Elena Vozmediano en la Tate Modern.
Acaba de recibir el premio GAC 2012 que entregan las galerías de Cataluña
Pregunta.- ¿Cómo ha evolucionado en estos últimos años la crítica de arte? ¿Es más profesional?
Respuesta.- No creo que haya habido una gran evolución en la crítica de arte, o en la crítica en general. Hace tiempo que desapareció, o perdió todo protagonismo, el crítico amateur que se limitaba a cantar sus arrebatos estéticos privilegiando a los creadores amigos. La mayoría de los que ejercemos la crítica somos conscientes de la responsabilidad que conlleva e intentamos formarnos, informarnos y ser rigurosos. Más bien ha habido un cambio en la recepción de la crítica, que se ve cada vez más como algo prescindible.
P.- ¿Por qué prescindible? ¿Qué falla en esta comunicación crítico-lector?
R.- Yo he aprendido mucho leyendo críticas, no sólo de arte. No sé si el actual desapego tiene que ver con el mayor "poder de convicción" del marketing o con la pérdida de prestigio del propio concepto de la crítica, de su "autoridad". Y aquí no podemos dejar de lado la autocrítica, claro.
P.- ¿Cuáles son los retos de la crítica de arte hoy?
R.- Se relacionan con este problema que acabo de mencionar. Tenemos que convencer a los lectores de que la crítica no les impone nada sino que pretende ayudarles a formar su propio criterio, señalándoles lo que consideramos las virtudes y los defectos de las producciones culturales. Que abre vías al debate. Parece que algunos artistas, comisarios -incluso algún director de museo- no admiten que se cuestionen sus creaciones o propuestas.
P.- ¿Cuál es la función de la crítica de arte?
R.- El crítico es un mediador y, cuando escribe en un periódico o en una revista, se dirige a un público que no es necesariamente experto. Su función es favorecer el entendimiento y el disfrute del arte. Oirá a algunos artistas, críticos y hasta comisarios renegar de la obligación de trabajar para ese público -y algunos beneficiándose del dinero público-; creo que se equivocan. Respeto mucho al outsider si realmente lo es pero la realidad es que hay mucha pose. El arte no es nada si no tiene una implantación social. Lo que tenemos que procurar entre todos es que esa implantación no tome forma de entretenimiento y banalización.
P.- ¿Cómo ha cambiado internet a la crítica? ¿Ha modificado su lenguaje, se ha acercado al lector?
R.- Desconfío del lenguaje mundano, de la crítica ligera, lo que no significa que defienda ese lenguaje oscuro y culterano que ha perjudicado tanto a la comunicación con el público. El arte no es algo superficial y no debería tratarse frívolamente. Ya se encargan de eso algunos "opinadores" que tratan sobre todo lo divino y lo humano, que también hacen mucho mal. Lo que sí favorece internet es la cercanía.
P.- Tiene blog en esta web desde hace casi un año, ¿cómo funciona en relación con la crítica de arte?
R.- Me gusta mucho el formato del blog, fundamentalmente por dos razones: podemos saltarnos la limitación de espacio que el papel supone y podemos tratar temas que en el suplemento cultural son difíciles de encajar. La crítica de arte va más allá de la crítica de exposiciones.
P.- ¿Cómo ha cambiado el panorama profesional desde la aparición el Instituto de Arte Contemporáneo?
R.- La asociación tiene sólo siete años pero creo que sus acciones han tenido un cierto impacto en el panorama profesional. Hemos publicado el primer código deontológico que sirve de orientación a todas las relaciones interprofesionales en el sector, y hemos luchado sin tregua para que la aplicación de las buenas prácticas en museos y centros de arte sea una realidad. Abogamos por la transparencia, la planificación, el buen aprovechamiento de los fondos públicos...
P.- Una de las máximas del IAC ha sido la de promover el concurso público para elegir directores y responsables de centros y museos, se ha avanzado mucho pero parece que con la crisis importan más otras cosas… ¿se están olvidando de ello las administraciones?
R.- Sí que se están olvidando, y es muy grave. Personalmente, opino que hay que hacer entender a las administraciones y a los profesionales que no obedecen más que a sus intereses particulares, que estos "olvidos" tienen consecuencias más allá de la protesta inicial a través de los medios de comunicación. Todos deberíamos darles radicalmente la espalda. Ni agua.
P.- Los suplementos y revistas culturales vivimos un proceso de redefinición y readaptación. Como crítica de un suplemento, ¿cómo ve el futuro en este sentido?
R.- No puedo esconderlo: con cierta aprensión. Pero confío en que la demanda de excelencia en los contenidos por parte de los lectores hará que los suplementos sobrevivan a este momento tan crítico en general para los medios de comunicación y para el papel. No me asusta que el papel desaparezca pero sí que los suplementos dejen de existir, porque la información y el análisis no son en absoluto lo mismo, y nos arriesgamos a recibir fundamentalmente promoción acrítica de los productos culturales.