de forma racional con este objetivo y busca una protección de las formas respiratorias.

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