Max Lemcke. Foto: Antonio Heredia

Hoy se estrena su última película, 'Cinco metros cuadrados'.

La crisis económica e inmobiliaria que está arrasando con España se hace cine en Cinco metros cuadrados, la película ganadora del último Festival de Málaga. Tan divertida como terrorífica, cuenta la odisea de una pareja de clase media que ve cómo sus sueños, e incluso su amor, se esfuman cuando el apartamento que han comprado nunca se termina por estar construido de forma ilegal. Fernando Tejero y Malena Alterio protagonizan un filme que nos acerca a la realidad social más sangrante ofreciendo un espejo irónico que recuerda en sus mejores momentos a los guiones de Azcona o, sobre todo, a aquella película de Ferreri, El pisito. Después de Casual Day, Max Lemcke vuelve a demostrar su buen pulso como retratista de actualidad con su segundo título.



Pregunta.- ¿Le molestaría que se conociera Cinco metros cuadrados como la "película de la crisis inmobiliaria"?

Respuesta.- No me molestaría. Pero eso nunca estuvo allí en el origen, fue creciendo poco a poco en el guión y nos fuimos dando cuenta de que estábamos hablando de eso. Partimos de algo mucho más pequeño, el proceso de un personaje en su batallar por la dignidad. La primera imagen era un tipo que vivía con sus cosas en una plaza de garaje en un edificio que lo único que había construido era eso.



P.- Hay algo del proceso de Kafka: "el hombre enfrentado a la maquinaria de la burocracia".

R.- El personaje tiene algo de héroe anodino y contemporáneo que se enfrenta a todos los obstáculos. Es totalmente kafkiano que acabe viviendo en un piso que es un decorado, los grifos no tienen agua, etc. Acaba perdiéndolo todo pero nunca deja de luchar por determinada idea. El problema de esa idea es que ha venido influenciado por todo lo que nos ha llevado adonde estamos, todo el mundo, el Gobierno, los bancos, etc. nos hemos empujado a ser más consumistas y soñar por encima de nuestras posibilidades. Hemos pecado un poco todos. Al final, hemos sido pisoteados.



P.- Su lucha cada vez es más solitaria y utópica.

R.- Vemos algo que también sucede cada vez más y es el hecho de que nadie lucha por nadie, todos nos centramos en nuestra situación individual. Poco a poco al protagonista lo van abandonando. Quizá es un modelo de sociedad que deba cambiar.



P.- Los referentes a Azcona, Ferreri o Berlanga son insoslayables. El tono de realismo ácido e irónico, con una cierta fábula.

R.- Con la humildad de considerar esas películas que hicieron grandísimos hitos de nuestro cine, es cierto que sí veo el paralelismo con ese mundo de sarcasmo, de humor ácido, que es también el mundo de Casual Day. El otro día me invitaron a Versión Española a un pase de El Pisito y me di cuenta de que algunas secuencias son realmente hermanas. Son cosas de las que no me había dado cuenta. Sí éramos conscientes de que había una estructura de esas películas que queríamos hacer propia, esa linealidad que no está muy clara, que nunca sabes muy bien cuánto tiempo ha pasado, que siempre va de una cosa a otra. Pero después han surgido algunas semejanzas que no me esperaba.



P.- El proyecto comenzó en 2007. Desde entonces, el tiempo ha dado más razón aun a la película.

R.- En 2008 la película se vino abajo cuando ya estaba en preproducción. Y yo pensaba que íbamos a llegar ya tarde porque nadie pensaba que este periodo iba a ser tan largo. Y justamente cuando se estrena estamos en pleno desbarajuste total.



P.- Fernando Tejero y Malena Alterio son actores muy populares pero muy marcados por la televisión.

R.- Reconozco que tenía ciertos prejuicios y llegó él a mí antes de que le ofreciera el guión porque estaba interesado. Yo dudaba de si se podría entender a esta pareja que estaba tan marcada por un éxito televisivo en una película que está lejos de eso. Luego me convenció la capacidad de lucha de Fernando por este papel, y luego creo que Fernando es un poco como esos actores de las películas de Azcona y Berlanga, como López Vázquez o Isbert, que eran un poco el español medio.