Image: Da Vinci: juegos de un visionario

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El Cultural

Da Vinci: juegos de un visionario

Leonardo y la NASA, dos exposiciones ineludibles para ir con niños en estas navidades

22 diciembre, 2011 01:00

Una de las máquinas voladoras de Leonardo Da Vinci

El Centro de Arte Canal de Madrid se ha convertido por unos meses en el taller del genio. Reproducciones de inventos, códices y dibujos nos acercan al universo de Leonardo Da Vinci. Apta para todos los públicos.

Leonardo nace en Vinci, en la Toscana italiana, en 1452, casi a la vez que las primeras impresiones Gutenberg (h. 1450), y fue coetáneo de Erasmo de Rotterdam (1466), de Maquiavelo (1469), de quien fue también amigo íntimo, y de Miguel Ángel (1475), su eterno rival. Su primera obra está datada en 1473 pero las más importantes, al menos las más conocidas y valoradas hoy, son posteriores: en1495 realiza La última cena y en 1503 comienza la Monna Lisa, en la que trabajará hasta su muerte en Francia, en 1519.

Símbolo perfecto del Renacimiento, Da Vinci fue además un aclamado y cotizado pintor, científico, inventor, filósofo, cartógrafo y anatomista. Aunque todo esto, sobre todo sus inventos, se mantuvo en el olvido durante siglos. Y es precisamente aquí, donde la exposición pone su acento. La enorme sala principal del Centro de Arte Canal, la misma que en su día albergara los Guerreros de Xi'an, Faraón o, el año pasado, Alejandro Magno, nos acerca estos días a la figura del ingeniero, del inventor, del soñador que se adelantó a su tiempo.

El cuarto depósito subterráneo del Canal de Isabel II acoge perfectas reproducciones de sus más atrevidos diseños. Realizadas por un equipo de ingenieros italiano, estos han tenido que seguir las instrucciones de sus códices, interpretar sus dibujos, traducir el antiguo dialecto florentino y descifrar su escritura en las más de 6.000 páginas que dejó. En ellas, Leonardo prefiguró el tanque, inventó los primeros proyectiles (su parecido con los actuales asusta), concibió puentes, soñó con una ciudad "saludable". Fue también precursor del automóvil, realizó el boceto del primer robot e inventó el tanque. Todos pueden verse en esta exposición. Aunque, como ya sabemos, la mayoría de estos inventos no pudieron construirse -demasiado modernos para su época- muchos sirvieron de inspiración para diseños posteriores. Así, si nos detenemos en las cartelas vemos que su puente colgante se hizo realidad en una localidad noruega en 2001 o que en 1860 la armada del ejército confederado de los Estados Unidos construyó un submarino basado en el de Da Vinci. También que la Nasa estudió su robot para, en 1998, crear el primer humanoide que tripularía la Estación Espacial Internacional.

Además de la sección dedicada a las máquinas voladoras, destaca el completo estudio que sobre la Monna Lisa y sus secretos ha realizado Pascal Cotte. Con su cámara multiespectral ha logrado captar hasta el más mínimo detalle del rostro más famoso del mundo. También la proyección gigante de La última cena, la reproducción del Caballo Sforza y la recreación de su estudio llamarán la atención de los más curiosos.

Pero, ni aunque logremos responder correctamente al juego de diez preguntas al que nos enfrentamos al terminar la exposición, sabemos en realidad todo de Leonardo da Vinci. Porque después de más de una hora entre máquinas de viento, ruedas, catapultas y códices, sólo queremos conocer más de un genio que vivió un tiempo que no le correspondía.

Y, para rizar el rizo, después de pasar por la inevitable tienda -lo mejor, las maquetas de papel que reproducen el tanque o la catapulta-, podemos merendar en el Rincón de Sergi Arola que se ha inspirado en el personaje y su época (sí, Leonardo era también un gran cocinero) para deleitarnos con sus últimas delicatessen.

Soñando con el espacio

Más de 400 piezas, entre reproducciones y originales, pueden verse en el Recinto Ferial de la Casa de Campo de Madrid en la exposición NASA, la aventura del espacio. En los 2.500 m2 del Pabellón XII se resumen los grandes acontecimientos del Programa Espacial de NASA. El punto de partida es julio de 1969 cuando el Apolo XI aterrizó en la Luna y Neil Armstrong daba los primeros pasos por su superficie. De carácter marcadamente educativo, la muestra, a la que se accede a través de una pasarela similar a la utilizada por los últimos astronautas enviados a nuestro satélite en 1972, recoge desde los trajes espaciales a los vehículos míticos, como el Saturn V, el cohete V2 o el Trasbordador Espacial. Una exposición para entender mejor las misiones espaciales, pero, también, para seguir soñando con ellas. A Leonardo le hubiera encantado, seguro.