Image: Pilar López de Ayala

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El Cultural

Pilar López de Ayala

"Internet nos aleja cada día más"

18 noviembre, 2011 01:00

Pilar López de Ayala en un fotograma de Medianeras.

La actriz busca a su Wally en 'Medianeras' película de Gustavo Taretto producida por Luis Miñarro que se estrena hoy

Aterida en la Casa de América, Pilar López de Ayala es de esas personas que transmiten fragilidad, delicadeza, de las que no caminan, se deslizan. Pero también es una actriz valiente. En Medianeras, que hoy se estrena, se metió en el papel de una porteña de pura cepa consiguiendo que el público se olvidara de sus orígenes madrileños. Está contenta de haber rodado con Gustavo Taretto en Argentina, país que goza de, opina ella, "una de las mejores cinematografías" y en el que quisiera repetir. En esta película que ha funcionado bien en festivales y salas interpreta a Mariana, una joven que habita en un desolador y arquitectónico Buenos Aires y que busca a Wally entre la multitud de urbanitas. De comparsa, la crisis económica, la soledad de la era digital, la tendencia a vivir encerrados y una historia de amor con cierta vis cómica contada a golpe de metáforas pop.

Pregunta.- Con lo mal que suele quedar un español imitando a un argentino, lo cierto es que usted ha salido muy bien parada del desafío de Medianeras.
Respuesta.- La verdad es que era un poco insensato, pero más insensata es la propuesta de Taretto de contar con una española para protagonizar la película. El desafío era no hacer una caricatura sino tratar de adaptarme a un guión que puede estar contado en cualquier ciudad pero que a la vez habla mucho de la cultura de Buenos Aires, con unos personajes muy porteños. Había que conseguir que el mío lo fuera. Taretto pensó que si podía hablar en francés, por qué no iba a poder hacer de argentina.

P.- Esos fueron los motivos de Taretto. ¿Cuáles fueron los suyos?
R.- El guión me pareció muy particular y me transmitió de forma clara cómo quería él contar su historia. Vi que tenía mucha sensibilidad y nos embarcamos. A la vez era una oportunidad para mí porque el cine argentino es hoy uno de los mejores. Yo lo sigo, sigo a sus directores y a sus actores. Por eso Medianeras también puede ser una ventanita para mí.

P.- ¿Qué conocía de los argentinos antes de convertirse en una de ellos?
R.- No había estado mucho tiempo en Buenos Aires, la conocía un poco gracias a los festivales. Somos bastante parecidos, pero ellos tienen una ventaja, que han podido mirarse mucho hacia adentro. Medianeras se podría haber filmado en Madrid, pero Taretto, que es un gran fanático de la arquitectura, quería mostrar cómo los edificios modifican a las personas y Buenos Aires es una ciudad en la que se experimentó arquitectónicamente, con muchos contrastes... eso enriquece la forma en la que él cuenta su historia. Una cosa que nos distingue de ellos es que allí tienen otra manera de rodar, el director tiene una libertad creativa mayor, se le da tiempo para pensar. Los productores confían en su creatividad y esos tiempos forman parte de ella, es un lujo que no esté todo cronometrado.

P.- Además de la arquitectura, el escenario de la película es también el de la soledad de la era digital. "Internet me enseñó el mundo pero me alejó de la vida", dice el otro protagonista. ¿Le parece que Taretto también ha querido definir a una generación?
R.- Sí, refleja muy bien algo que pasa en las grandes ciudades, y que tiene que ver con que cada vez estemos más cerca en el espacio y nos sintamos cada vez más lejos a pesar de todas las conexiones virtuales. Cada vez más decimos más las cosas importantes a través del chat y de los mensajes. No sé si tiene que ver con la facilidad de hacerlo sin mirar directamente a los ojos, con que así es más cómodo, pero se está perdiendo el contacto humano y creo que es importante no perder ese algo que forma parte de lo invisible y que no se detecta en un chat, eso que tú también transmites.

P.- ¿Le pasa a usted también eso de ver el mundo a través de una pantalla?
R.- Es que parece que no hay otra manera. Yo no soy demasiado dependiente pero necesito el móvil para mi trabajo y también mantengo muchas conversaciones escritas que incluso son mejores que las habladas, porque al hablar por teléfono los silencios son chungos. Entiendo a mi personaje y he pasado por momentos parecidos, pero ella tiene la ventaja de poder exteriorizarlo a través de todas esas neurosis y yo lo que hacía era proyectarlo en otras personas que estaban en una situación parecida.

P.- Este bautizo suyo en el cine argentino tiene un punto muy americano: referencias pop durante todo el metraje, la música, parecidos razonables con películas como 500 días juntos, homenajes a Manhattan...
R.- El otro día hablaba con una directora argentina y me decía que esto era muy nuevo, que en su país no se habían visto películas así. Igual tiene relación con la historia de Wally y los muñequitos... pero en realidad esta pregunta la tendría que contestar el director.

P.- Lo cierto es que quién le iba a decir al autor de Dónde está Wally que en su personaje recaería todo el peso de una metáfora sobre la soledad y el desencuentro. ¿Lo leía de pequeña?
R.- Sí, claro, tuvo ese boom y era un libro tan curioso. Medianeras tiene detalles muy originales como este de Wally y apela a una generación que ha vivido con todo eso. Pero lo importante de verdad es que tiene unos personajes muy identificables por el momento en el que están, en plena crisis, que viven una transformación tras sus respectivas rupturas y que están aprendiendo a vivir consigo mismos. La película aborda toda esa transformación, ese momento en el que mi personaje se plantea: ¿cómo voy a encontrar a Wally si no sé cómo es o cómo soy yo? Es ese estado de confusión permanente en el que vivimos ahora que no pasa por ser un conflicto claro relacionado con la maternidad, con la muerte... no, y además no son personajes unidireccionales, que tienen un objetivo, sino que están en un estado de vulnerabilidad, un estado de percepción, de respirar lo que pasa, de atravesar un momento que tienes que vivir. Mariana está llena de pequeños detalles y me encanta cómo lo ha hecho Taretto. Es muy optimista, a pesar de los desesperanzados que están, hay una salida.

P.- Una salida, una ventana... los dos encuentran la luz a martillazos, abriendo boquetes para que pase a sus respectivos minipisos.
R.- Y el detalle de la música es importante porque más que la necesidad de abrir la ventana hace falta algo que les impulse a dar el paso, y eso es la música. Es un detalle muy exquisito de la película.

P.- Con su coprotagonista se topa solo al final. Son como dos películas diferentes.
R.- Solo tenemos una secuencia o dos juntos, pero yo me empeñé en conocerlo. Javier Drolas lo hace muy bien y es muy cómico.

P.- Entre otros temas, la película se desarrolla en el contexto post corralito. Los argentinos vivieron de forma radical lo que nosotros vivimos ahora de forma paulatina.
R.- Es una película muy actual y creo que aborda una crisis no solo económica sino en varios sentidos. Ves la evolución de los personajes, el lugar donde viven y cómo se van adaptando. Lo bueno es que los quieres porque se muestran, porque escuchas sus voces, y creo que con eso se identifica mucho a la gente. Es una comedia romántica atípica o un drama contado con un sentido del humor muy particular, pero es optimista.

P.- Supongo que no es su caso pero tendrá amigos que se han quedado en paro o que viven en estudios de 20 metros cuadrados. ¿Cómo ve el panorama?
R.- Insisto, la crisis no solo es económica pero si tenemos suerte y tocamos fondo vamos a salir fortalecidos. No creo para nada que haya que recuperar algo, esto ha cambiado para siempre y no va a volver a ser como antes.

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