Juan Gatti
El fotógrafo y diseñador gráfico Juan Gatti (Buenos Aires, 1950) llegó a Madrid coincidiendo con la Movida e inmediatamente se fundió con ella. Ha trabajado en estos treinta años para cineastas como Almodóvar, Fernando Trueba o Álex de la Iglesia; para músicos como Mecano, Miguel Bosé o Alaska y Dinarama, y para diseñadores de moda como Karl Lagerfeld, Jesús del Pozo o Purificación García. Su larga trayectoria puede contemplarse desde hoy en Contraluz, en la Sala Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid, junto a 40 fotografías de gran formato en blanco y negro que responden a un trabajo más personal y dan nombre a la exposición.Pregunta.- Esta es su primera gran retrospectiva, por lo que habrá tenido que pararse y echar la vista atrás. ¿Qué se ha encontrado buceando en su propia trayectoria?
Respuesta.- Ante todo, una gran avalancha de recuerdos. Cada objeto te cuenta una historia y te remonta a otras épocas. Me ha gustado la experiencia porque me he encontrado con mis obras y he visto que se conservan jóvenes.
P.- Cuando realiza un diseño para promocionar el trabajo de terceros, ¿cómo es el diálogo que se produce entre ellos y usted?
R.- En general intento ponerme en la misma longitud de onda de la persona que me pide el producto. Trabajo con otros creadores, o sea que en cierta forma el diálogo es más fluido y se habla un lenguaje distinto a cuando tienes que hacer un diseño para un objeto más anónimo como un coche o un detergente. Es necesario para poder emitir juntos una cosa coherente con el producto.
P.- ¿Se trabaja igual para cine, moda y música?
R.- Es muy parecido. Cambia un poco la forma, pero el lenguaje de un director de cine o un músico es el mismo.
P.- ¿Cómo nació y por qué es tan fructífera la conexión con Almodóvar?
R.- Es un misterio de la naturaleza. Empezamos a trabajar juntos hace casi 25 años y no voy a negar que haya habido altibajos y discusiones. Lo nuestro es como un matrimonio. Nos conocemos muy bien y veo rápidamente qué pretende transmitir. Además, el sabe muy bien lo que quiere y cómo pedirlo. Por otra parte, es una relación que ha evolucionado. Al principio era más frívola, petarda, divertida... Ahora hemos crecido, nos interesa profundizar más e ir hacia cosas basadas en experiencias personales. Es un trabajo más profundo y oscuro.
P.- En este universo creativo que comparten tiene un gran peso lo kitsch, lo magnifican.
R.- Eso tiene más que ver con el pasado que con el presente. Ahora manejamos un lenguaje más sintético y menos ornamental que al principio. Pero sí, ha habido una recuperación del folclore urbano, con una forma muy pop porque las películas eran así. Ahora Pedro se sumerge más en las relaciones, en los sentimientos.
P.- ¿Qué aportó la Movida al arte?
R.- La Movida, como siempre dije, no nos aportó nada. Nosotros la creamos, mediante la conjunción de muchos talentos creativos, pero cuando la estábamos haciendo en ningún momento pensábamos que estábamos haciéndola. El día que se le puso nombre, murió.
P.- ¿Qué hizo posible esa conjunción de talentos?
R.- La juventud posfranquista tenía ganas de crear y decir cosas, y heredó la frustración de sus padres. Tuvo su voz y la desarrolló plenamente. Además, lo que hizo a la Movida algo único es que se vivieron simultáneamente muchos movimientos que no se habían dado, como el hippie o el punk.
P.- ¿Cómo encontró usted su sitio en ese movimiento floreciente?
R.- Yo llegué a España justo en el paso del 79 al 80. Las personas son como imanes que se van atrayendo unos a otros. Fui conociendo a gente interesante que me presentaba a su vez a otras personas interesantes, hasta que llegué a formar parte de aquello.
P.- Las fotografías de Contraluz muestran un trabajo que ya no es para otros, sino personal. ¿De dónde surge y qué pretende explorar con él?
R.- Es un trabajo que empecé hace diez años casi como un juego. Cuando terminaba de hacer los reportajes fotográficos que me encargaban, me quedaba con la modelo y mis asistentes y nos poníamos a hacer inventos. Es un trabajo sobre la luz. Utilizo la luz en contra, en lugar de la frontal, que es la que se utiliza en la fotografía promocional. En la exposición hay muchos elementos que aparecen dispersos: una bailarina, un caballo, un insecto, una calavera... pero a través del montaje se ha creado un diálogo entre esos objetos.